Arte de salón

«El artista tiene un papel muy importante frente al miedo porque la gente se acerca al arte en momentos de necesidad espiritual». Esta frase de Secundino Hernández, 'chico de oro' del arte español, encierra una de las posibles explicaciones de la pequeña revolución que ha experimentado el mercado del arte en este año extraño: el repunte de las ventas por Internet. Confinados, con más tiempo, más ahorros y quizá la necesidad de rodearse de cosas bellas para aliviar la desazón, muchos han sido los que se han sacudido los complejos para adentrarse en un mundillo que peca de elitista, al menos en la imagen que proyecta.

Pero lo cierto es que, como en todo, hay de todo: grandes obras para coleccionistas entendidos y piezas codiciadas para inversores, pero también un amplio catálogo de posibilidades asequibles para aquellos que quieran llenar sus cuatro paredes con algo que defina la personalidad de quien las habita, con una emoción 'enfrascada' en un lienzo, una foto o una escultura.

Quienes han dado el paso en estos tiempos de pandemia sin ser ni ricos ni expertos son muchos. José Luis Aguirre, fundador de FLECHA, feria única en su modalidad que se celebra en centros comerciales como vía para acercar el arte al gran público, dice que en lo que va de año han vendido ya más a través de su plataforma 'online' que en todo 2019.

«La idea general que se tiene del arte es lo que aparece en los medios: subastas a precios altísimos y obras sorpresivas (un vaso medio lleno de agua, sin más). Por eso hay mucha gente que piensa que es una cosa rara para gente rara a precios raros. Pero no es así, e iniciativas como FLECHA están logrando que esto cambie y que haya más interés entre el público normal», apunta.

Alberto Cornejo, fundador de Galería Bat, una de las pioneras en abrirse al comercio electrónico, también lo constata. «Es cierto que se ha notado ese movimiento. Nosotros no hemos parado de vender 'online' durante el confinamiento. La gente ha gastado su dinero en sectores diferentes al del ocio. Ha tenido más tiempo para ver otras cosas», valora.

Precisamente dedicar horas a mirar y remirar, buscar y rebuscar y a leer y releer es uno de los primeros consejos de los expertos para quienes quieran hacer su primera incursión. Pero el objetivo no es llegar a ser un entendido. Lo único que se debe buscar mientras se mira es sentir un flechazo. Y en esto coinciden todos los expertos consultados: no hace falta más que «enamorarse».

«La primera vez que una persona pisa una galería suele entrar diciendo que no entiende nada de arte pero que le gusta mucho 'eso' que ve», traslada Cornejo según su experiencia. Y es que más que la pureza de la técnica o la calidad objetiva, lo fundamental es que «la obra conmueva, que transmita una emoción que signifique algo para quien la ve», añade Aguirre mientras recuerda qué es lo que se busca con llevar el arte al centro comercial: «Que la obra seduzca y funcione por sí sola». Si se atiende al lenguaje del corazón, el mismo que hablan los artistas, es difícil equivocarse.

Dicho así parece fácil, pero hay casos en los que uno se puede dejar arrastrar por el pensamiento negativo. ¿No le pasaría si pidiesen 200 euros por un sencillo boceto a lápiz trazado sobre un papel de apenas 20 centímetros? Pues puede llegar a valerlo.

Ejemplos hay muchos. Uno de ellos se ve en otra web que despunta en estas lides, Échale Guindas. Se trata de una serie de pequeños dibujos del exministro de Cultura, Máximo Huerta, en el que boceta en líneas puras conceptos vinculados a su infancia. «Los precios los pone el mercado. Y con un lápiz y un papel se puede transmitir mucho», zanja el fundador de la citada feria.

En la cotización de un artista influyen numerosos factores, entre los que destaca su trayectoria, galardones y reconocimientos, presencia en museos, fundaciones o colecciones de renombre.

De cualquier modo, para evitar esa desazón que le puede asaltar en los primeros pasos en este sector, lo más importante es elegir bien el canal en el que se adquieren las obras.

En Internet está todo y hay de todo (hasta Amazon se ha colado en el mercado), pero lo mejor es tener como referencia a las galerías y las ferias de arte como la citada, ya sea en locales físicos o en sus versiones 'online'.

«Los galeristas estamos para separar el grano de la paja. En principio, tenemos una formación y un criterio. Y este, aunque sea personal, se va depurando con el tiempo. Digamos que al final lo que se desarrolla es un olfato especial para lo que realmente vale. En cuanto a la web, no creo que sea la vía para empezar a comprar, sino un recurso complementario para mirar y buscar. Cuando ya se conocen artistas o se manejan claves, sí es una buena alternativa», aconseja Cornejo.

En ferias como FLECHA, que plantean un modelo distinto al tradicional donde hay que superar la barrera física de entrar a un local, pedir la lista de precios de las obras y entablar conversación con el galerista, también hay un comité de expertos que seleccionan las obras. «En el caso de jóvenes emergentes, que son la mayoría en nuestra apuesta, tenemos en cuenta que se domine la técnica, por ejemplo. Es decir, que funcione la composición, los materiales, el lenguaje, etc. Pero la calidad artística es más subjetiva. Tiene que ver con la estética, con la emoción, con la poesía...», explica Aguirre.

Una vez reunidos todos los factores, ¿de cuánto estamos hablando? Sorprende ver que hay obras de arte originales desde 30 euros. Por debajo de los 300 euros se encuentran propuestas muy interesantes, entre las que destacan la obra gráfica y la fotografía. Eso sí, muchas son de pequeño formato. La escultura es un género algo más caro, lógico si se tiene en cuenta el proceso artesano y el uso de materiales que conlleva. Pero también está representada en este mercado asequible.

Galerías que también apuestan por la web como Inéditad, de Luis López y Lucas Amillano, tienen una sección denominada 'Por menos de 200 euros'. Estos emprendedores reclaman un cambio de modelo para «seducir a una generación que está, sin duda, aumentando su protagonismo en el mercado de arte 'online'». Además de crear comunidad para que quienes se acerquen a su producto también aprendan, lanzan una idea interesante: «Regalar arte no está (aún) de moda pero es una alternativa original».

Otra muestra de la popularización del arte se puede apreciar en Arte Public, donde incluso se clasifican las obras por la zona de la casa, desde la oficina hasta la alcoba. «En realidad la primera motivación del que se acerca a este mundo suele ser decorar. Pero luego no se sabe cómo te ves haciendo una colección. Es como un veneno», celebra el dueño de Galería Bat.

Estas pueden ser de piezas únicas o seriadas. Hacer series firmadas por un artista consagrado (grabados, obra gráfica, esculturas...) es otra forma de bajar los precios. Hasta nueve ejemplares se considera obra original. Pero la media está en ediciones de entre 50 y 150. Eso sí, tanto unas como otras deberán ir siempre entregadas con un certificado de autenticidad firmado por el autor.