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La lápida de la carretera de Corella.
La inesperada tumba del nazi Wilhelm Hildebrand
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La inesperada tumba del nazi Wilhelm Hildebrand

PPLL

Sábado, 1 de febrero 2014, 23:35

«Aquí, durante la Guerra Civil, aterrizaban los aviones alemanes. Venían aquellos trimotores, hacían un ruido de mil demonios, los cargaban de bombas y se marchaban otra vez al frente. Éramos críos y no nos dábamos cuenta de nada, claro, pero para nosotros era un espectáculo portentoso, algo que no habíamos visto nunca». José Luis Pérez tenía ocho años cuando estalló la Guerra Civil y guarda en su memoria el impacto infantil de aquellos aparatos de la Legión Cóndor que Hitler envió a España para que ayudasen a las tropas del general Franco. En Alfaro, que era un territorio llano y pillaba cerca del frente del norte, tuvieron una base. «No estaba asfaltado ni nada, pero aterrizaban sin ningún problema. No lo busquen ahora -advierte-, porque ya no hay rastro del aeródromo, ahora son todo viñedos y perales».

Sin embargo, todavía queda una huella de aquel turbulento pasado. En la carretera de Corella, en el arcén, justo enfrente de los viveros Saturnino Álvarez, se alza una piedra con algo de moho y una leyenda en alemán. Es una lápida. Acaban de retirar la tierra que la cubría parcialmente y se lee sin problemas. Dice: «Hier vergunlückte tödlich am 25.2.1938 im Dienst um ein nationales Spanien Wilhelm Hildebrand». O sea: que aquí murió, en accidente, este soldado de la Wehrmacht al servicio del «bando nacional». «Iban dos alemanes en una moto con caja y se estamparon contra un árbol -recuerda José Luis Pérez-. ¡Qué trompazo! Mi padre y yo fuimos a socorrerlos. El piloto estaba ya muerto y el otro, el de la caja, tenía la cabeza abierta, estaba lleno de sangre y gritaba como un desesperado». No se sabe si el hombre del sidecar sobrevivió; la lápida de la carretera de Corella sólo recuerda la muerte del soldado Hildebrand.

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