«Jamás he ganado una pelea»

Gigantón, socarrón y bonachón, Romay, el único español que le hizo un tapón a Michael Jordan, regresa al espectáculo en toda su inmensidad. Esta vez, vestido de boxeador para una campaña publicitaria online del número de información de los 'pelochos'. Este gallego de 2,13 m., padre de tres hijos «altitos, pero normales», lleva 54 años viviendo en un mundo «una talla más pequeño».

- En el anuncio pide una camilla especial porque no cabe en la estándar. ¿Le ha pasado?

- Sí, me tuvieron que operar de urgencia y no había nada a mi medida. Ni camilla, ni prótesis... Tuvieron que hacerme un apaño con una especie de tornillo de rosca chapa a ver si fraguaba mientras me fabricaban una prótesis de encargo.

- ¿Cuándo fue eso?

- Hace unos dos años. Jugando un partido con los veteranos del Madrid, dándolo todo, caí mal y me fracturé la cabeza del fémur. Los camilleros que vinieron a recogerme tuvieron que pedir refuerzos. En la ambulancia no sabían si ponerme un trapo rojo en el pie de lo que sobresalía la pierna...

- En Wikipedia dicen que pesa 111 kilos.

- Eso era cuando jugaba. Desde entonces no me he querido volver a pesar. Ojos que no ven, semáforo que te saltas. No quiero saber cuánto peso. ¿Para qué? Si ya me lo noto.

- Es duro ser tan grande, ¿no?

- No crea, tiene sus cosas buenas: jugar a baloncesto, no atosigarse en una aglomeración... Claro que el calor y los tufillos también llegan arriba, pero peor es estar cerca de la fuente de emisión. También sirvo de referencia en una multitud. ¿Dónde estás que no te veo? A la izquierda de Romay.

- Desde su atalaya... ¿Se divisa la supuesta mejoría económica?

- Ojalá. Estoy deseando ver algo de luz en este túnel tan negro. Pero la realidad es muy dura. Se han cometido faltas en el reglamento y tendría que haber mucha más ética.

- Los apellidos Romay y Rajoy se parecen algo.

- Ya, pero en lo físico dicen que me asemejo a Jesús Posada.

- ¿Sigue el culebrón de Gorka Arrinda y el Bilbao Basket?

- Sí, conozco a Gorka y es muy buen tipo como para dejarse ir ese proyecto. Pero es difícil. Si lo deja demasiado pronto le pueden acusar de cobardía y si aguanta más de lo debido, de personalismo.

- ¿Ha boxeado alguna vez de verdad?

- No puedo. Daría muchos puñetazos al aire y recibiría demasiados golpes bajos.

- ¿Cuándo fue consciente de su tamaño?

- Cuando hice la primera comunión y me dijeron que en vez de un traje de marinerito tenían que ponerme uno de capitán general de la Armada. O cuando no cabía en las mesas del parvulario. Yo tenía una mesa de mayor y cada vez que me portaba mal me castigaban pasándome a una de niño.

- ¿Sufrió?

- Claro. Era el foco de las chanzas. Y no he ganado una pelea en la vida. Porque si me peleaba con los de mi edad venía su padre y me forraba a tortas.

- ¿Qué pie calza?

- Un 55 o 56.

- Ah, pues según Julia Roberts, hombre de pie grande...

- Me encanta cómo piensa Julia Roberts, ja, ja, ja.

- ¿Se le ha dado bien ligar siendo gigante?

- Fantástico. Pero no por cantidad sino por calidad. Con quince años conocí a Leticia, la que ahora es mi mujer. Y para qué quiero más. Somos un matrimonio de consenso, siempre y cuando yo le dé la razón. Leticia mide 1,84. Pero la altura nunca ha sido para mí una condición sine qua non.

- Bueno, con una de 1,60 no le veo...

- A quien no vería es a ella.

- ¿Se ha sentido alguna vez 'friqui'?

- Soy 'friqui' en muchas cosas. Por ejemplo, me he enganchado al curling. En mi casa no dan crédito. Pero el curling da mucho juego y tema de conversación. Y ayuda a ganar al Trivial.

- ¿Hay algo de su talla en este pequeño mundo?

- Nada, salvo los calcetines de ejecutivo y ciertos gayumbos.

- Romay, tiene usted fama de buena persona.

- Inmerecida. Hable usted con mis cuñadas...