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MARÍA FÉLEZ
Martes, 27 de agosto 2013, 01:28
Dentro del valle de Ocón existe un pueblecito con nombre de región bíblica que también quiere demostrar que puede ser uno de los mejores de La Rioja. A medio camino entre Logroño y Calahorra, se encuentra Galilea. Situada en la parte baja del valle desde donde pueden contemplarse los inmensos hayedos y pinares que coronan Sierra la Hez. Un paisaje majestuoso para un pueblo sencillo, humilde, trabajador. Así es Galilea. Un pueblo a caballo entre la tradición y la modernidad. Un pueblo que ha apostado decididamente por el futuro sin apartarse de los modos y costumbres típicos que han imperado a lo largo de su historia. Un pueblo abierto a cuantos desean visitarlo o establecerse en él.
Ellos dicen que Galilea es un pueblo para vivir y lo demuestran enumerando cada uno de los servicios con los que cuenta y alardeando de que allí se construyó una de las primeras piscinas de La Rioja, allá por 1967, («ni Calahorra entonces tenía piscina», cuenta una vecina) y la primera guardería de los municipios cercanos, en 1990 se dieron los primeros pasos para construirla, («luego fueron haciendo todas las demás», comenta otra).
Pero Galilea es mucho más que servicios. Galilea es vida y Galilea es historia. Hasta el 19 de mayo de 1865 esa historia hay que contemplarla unida a lo que, a lo largo de los tiempos, se denominó Tierra de Ocón. Pero después ya independizado el municipio fue escribiendo la suya propia.
La construcción del antiguo ayuntamiento, el arreglo de las carreteras que unían a Galilea con otros municipios en el gobierno de Sagasta, la construcción de las viviendas de los maestros, la creación del sindicato agrícola, la catalogación del archivo, la construcción del hogar del jubilado o la creación de la asociación Octaviolea son algunos de los hechos históricos de los que pueden estar orgullosos los vecinos de Galilea.
Pero los pueblos no sólo viven de historia por eso Galiela también tiene mucho que enseñar. Uno de los tesoros que mejor guardan los vecinos es la fuente del 'Cuco'. A lo largo de su existencia su estructura ha cambiado varias veces de forma hasta llegar a su situación actual. De ella se suministraban el agua nuestros abuelos cuando su conducción hasta los hogares era todavía una quimera. A ella acudían las mujeres de este pueblo, hiciese frío o calor, a lavar la colada y a comentar cualquier incidencia acaecida a lo largo de la semana. Su caudal siempre fue abundante como lo prueba el hecho de que, los vecinos de otros pueblos acudiesen con sus vasijas a proveerse de este líquido imprescindible.
También está la iglesia de San Vicente que se empezó a construir en la primera mitad de XVI terminándose la nave a finales de ese siglo o comienzos del siguiente. Dentro encontramos la capilla del Pilar, por méritos propios, uno de los jalones más elocuentes del barroco regional de comienzos del siglo XVIII. Pero Galilea también puede enorgullecerse de la Ermita en honor a la Virgen de Gracia, la talla de la Virgen o la casa del Arzopispo o las cartas reales con las que cuenta su archivo.
Paula Royo fue la encargada de presentar la candidatura por este municipio riojabajeño. Para ella «Galilea tiene todos los servicios que se pueden esperar de un municipio, es como una ciudad pero en pequeño». Además resalta que «somos gente alegre que nos gusta relacionarnos con los demás y que nos encanta que nos vengan a visitar». Entre el patrimonio intangible Paula no lo duda, ella se queda con una de las tradiciones más bellas de este pequeños municipio: «la danza del día de San Roque, no hay nadie en el municipio que no la haya bailado, es una tradición que va pasando de generación en generación». Además, añade, «también la ofrenda floral a la Virgen, todo el pueblo va con su ramo, sea grande o pequeño, a obsequiar a la Virgen».
Su hermana es Andrea Royo, presidenta de la asociación juvenil Octaviolea fundada en 1988 por gente joven con ganas de trabajar que preparan todas y cada una de las actividades culturales del municipio: talleres, excursiones, juegos, cine, disfraces... ellos pueden con todo.
Además es un municipio que no se olvida de los demás con recolectas para Operación Kilo, la asociación FARO o con contenedores de recogida de ropa, ni del medio ambiente con una buena inversión en placas solares y la colocación de la caldera del ayuntamiento de biomasa. Por otra parte su nombre les ha llevado lejos y cada año la embajada de Israel les invita a una recepción de gala. Y los monjes tibetanos... qué me dicen de su llegada allá por 2006. Si ellos eligieron Galilea para quedarse durante unos días es porque el pueblo lo merece ¿no? Sería por su tranquilidad o por la sonrisa eterna de sus gentes, pero algo tendrá de especial para que hasta ellos decidiesen pernoctar allí.
Y es que Galilea tiene todo lo que busca el vecino de un pueblo: los servicios que hacen la vida más fácil, la historia que hace que uno se sienta orgullos, las gentes que dan color, calor y la tranquilidad de vivir en medio del campo. Sólo les falta una cosa, el título de mejor pueblo de La Rioja, pero eso lo deciden ustedes.
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