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Ramón Madorrán, en el MIG 29, con la bandera riojana que llevó al espacio. :: L.R.
«Vi un planeta blanco, reluciente»
REGIÓN

«Vi un planeta blanco, reluciente»

El primer turista espacial español contempló la Tierra a 25 kilómetros de distancia: «Al llegar ahí, sentí que mi cuerpo ya no era el mismo» El riojano Ramón Madorrán narra su viaje a la estratosfera en un MIG 29 ruso

PÍO GARCÍA

Miércoles, 14 de agosto 2013, 00:51

A sus 73 años, el empresario riojano Ramón Madorrán, propietario de Ramón Óptica, ha vivido muchas cosas. Ha volado en globo sobre Kenia, se ha tirado en parapente, ha montado en avioneta..., sin embargo, el 23 de julio disfrutó del viaje más insólito de su biografía: un avión MIG 29 ruso le dio un paseo de 45 minutos por la estratosfera. El piloto lo recogió en la base de Nizhni Novgorod, a 400 kilómetros de Moscú, despegó, durante cinco o seis minutos marcharon tranquilamente, «a velocidad de avión», pero luego puso el aparato en vertical, encendió los motores a tope y subió de repente a más de 25 kilómetros de altura. «El estómago se me quedó pegado al asiento», recuerda.

Cuando recuperó el resuello y miró por el cristal, Ramón quedó maravillado: «Veía la circunferencia de la Tierra mientras el MIG la bordeaba y me pareció un planeta blanco, reluciente, con zonas muy brillantes... No sé, quizá fueran los polos o quizá no, porque nadie me lo explicó, pero la imagen era espectacular, hermosa... No puedo explicarlo». La visión, casi mística, se completaba con una dulce sensación física: «Me noté más relajado, sin presión, como si mi cuerpo ya no fuera el mismo».

Pero Ramón olvidó pronto la serenidad del astronauta. Tras unos minutos girando apaciblemente en torno al planeta, el piloto afrontó la segunda parte del viaje: un descenso en picado con varios tirabuzones de propina. «Eso no hay montaña rusa que lo iguale. Por grande que sea», exclama. De pronto, Ramón Madorrán se vio lanzado en vertical, entrando en la atmósfera y cruzando las nubes, como si fuera el incauto pasajero de un aviador kamikaze: «Sentí un formidable chasquido en los oídos. Pensé que se me iban a romper los tímpanos por la presión... Pero no tuve miedo -advierte- y fue sensacional. Son experiencias que no se pueden narrar».

Finalmente, Ramón Madorrán aterrizó de una pieza, con los tímpanos y el estómago en su sitio y con la convicción de haber almacenado en su retina imágenes que casi nadie ha podido ver. «Siento el pequeño orgullo de ser probablemente el español de a pie, sin contar a los astronautas profesionales, que ha subido más lejos». Y todo, encima, sin costarle un duro: fue el ganador del sorteo que una casa de lentes, Transitions, organizó entre las ópticas de toda Europa.

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