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LUIS JAVIER RUIZ ljruiz@diariolarioja.com
Domingo, 28 de julio 2013, 01:38
Panamá-Bélgica-Francia-España. Cuatro paradas y miles de kilómetros recorridos. La Ruta Quetzal BBVA despedirá este martes a los 227 expedicionarios procedentes de 50 países que han compartido tantas experiencias como kilómetros a lo largo del último mes y medio. Han tenido tiempo para todo... menos para aburrirse. Han llorado, han sufrido, han sido atacados por plagas de mosquitos, han soportado el clima tropical de Panamá... y han sido testigos privilegiados del debut europeo de la Ruta, que hasta ahora sólo había visitado España y Portugal. Un estreno con luces y sombras en el que han seguido los pasos de Carlos V, quizá el español más aborrecido en Gante. El particular hombre del saco de los niños belgas.
'De la selva del Darién a la Europa de Carlos V. La gran aventura del descubrimiento del Mar del Sur'. Ese ha sido el paraguas de la edición 2013 de la Ruta Quetzal BBVA. En ella, dos riojanos: José López de Murillas y Alicia Petreñas. Un futuro profesor de Infantil y una futura psicóloga que, reconocen, han vivido la experiencia de su vida... en su segunda intentona y gracias a sus respectivas madres. Ellas fueron las que les pusieron la 'zanahoria' delante de los ojos. El año pasado, los dos se quedaron fuera. La ruta les había reservado una plaza para el 2013. Su pasaporte, un elaborado poema sobre Vasco Núñez de Balboa (José) y una artística caja con vidrieras que representaba la selva del Darién (Alicia).
¿Cómo es la Ruta Quetzal BBVA? ¿Es dura? ¿Se sufre? ¿Cómo se vive en la selva? José y Alicia explican su paso por Panamá en el parque del Cincuentenario, en el corazón del barrio europeo de Bruselas, con la Ruta recién aterrizada en el país que vio nacer a Carlos V. «La selva fue más dura de lo que esperaba», reconoce José, que, como todos sus compañeros, todavía tienen pesadillas con el barro, los mosquitos... y él personalmente con las arañas -una le picó en el antebrazo y le provocó una reacción alérgica- y las hormigas que, dice entre risas, «no son como las de Logroño». Al menos no tan pacíficas. Alicia, es de las que se acuerda del ataque de los mosquitos en Playona: «Nos comieron vivos... les daba igual el repelente».
Son gajes del rutero. Anécdotas de un viaje que ninguno olvidará y que a todos les marcará de por vida. No es una exageración. Es lo que aseguran todos los que han pasado por la Ruta Quetzal BBVA. «Hay un espíritu rutero que te sorprende», dice Alicia mientras recuerdan su convivencia con las comunidades indígenas. Sobre todo en Sinaí. Allí estuvieron con la comunidad wounaan. «Se lo 'curraron' muchísimo en los talleres, en la comida... También en Playona. Nos dijeron que nos pusieron sus mejores comidas... otra cosa es que...».
Son los contrastes de la ruta. Los que los expedicionarios europeos sintieron al llegar a Panamá -en donde recorrieron el canal-; los que vivieron en primera persona los ruteros sudamericanos -sobre todo los indígenas- al llegar a la fría, seria y ruda Europa central. «Es como viajar en el tiempo», confirma José. Alejados de toda la tecnología que en el día a día les rodea -normas de la Ruta- «los primeros días son raros sin poder informarte... luego se te olvida todo». Incluso a Alicia: «Yo, que estoy todo el día enganchada al móvil, pensaba que lo iba a pasar peor... Al final lo que más he echado de menos ha sido una cama y una buena ducha». José, es mucho más práctico: «Poder ir a la cocina y comer lo que me apeteciera».
En Europa
El pasado 11 de julio, hacia las 12 horas, la Grand Place de Bruselas recibía a la Ruta Quetzal BBVA. La 'agenda' de los ruteros, maratoniana. Visitas, visitas y más visitas. En la ruta no se pierde el tiempo. En la ruta se aprende. Paseo por Bruselas y visita al Parlamento Europeo en donde los ruteros -sobre todo uno de ellos- fue capaz de sacar los colores a los europarlamentarios que no dudaron en 'venderles' las bondades del sistema bipartidista y de los peligros de los pequeños partidos. «Fue lo mejor de la visita al Parlamento Europeo», coinciden José y Alicia. José es más crítico. «Nos demostraron que para ellos somos insignificantes».
Pero en Bélgica a quien buscaron los ruteros fue a Carlos V. No es buen sitio para hacerlo. Apenas un busto en Brujas; quizá un parque en Bruselas; y sobre todo un recuerdo de su tiranía en Gante, su ciudad natal. «Viniendo de la selva, ves los enormes contrastes», apuntan José y Alicia. Contrastes como el inmenso puerto de Amberes que recorrieron durante tres horas; la espectacular arquitectura de ensueño de Brujas; la facilidad de las comunicaciones; o de las compras.
Y el punto final de la aventura europea, París. ¿Qué mejor día para visitar la capital francesa que el día 14 de julio? Probablemente ninguno. La Unesco -que declaró el programa de la Ruta Quetzal BBVA de interés universal- fue el anfitrión de los jóvenes antes de recorrer el corazón de París: torre Eiffel, Trocadero, Arco del Triunfo, Campos Elíseos, Jardín de las Tullerías, el museo del Louvre y Notre Dame. Los fuegos artificiales del día nacional despidieron a los ruteros que hasta este martes recorren Extremadura en donde visitarán Yuste, el lugar en el que murió el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ya convertido en Carlos I.
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