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Domingo, 11 de noviembre 2012, 01:48
Fernando García (Sevilla, 1951) sonríe de nuevo. Aunque sea una sonrisa con un deje amargo, con un poso de negrura que el tiempo es incapaz de borrar. «Eso no se olvida jamás, ni se pasa. Eso me lo llevo a la tumba. Ojalá Dios quiera que nunca te toque pasar por una cosa así». Su alma aún sangra cuando recuerda aquel día, aquella hora. Las ocho de la tarde del viernes 13 de noviembre de 1992. Miriam, su ángel de 14 años, llamó a casa. «Mamá, dile al papi que nos acerque a Coolor». Matilde, su madre (falleció de cáncer seis años después del crimen), le contó que su padre estaba en la cama con gripe. Y que no eran horas de ir a la discoteca. Nunca volvieron a oír su voz, nunca la vieron otra vez con vida.
«¿Por qué no la llevé? ¿Por qué no la llevé?». Dos décadas después, la frase aún retumba en el corazón de Fernando. Aunque el destino ha puesto en su vida a otro ángel. Lucía García, la nueva niña de sus ojos, la hija de 9 años que tiene con su actual compañera sentimental (de su matrimonio con Matilde también es padre de Fernando y Martín, de 32 y 28 años).
«Lucía es clavada a Miriam», confiesa su actual mujer. El padre sonríe cuando piensa en verla crecer, en envejecer a su lado... hasta que una sombra se cruza en su pensamiento. «No quiero ni plantearme cuando se haga mayor, cuando salga por la noche, cuando llegue tarde a casa... Miriam era mi vida, ella tenía pasión conmigo...». Y enmudece consumido de nuevo por la amargura.
Fernando ha dejado de ser el omnipresente personaje televisivo que durante años basculó entre la lucha por aclarar la verdad de la muerte de su hija y la polémica. Hoy todavía mantiene que Anglés y Ricart son dos cabezas de turco de una no desvelada trama de corrupción de menores con personajes poderosos implicados. En 2009 fue condenado a pagar 285.000 euros por injuriar a los investigadores del caso Alcàsser, aunque el pago lo afrontó finalmente Canal 9. Ahora pasa de puntillas sobre el tema: «Mi esperanza es que algún día se sepa toda la verdad».
Mientras tanto, ni olvida ni perdona. «No les guardo odio, porque eso lo único que me hace es daño. ¿Perdón? Es una palabra demasiado frágil y alguien capaz de hacer algo así, no lo merece. ¿Que me encuentro algún día a Ricart por la calle? No me preocupa...».
Fernando sale adelante con su fábrica de colchones de toda la vida. «Va mal, como todo en este país que se están cargando, pero va». La tienda de colchones que abrió justo enfrente de casa de los Anglés, en Catarroja, cerró hace años. «Por allí no pasaba nadie...». Para él, el 14 de noviembre, la fecha fatídica para Miriam, Toñi y Desirée, siempre estará maldito. «Lo único que esperas del aniversario es que pase rápido». Para Fernando es el infierno en la tierra. Hasta que el cielo se le abre con un solo gesto: una sonrisa de Lucía.
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