La artista María de Medeiros. :: EFE
CULTURA

«He perdido la vergüenza a usar la música como medio de expresión»

La artista portuguesa, que compagina sus carreras en el cine y en la música, presenta su tercer disco, 'Pájaros eternos'María de Medeiros Actriz y cantante

DARÍO MANRIQUE

Lunes, 5 de noviembre 2012, 01:21

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María de Medeiros (Lisboa, 1965) ha grabado su tercer disco como cantante, 'Pájaros eternos', que es también el primero en el que ha compuesto temas propios, con la ayuda de músicos españoles como el guitarrista Raimundo Amador o el productor cordobés Fernando Vacas. Cada canción del álbum, además, va asociada a una ilustración realizada por pintores y dibujantes de prestigio (de Javier Mariscal a Marjane Strapi), o incluso por ella misma. No extraña esa capacidad multimedia en una persona conocida sobre todo como actriz, pero que también es directora, pinta y, ahora, compone: «Mi padre es compositor de música clásica, pero también ha hecho películas y ha escrito un montón de libros, así que es algo bastante aceptado en la familia que todos tenemos varios modos de expresión», cuenta la portuguesa desde Avilés, donde actuó el pasado viernes presentando este trabajo basado en el jazz y la música brasileña, aunque también hay huellas de fado o flamenco, además de una versión de Adriano Celentano.

-¿Por qué tomó la decisión de lanzarse a componer, tras dos discos de versiones?

-No ha sido una decisión como tal. Yo vengo de una familia de compositores clásicos y escribir música me intimidaba mucho. Pero el encuentro, por ejemplo, con Raimundo Amador, me animó mucho: él me puso temas que tenía sin usar y quedé fascinada por uno de ellos, así que hice una letra y a partir de ahí fue surgiendo lo de escribir canciones, como un proceso natural.

-En su infancia tocaba el violonchelo. ¿Ha tenido alguna influencia esa formación clásica para lo que hace ahora?

-Sin duda, aunque es algo que no he usado desde hace muchos años. Pero la música siempre ha estado muy presente en todas mis actividades: escribo y dibujo escuchando música, el proceso de elaboración de las películas también lo hago mucho en función de la banda sonora y de canciones, etc. La música siempre ha estado ahí, pero de repente ahora he perdido la vergüenza a usarla como medio de expresión.

-Ha descrito 'Pájaros eternos' como «canción protesta indignada», pese a que curiosamente es un disco suave y elegante en lo musical.

-Es que hay muchísimas maneras de protestar. A veces es el silencio o la voz hablando bajito lo que puede sonar muy fuerte. En todo caso, es imposible no mirar esta situación tan injusta que vivimos en Europa, que no es la Europa de las culturas y el diálogo con la que soñamos. Al final, estamos en una Europa en la que los ricos aplastan a los pobres y se penaliza a los que tienen menos responsabilidad en este desastre económico.

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-Una de las canciones, 'Cougar Song', habla de ese concepto anglosajón de la 'cougar' (puma), la mujer madura que se relaciona con hombres más jóvenes. ¿Qué le atrae de esa figura?

-Soy una enamorada de los estándares de jazz o bossanova, y con toda modestia quise hacer una respuesta a la Garota de Ipanema, que es una canción escrita por unos hombres que ven pasar a una chica guapa. Yo quise hacérsela a un chico guapo, desde el punto de vista de la mujer que lo ve pasar.

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-Otro de los temas, 'Noche', es un homenaje a la vida nocturna madrileña.

-Siempre me ha fascinado la noche madrileña, yo creo que me quedé muy impactada cuando rodé 'Airbag'. Estaba alojada en el hotel Victoria, en [la céntrica plaza de] Santa Ana. Era verano y durante todo el día había un sol de plomo y la plaza estaba desierta del todo, pero a las cuatro de la mañana estaba a tope, con coches, multitudes... Para mí eso es la noche de Madrid, algo fascinante.

-Raimundo Amador colabora en un par de canciones. ¿Cómo se conocieron?

-En un programa de televisión. Simpatizamos mucho y daba la casualidad de que yo iba a dar un concierto al día siguiente en Sevilla, así que le dije si se quería pasar por el concierto a tocar algo, pero pensé que no podría o se le olvidaría. Pero no, se presentó al ensayo con Mundi, su hijo, y fue uno de mis conciertos más memorables. Y a partir de ahí nació este deseo de colaborar un poco más.

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-Agustí Camps, su marido, es productor ejecutivo del disco. ¿Es más fácil trabajar en familia?

-La verdad es que le debo mucho a mi marido porque si no fuera por él este disco no existiría. Él me apoyó mucho y lo organizó todo. Es un hombre muy contemplativo y, a su manera, un poeta.

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