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LUIS JAVIER RUIZ
Lunes, 25 de junio 2012, 02:50
Juntar a Francisco Rosa (Jerez, 1944) y a Luis Saiz (Cuenca, 1945) es reunir a dos buenos amigos. No hace falta invitarles a hablar. Ni siquiera hacerles una pregunta. Se lanzan al ruedo casi antes del saludo. Son los directores del IES Sagasta y del IES Hermanos D'Elhuyar. Directores, de momento. Su mandato tiene fecha de caducidad: el 1 de julio dejarán el cargo. El anticipo de otro adiós, el de la jubilación, que llegará dos meses después. «¿Qué vamos a hacer ahora, Paco?», pregunta Luis. «Pasear», responde éste entre risas mientras se abrazan.
La historia de Paco y de Luis es la historia (o buena parte de ella) de la Educación riojana. Durante más de tres décadas han visto cómo ha cambiado el país, la región, la sociedad y, por supuesto la educación: «Los institutos son el rompeolas de la sociedad. Todo repercute en ellos», dice gráficamente Luis.
Buscan en su particular 'disco duro' y recuerdan cómo nació el D'Elhuyar como masculino y como 'hijo' del Sagasta. También los problemas que Paco tuvo como director provincial de Educación -«lo viví como algo normal. Eran tiempos de cambio», dice-; cómo han cambiado aulas, estudiantes, educación...
No sólo les unen sus 'vidas paralelas'. Luis le 'debe' a Paco la dirección del D'Elhuyar: «Yo fui director a la fuerza. Un día Paco me dijo: 'Tú vas a ser director dos años'. Eran momentos en los que en este centro el deporte nacional era 'quemar al director'. Aquí hubo cinco directores en dos años...», dice entre risas. «No lo debió hacer tan mal... Lleva 21 años», completa Paco Rosa. Director por 'obligación'; no por vocación: «Eso sería una aberración; nadie nace con esa vocación», ríen.
El 1 de septiembre marcará un cambio vital para el que, reconocen, necesitarán tiempo para acostumbrarse. «Somos directores 24 horas al día y 365 días al año», explican. «Si tenemos que venir hasta a las 3 de la mañana cuando salta la alarma». Así, el plan para evitar que su reloj biológico les obligue a cumplir la rutina de las últimas tres décadas y acudir al instituto es «marcharnos de vacaciones; poner distancia». Aguilar del Río Alhama y El Puerto de Santa María.
Paco y Luis no sólo han sido impulsores de los cambios educativos de estas tres décadas; también testigos de excepción, lo que les permite desmitificar la realidad del alumnado: «Antes quien entraba en el Bachillerato era gente muy seleccionada y la sociedad era diferente. Ahora vienen masificados, hay muchas nacionalidades. Hay una percepción equivocada de cómo son los chicos. El 99% son extraordinarios», explica Luis. «Se mueven, son revoltosos; el problema sería que no se movieran. Son responsables y respetuosos», completa Rosa que bromea: «Antes estudiábamos porque no teníamos otra cosa que hacer; ahora tienen muchos estímulos».
Pero en 30 años lo que de verdad ha cambiado son las aulas. Sigue habiendo sillas, mesas y pizarra «pero las nuevas tecnologías han revolucionado todo». Tanto que son conscientes de que ellos mismos se han convertido en una especie de intermediarios del conocimiento. «Antes la única referencia para aprender era el profesor... Ahora no».
La charla deriva hacia otros derroteros. Si el Sagasta acapara programas deseados por otros centros; si Educación debería potenciar la oferta de D'Elhuyar; cómo han evolucionado las reformas educativas y las críticas que fueron recibiendo.
¿Y los recortes que se avecinan? Seriedad y una máxima: «No se puede hacer más con menos; se podrá hacer lo mismo, pero no mejor», sentencia Luis. Paco Rosa completa: «Parece que aquí nos han tratado mejor que en otros sitios», dice mientras Luis le interrumpe: «Casi, casi tenemos que estar agradecidos», ríen abriendo un debate que se prolonga. Y es que sus 77 años en las aulas les confieren suficiente autoridad como para opinar de todo. Son, digamos, dos sabios que se van.
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