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Jueves, 26 de abril 2012, 02:26
Entre los factores que influyen en las cualidades físicas del jugador, según su edad, está la velocidad. Es necesario comenzar su desarrollo en un intervalo de años muy determinado, de tal forma que si no se desarrolla en el momento oportuno no se podrá desarrollar posteriormente hasta límites óptimos.
El entrenamiento de la velocidad puede iniciarse en edades tempranas, en especial la velocidad de reacción. Los niveles de velocidad van en aumento llegando a alcanzarse los valores máximos alrededor de los 19 a 24 años.
Es fundamental el desarrollo armónico de la velocidad gestual y de la velocidad con balón, ésta se deberá ir adecuando al resto del trabajo.
De los 3 a los 8 años no debemos incidir directamente sobre la velocidad. El carácter lúdico explosivo de los movimientos a esta edad va a favorecer la práctica de acciones que mejorarán el desarrollo posterior de esta cualidad.
De los 6 a los 9 años, se produce un incremento de la velocidad. Los movimientos acíclicos se completan y la frecuencia motriz mejora notablemente. Se puede conseguir una gran mejora de la frecuencia y de la velocidad de movimiento.
De los 8 a los 10 años, es un período sensible para iniciar el desarrollo de la velocidad de reacción de ambos sexos. Se propone el método de relevos y juegos.
De los 9 a los 11 años, existen niveles de coordinación satisfactorios que favorecen el desarrollo de factores como la frecuencia y la velocidad gestual, aunque con carencia de fuerza.
De los 10 a los 12 años se mantienen las características del período anterior, y aparece la fase sensible para la mejora de la velocidad frecuencial y de movimiento en ambos sexos (fuerza- explosiva y fuerza- velocidad). Los tiempos de latencia y de reacción se van disminuyendo hasta aproximarse a valores de adulto.
En torno a los 11 y 12 años, es un buen momento para la realización de tareas motrices específicas de velocidad.
De los 12 a los 14 años, la fuerza adquiere índices mayores y se dan importantes diferencias en la coordinación, también llamada «torpeza adolescente», algo que limita la velocidad.
De los 14 a los 16 años, se adquiere la máxima frecuencia gestual de forma que se igualan los tiempos de reacción a los adultos.
El sistema anaeróbico láctico y la fuerza muscular se acercan al momento adulto (80%) por lo que es una buena etapa para la detección de talentos en pruebas que precisen máxima velocidad de reacción. A partir de los 14 años se debe enfocar el trabajo a ejercicios de fuerza-velocidad y a partir de esta etapa los métodos de entrenamiento son iguales que los de los adultos pero con un menor volumen.
A los 17-18 años se alcanza el 95% de la velocidad máxima, mejora notablemente la velocidad cíclica y el sistema anaeróbico se encuentra al 90%.
A partir de esta edad se estabiliza el desarrollo de la velocidad y en torno a los 25 años comienza a bajar si no se mantienen los entrenamientos de dicha capacidad.
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