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J. SAINZ
Jueves, 26 de enero 2012, 02:09
Contra la creencia de que si deseas algo con todas tus fuerzas lo conseguirás, Rafael Santandreu sostiene que «lo que te dará cierta felicidad es calmarte y no exigirte tanto». «Estamos enfermos de querer más y más», afirma este psicólogo cognitivo, que predica el camino hacia le felicidad a través del pensamiento positivo, la renuncia a lo innecesario y la aceptación de la realidad tal cual es. «Todos los que están mal -afirma-, depresivos, ansiosos... lo que tienen es , la tendencia a calificar de 'terrible' cosas que no lo son». Sorprendente y rompedor, el autor del exitoso libro de autoayuda 'El arte de no amargarse la vida' ofrece hoy en el Aula de Cultura de LA RIOJA-UNIR «las claves del cambio psicológico y la transformación personal».
-¿Estamos más dispuestos a amargarnos que a ser felices?
-Sí, tendemos más a la infelicidad y somos más débiles emocionalmente que nunca antes en la historia porque, aunque tenemos mucha preparación técnica, nos faltan preparación filosófica y valores para vivir en un entorno cada vez más complejo.
-¿Se puede aprender a ser feliz?
-Hay que cambiar la forma de pensar, darnos cuenta del montón de creencias irracionales que condicionan nuestro estado de ánimo [como por ejemplo, necesito tener a mi lado alguien que me ame, debo tener un piso en propiedad, si mi pareja me pone los cuernos no puedo continuar con esa relación, más siempre es mejor, la soledad es muy mala...]. Nada de eso es cierto y pensar así nos hace aún más débiles.
-Pero no todo son neuras nuestras; existen problemas reales, de salud, de trabajo, emocionales... que minan nuestra entereza.
-Todos esos son problemas muy pequeños en realidad.
-Eso no lo dirá en la cola del paro.
-Por supuesto que sí; los problemas no ayuda a solucionarlos. La economía es un problema nimio. En realidad todo cuanto necesitamos es comer, beber y algo de sexo, y todo eso no es muy difícil de conseguir hoy en España. Millones de personas en África y Asia están de acuerdo conmigo.
-Vale, hay que relativizar los problemas. Pero, ¿cómo puede eso ayudar a solucionarlos?
-Ayuda a no empeorarlos. Para actuar no es necesario dramatizar o estar acojonado.
-¿Y tampoco es cuestión de fuerza de voluntad? Según usted está sobrevalorada.
-Las cosas grandes se hacen por disfrute y no por obligación. La voluntad es una fuerza mediocre; el placer es mucho mejor. La vida es para disfrutarla. Y los hedonistas son más responsables a medio plazo.
-¿Está sobrevalorada también la felicidad?
-Podría ser. Ser feliz es un buen objetivo, lógico y legítimo. Pero en ningún sitio está escrito que haya que ser feliz. Y, en cualquier caso, no pasa nada si no lo consigues. Hay que relajarse, no somos tan importantes. Hay que plantearse los objetivos con más ligereza.
-¿Qué hay de las inquietudes humanas? ¿A dónde iría el mundo si nos tomáramos la vida así , a la ligera?
-Quizás el mundo lo que necesite sea precisamente que todos nos paremos un poquito porque no puede soportar tanta competitividad, tanta exigencia, tanto consumo por tener más que el vecino...
-¿Son incompatibles felicidad y conciencia? ¿Se puede ser feliz y buena persona?
-Es una pregunta extraña...
-Estoy pensando en solidaridad, en preocuparse y ayudar a los demás.
-No hay que ayudar; nadie necesita ayuda. Es una de esas creencias irracionales. En todo caso, lo que necesita la gente es que no les jodas. Ayudar a los demás es quitarles poder para resolver sus propios problemas. La mejor forma de ser solidario es ser feliz y compartirlo con los demás. Es el mejor regalo.
-¿Es usted feliz? Piense que si responde que no, todo su método quedará en entredicho.
-Soy notablemente feliz y esta filosofía me ha ayudado a abrirme mentalmente. La vida es un chollo si tienes la cabeza bien amueblada.
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