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Alba, en su taller de costura en el pasaje del Espolón. :: J. HERREROS
La reina de la aguja
NUEVOS RIOJANOS

La reina de la aguja

Albanur Cambindo Villanueva. Modista en Logroño

MAITE MAYAYO

Viernes, 30 de diciembre 2011, 10:22

Pocas prendas escapan a la destreza de los dedos de Albanur Cambindo, Alba para los amigos. «Mira, esto era un abrigo de piel y lo estamos modernizando como un chalequito sin mangas», dice. Su acento caribeño se desliza suave y tranquilo en sus palabras: 'Chiquillo', 'cariño' y un beso lanzado de despedida con una abierta y franca sonrisa son sus señas en su exquisito y dulce trato a su ya abultada clientela logroñesa. Desde su negocio de arreglos de ropa en el pasaje del Espolón, a la colombiana (de Cali valle) le cuesta ya remontarse en su vida. «Llegué a España creo que en 1998 y al año y medio traje a mi hija Alejandra, que también está en la tienda», dice.

Allí también vivía entre aguja y aguja. «Empecé a estudiar a los 12 años costura y enseguida, de menor, ya estaba trabajando en una fábrica muy grande. Trabajaba con el diseñador, yo le cosía y aprendí de todo». Pasaron muchos años y la empresa cerró. «Me planteé que debía forjarme un futuro y mi hermana que estaba en Zaragoza me animó a venir aquí», explica. Alba se ofrecía como modista en las tiendas de Logroño y se llevaba el trabajo a casa. «La cosa iba muy bien y me fui dando a conocer. Algunas de mis amigas me decían que me pusiera por mi cuenta y otras que si estaba loca. Al final, pensé: quien no arriesga un huevo, no tiene un pollo», sentencia, como siempre, con su radiante sonrisa.

Y acertó con la decisión: «Siempre que pasaba por el Espolón decía que algún día tendría mi negocio aquí». Ya va para cuatro años y todo marcha sobre ruedas: «No me falta trabajo. La crisis se nota porque la gente mira mucho. La ropa que se trae es de calidad y se moderniza, se le da otro aire», detalla. Y repasa con la mirada el colgador mostrando pantalones, camisas, vestidos y hasta abrigos de piel. «Hay de todo», resume. «Todas mis clientas son muy cariñosas. Yo también les trato con mucho cariño. Estoy muy agradecida a todos y, de hecho, me siento riojana de adopción», exclama.

Confiesa que echa de menos su país, al que solo ha vuelto una vez. «Esperaba que me tocara la lotería de Navidad para volver pero tendré que esperar a la del Niño». Y otra vez el gesto amable que lo llena todo. «Mira, tengo una anécdota: Una vez vino un señor que estaba alojado en un hotel e iba a una reunión aquí al lado y se le rasgó el pantalón. Se salió de la reunión y vino muy apurado. Le dije: 'Métete en el confesionario (probador) mientras te lo arreglo'», narra a la que algunos llaman la 'abuela del barrio'. «Me lo dice un dentista porque pego botones, arreglo cremalleras... Como una abuela».

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