
LUCÍA FUENTE
Martes, 12 de julio 2011, 02:39
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En tiempos de crisis hay que agudizar el ingenio más que nunca y un claro ejemplo de ello es Marthin. Tras un mes parado decidió hacer de su pasión por los animales su oficio. El amor por los canes le ha convertido en paseador de perros.
Militar de profesión, Marthin Sliwa vino a la capital riojana desde Polonia en busca de una vida mejor. Sin embargo, las oportunidades no le llegaron. «No encontraba trabajo. Además, no creo que haya futuro para poner un anuncio como albañil, las obras están paradas», comenta este polaco, quien tras un mes sin empleo decidió dedicarse a pasear perros.
La idea surgió gracias a su perra Jaga. «Me encanta pasearla -explica- y pensé que al no tener trabajo no solo tenía tiempo para pasear a mi perra, sino también a otros canes cuyos dueños no pudieran hacerlo». De esta forma Marthin, junto a otro amigo, decidieron montar un pequeño negocio de acompañantes de mascotas, Martin & Martin. «De momento tenemos solo dos animales por cabeza, pero esperamos que los clientes vayan llegando. Mucha gente no tiene tiempo para atender a sus mascotas y nosotros podemos ser su solución», remarca el polaco.
Tener un animal puede antojarse complicado debido al ritmo de vida estresante de la sociedad actual. Los perros necesitan dar dos o tres paseos cada día. No obstante, horarios inestables en las empresas provocan que a mucha gente le sea imposible tener una mascota y proporcionarle los cuidados que requiere. Sin embargo, cada vez son más las personas que desean tener un animal de compañía.
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De esta forma surge la figura del paseador de perros. Personas como Marthin que se encargan no sólo de pasear a los perros cuyos propietarios no pueden hacerlo, sino que además les proporcionan el ejercicio físico necesario para mantenerlos en forma. «Un pitbull, por ejemplo, necesita mucho ejercicio diario y si su propietario no puede proporcionárselo alguien debe hacerlo», asegura.
Marthin admite que muchas personas son «reacias» a contratar un servicio externo que cuide de sus animales, pero que, a veces, por cuestiones laborales acaban viéndose obligados a contratar un profesional que atienda a sus mascotas cuando no disponen del tiempo necesario para hacerlo ellos mismos. «Entiendo que a la gente no le guste dejar a su perro con otra persona. A mí también me costaría. Tu perro es un miembro más de la familia y cuesta, pero hay veces que tienes que hacerlo», confiesa.
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Para dedicarse a esta profesión todavía atípica en España una cualidad debe sobresalir por encima de cualquier otra: el amor por los animales. Característica que Marthin asegura tener. «Mis clientas saben que cuando me dejan a su perro está tan bien como con ellas», afirma. Pero esta no es la única cualidad que se requiere. El joven matiza que si alguien quiere ser paseador de perros «tiene que tener también mucha fuerza (física)». Asegura que «cualquiera no puede controlar la energía de un rottweiler o un dogo».
También señala que, por ahora, el negocio no es rentable. «No se puede vivir únicamente con el dinero de pasear perros, pero en estos tiempos cualquier ingreso es bueno», indica. Después de un mes desde que empezó en el oficio, Marthin afirma que está «encantado» con su trabajo y que sólo desea tener más clientes que le ladren.
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