TRIBUNA

Discurso(s) de la lectura (*)

«No valen disculpas para aquellos que diseñan programas 'educativos': no podrán esgrimir que desconocen la importancia esencial, la importancia radical de leer»

FERNANDO CARO GRAU

Lunes, 13 de junio 2011, 02:16

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El discurso 'Nobel' de Mario Vargas Llosa, 'Elogio de la lectura y de la ficción', me ha supuesto un inmejorable manantial de reflexiones. El reconocimiento de que la lectura fue la clave de su «ser», la clave de que MVLl haya dejado hojas perennes, escritas en español, para disfrute de la humanidad toda -la ficción literaria es universal por ser ficción-, me ha dejado una huella indeleble. Verdad.

Horacio Vázquez Rial, novelista, historiador y pensador hispano-español, español y argentino a la vez, reflexiona sobre la lectura. 'Leer' me evoca otras columnas de Agapito Maestre que tratan de ello. Si el hombre es lo que ha escrito -todos los libros-, las personas somos nuestras lecturas. De estas que señalo, en las que cada cual se aproxima a la lectura, al hecho esencial de leer, a su modo, brota mi 'Discurso', desconocedor de las muchas otras aportaciones habidas, sin duda, a la cuestión.

MVLl lo hace con referencia al «universo» de la Literatura. Lo declara desde el propio título de su discurso 'Elogio de. y de la ficción'; su desarrollo lo corrobora: «La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura».

MVLl relata como tomó y recorrió el camino que desde el Colegio La Salle de Cochabamba le llevó a recitar palabras cargadas de saber, repletas de verdad, al recibir universal reconocimiento.

'Leer' de HVR, tan fecundo como sutil fedatario de lo que nos acontece y rodea, a la vez que heraldo de aquello que se vislumbra, es de otro tenor. HVR dice acerca de las formas de leer: «Se lee poema a poema, de ser posible en voz alta, en compañía. Así fue como yo empecé a leer poesía...», aunque ahora la lectura sea «.para mí una actividad íntima».

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Dice acerca de los modos de hacerlo: lecturas mecánica, comprensiva y de «re-creación» de lo leído. Y dice que «.se adquiere el hábito y hasta la adicción a la lectura, tan pronto como se ve que es posible identificarse con el escritor o con sus personajes: tan pronto como se ve que las palabras. revelan algo. profundamente propio». Verdad.

HVR atribuye a la literatura poder de fascinación, para, yendo más allá, afirmar: «Saber es vivir, leer es vivir. La voracidad lectora no es una manía ni una costumbre: responde a un hambre real. ¡Se parece tanto a la pasión amorosa!.».

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AM aplica su esencia de filósofo a la crónica de la 'polis' cuya vida disecciona y pinta en textos que son cuadros escritos. De su finura analítica brota un vastísimo repertorio de artículos de los que unos pocos, toscamente, cito.

AM, reseñando a Montaigne, escribe en una ocasión: «Leer es un placer. O leemos por placer o no leemos.». En otras asegura: «Leer un libro es, antes que nada, una forma de vivirlo. De gozarlo. Delicioso es siempre el placer de la lectura. Nos da vida. Vivimos otras vidas. Leer, pues, es vivir más. He ahí las grandezas de la literatura.». O que «La buena lectura revive y repiensa. Y recuerda. El goce de la lectura se define, como todos, por el recuerdo. Leer quizá no sea otra cosa que desarrollar el prodigio de la conciencia libre». En fin, dice AM: «.leer a los maestros pensadores de los siglos pasados [. Es] es una forma de combatir la mentira a la par que asistimos al nacimiento de una sabiduría feliz». Verdad.

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El filósofo rebasa el 'universo' literario cuyos hilos le envuelven pertinazmente.

Tres modos diferentes, aunque próximos, de observar el hecho de leer: desde la literatura hasta la filosofía transitando por los caminos de la historia y de la crónica, sin rupturas ni discontinuidades. Modos que complementan el que me ha sido propio por razón de mi formación: mis obligadas lecturas fueron textos 'científicos', abruptos en ocasiones, relacionados con esa ciencia tan bella como es la Física.

Y este último modo merece ser reconocido en todo lo que de esencial representa. Porque respecto del hecho de leer hemos de convenir que:

-Solo podemos leer aquello que está escrito. Obvio. Y que dicha posibilidad, tal y como hoy la conocemos, es un invento muy reciente: surge con Gutemberg, precisamente en el seno de la Europa forjada en torno al Mediterráneo. Europa vuelve a ser madre de otro hito, el que propició la acumulación de conocimientos acerca de lo que somos, de lo que nos rodea y de la ficción que llamamos literatura, a escala 'industrial'.

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-Nuestra visión está mediatizada por la 'circunstancia' de aquí y ahora, la que aporta el 'universo' de referencia en el que 'somos' y en el que convivimos necesariamente. En él destaca la enorme acumulación de saber amalgamado en lo que llamamos 'progreso'.

Y el saber lo es porque estando escrito, se puede leer. Es más, hemos de leer pues solo así proseguimos ese camino de acumulación que, repito, desencadenó la mecanización de la escritura y que nos permite ser como somos, disponer de lo que se nos ofrece y enjuiciar como lo hacemos, aquí y ahora.

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MVLl, HVR y AM dicen verdad, verdad que se 'soporta' en lo que acabo de señalar: también, y en primer término, leemos por pura necesidad para, aprovechando el saber acumulado, conocerlo, 'ser' y quizás, seguir leyendo hasta crear ficción.

Saber acumulado que nos permite que aquí y ahora la Literatura puede constituirse en universo, lo que resulta a todas luces no solo admisible sino necesario, siquiera como mero recurso literario. Ya no valen disculpas para aquellos que diseñan programas 'educativos': no podrán esgrimir que desconocen la importancia esencial, la importancia radical de leer.

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