El imperio de un hombre que atravesó Europa transportando hormigón

Nació en Nestares hace 80 años. Dionisio Ruiz Ijalba marida sus tres pasiones: el trabajo, el vino y el ciclismo. Este incansable emprendedor se ha formado y forjado a sí mismo.

Comenzó como transportista para una empresa de hormigón y de sus viajes por Europa aprendió entonces que la construcción estaba en alza y que España estaba muy retrasada, por lo que los áridos serían buen negocio.

Partió de cero, con jornadas laborales, que aún hoy mantiene, de 13 y 14 horas. La primera planta de hormigón de la región la puso en marcha hace 38 años. Hoy sigue siendo el alma de un grupo de empresas dedicadas al transporte, los áridos, la construcción y el vino, que emplea a más de 250 trabajadores.

Su vida es el hormigón hasta el punto de que su cerebro 'discurre' en metros: «Mi cabeza es un ordenador para lo mío y funciona en metros cúbicos trabajados», bromea. «Todos los días voy o llamo a las plantas para saber los metros que se han hecho y se han vendido».

Del hormigón nació también otra de sus pasiones, el vino, gracias a la restauración de las graveras. «Arrancábamos viñas viejas y extraíamos la grava». «Luego allanábamos y, mientras la gente plantaba almendro o girasol, yo volví a hincar viña».

Fue el germen de Viña Ijalba, una bodega con identidad propia y con numerosos premios por restauraciones medioambientales y por la recuperación de uvas perdidas como la maturana tinta y blanca.

Dionisio deja huella allá por donde pasa, como en el ciclismo, su otra gran afición, con el histórico patrocinio de un equipo de aficionados (Viña Ijalba): «Voy en bici desde hace casi 40 años, cuando entonces no tenían ni frenos», recuerda este incansable empresario.