MARÍA JOSÉ GONZÁLEZ
Jueves, 27 de enero 2011, 08:46
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Sí o sí. El Gobierno de España aprobará mañana la reforma de las pensiones. Cierto es que la propuesta del Ejecutivo aún puede ser matizada por los sindicatos (reclaman que el periodo de cotización exigido para cobrar el cien por cien de la pensión sea inferior a los 40 años) o ajustada por los grupos en el trámite parlamentario. Sin embargo, el documento final no variará sustancialmente en sus aspectos «fundamentales y nucleares», es decir, en la ampliación de la edad de jubilación obligatoria de los 65 a los 67 años, se apresuró a advertir ayer el Ejecutivo.
En cualquier caso, esta reestructuración del modelo español obedece a la necesidad de anticipar una solución a un problema no tanto coyuntural (el empleo, ergo los cotizantes, se recuperará más pronto o más tarde con la salida de la crisis), como estructural (el envejecimiento de la población). Ahora bien, lo que los analistas auguran no es un crecimiento excepcional del colectivo de mayores de 65 años a medio plazo, sino una contracción de la población en edad de trabajar, es decir, de la que está llamada a financiar las futuras pensiones. Y La Rioja no escapa a esta evolución.
Según el último estudio demográfico publicado por el Instituto Nacional de Estadística, la comunidad habrá perdido dentro de diez años 16.000 habitantes en el colectivo entre los 16 y los 64 años de edad, hasta situarlo en 172.964 personas. Por el contrario, contabilizará 8.149 nuevos mayores de 65 años que, sumados a la cifra actual, arrojarán un total de 66.330 personas.
Estos datos permiten extraer dos conclusiones. Por un lado, La Rioja del 2020 será una región que agregará un nuevo pensionista por cada dos personas en edad de trabajar que pierda. Y, por otra parte, si en la comunidad hay en la actualidad 3,3 habitantes en edad de trabajar por cada perceptor de un subsidio (2,2 si sólo se cuentan los 125.167 que cotizan a la Seguridad Social), dentro de diez años esa ratio se habrá reducido a 2,7.
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Otro dato que viene a corroborar que el problema no está tanto en un aumento extraordinario del colectivo de los más mayores como en la retracción de la población activa se encuentra en la evolución que han registrado las pensiones de jubilación y viudedad en la región durante la última década. En concreto, el número de pensionistas ha crecido desde el 2000 en 7.650 personas (un 13%, hasta llegar a los 56.573), una cifra claramente en línea con la progresión augurada en términos absolutos para el próximo decenio.
En la actualidad, el gasto mensual para pagar a los pensionistas riojanos (incluyendo los perceptores de incapacidad permanente, orfandad y favor familiar) asciende a 47,9 millones de euros, prácticamente el doble de la factura que representaba hace diez años (24,4 millones).
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