La rioja

Emblemas e insignias de la ciudad de Logroño

La Administración reclama singulares y espaciosos inmuebles con capacidad para reagrupar servicios

LUIS SÁEZ ,

Domingo, 23 de enero 2011, 12:08

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Las administraciones públicas mantienen diseminadas por Logroño decenas de dependencias, algo que encarece notablemente su funcionamiento y multiplica la exigencia de recursos humanos. La peor atención a los ciudadanos, obligados en ocasiones a un irracional peregrinaje por la ciudad; menor productividad funcionarial, dada la imposible polivalencia del personal en dependencias dispersas, y el pago de altos alquileres por el uso de espacios privados plantean a los gestores públicos una necesidad de agrupar servicios.

El Gobierno central, como ya recogieron estas páginas, mantenía repartidos el pasado año sus 61 servicios periféricos en casi medio centenar de dependencias. Y alguno de ellos acarrea un exigente arrendamiento: la nueva Oficina de Extranjeros (Jorge Vigón, 72) tiene un coste para el Estado de 120.000 euros anuales por alquiler del local y reformas emprendidas. El Gobierno regional, por su parte, receptor en la última década de un incesante traspaso de competencias del Estado, ha vivido un difícil acomodo de sus nuevos y amplios servicios. Este diario plasmaba hace cuatro años el propósito de la Administración autonómica de agrupar los servicios de Empleo y Hacienda, repartidos en cuatro sedes.

Esta semana, Diario LA RIOJA se hacía eco de un informe de la Delegación del Gobierno que plantea su interés por el Banco de España para transformarlo en un «buque insignia» que integre buena parte de la Administración General del Estado. El presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, expresaba, por su parte, una posición favorable al traspaso del inmueble a la creciente Administración autonómica, necesitada de «edificios emblemáticos». El inminente cierre efectivo, el 31 de mayo, de la sede bancaria abre un dilema sobre su destino futuro. Y a ello se suman las interrogantes del 'efecto dominó' que supondrá la futura construcción y traslado del Palacio de Justicia al antiguo Hospital Militar de la calle Murrieta y que liberará dos céntricos edificios: la actual Audiencia Provincial y su edificio anexo para dependencias de juzgados.

La alusión a espacios singulares, edificios emblemáticos o buques insignia plantea un primer interrogante sobre su significado. «Algo que hace singular o representativo a un edificio es su enclave en la ciudad, que respire, que vaya acompañado de un espacio público o que tenga, por ejemplo, posición en esquina», opina el arquitecto logroñés José Miguel León, asaltado por este diario al respecto. El Banco de España, Hacienda, la Consejería de Salud o la Audiencia Provincial cumplen tal requisito. La importancia del Palacete del Gobierno regional, en El Espolón, radica en que se trata de un edificio aislado y céntrico.

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La ciudad se nutre de nuevos edificios, «porque los necesita», y de la reutilización de lo existente, «que aprovecha la memoria de la ciudad», precisa León. Entre los que nacen con vocación institucional se encuentran, además de los apuntados, la Gota de Leche (inicialmente laboratorio municipal), Correos, cuartel de la Policía Nacional, Delegación del Gobierno o la Hacienda del Estado. Un planteamiento que da un salto cualitativo en el periodo democrático con tres destacados ejemplos de modernidad: el actual edificio del Ayuntamiento de Logroño, el Palacio de Congresos Riojafórum y el Centro Tecnológico de La Rioja en La Fombera.

Transformación de usos

Paralelamente, Logroño ha vivido un paulatino aprovechamiento de inmuebles de uso residencial que pasan a institucional y que hoy llenarían una larga lista de edificios representativos que han sobrevivido a la piqueta: Palacio de los Chapiteles, Palacio de Monesterio, Archivo Histórico, las sedes de los colegios profesionales de arquitectos, aparejadores, ingenieros industriales o periodistas y la casa de la imagen. «El propio Palacete del Espolón era una vivienda a finales del siglo XIX y también lo era el Palacio de Espartero, hoy Museo de La Rioja», recuerda José Miguel León. Mención merecen también dos de los más notables cambios de uso: el antiguo convento de La Merced, luego fábrica de tabacos, transformado en Parlamento de La Rioja, biblioteca pública y sala de cultura Amós Salvador, y la reconversión de la fábrica de Estambrera en Consejo Regulador del Rioja, que supone otro de los últimos ejemplos de buen hacer.

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Algunos importantes trenes ha perdido la ciudad en estos años. La falta de audacia ha pesado en la ausencia actual de un 'frente institucional' en El Espolón, con un palacete que estuvo arropado por otros dos chalés y disfrutaba de la posibilidad futura de crecer con espaciosas dependencias de nueva edificación en los laterales de Duquesa de la Victoria y Calvo Sotelo.

Otros trenes estuvieron a punto de descarrilar. A mediados de los años ochenta se planteó la reconversión para uso residencial del edificio de la Beneficencia, la 'Bene', hoy, tras su rehabilitación, emblemática sede de las consejerías de Educación, Cultura y Deporte, y de Vivienda y Obras Públicas. El inmueble pasó el trance de un concurso para recinto ferial y palacio de congresos, con derribo incluido. Por otro lado, el Palacio de Monesterio, que hoy acoge los servicios de la Tesorería de la Seguridad Social, es contemplado como signo de distinción de la ciudad tras una incesante búsqueda de promotor institucional que duró dos décadas.

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¿Y qué trenes estamos todavía a tiempo de perder? La lista es larga. No parece ser el caso de la sede del Banco de España, que cuenta con destacados avalistas. Pero la pertinaz ausencia de respeto a la historia urbana que ha presidido la ciudad no invita al optimismo al hacer un fugaz repaso. El cuartel de la Policía Nacional de avenida de Viana pasará a manos municipales una vez se produzca el traslado, este año, de los efectivos policiales a las nuevas instalaciones de Pradoviejo. Pese a su valor histórico, arquitectónico y dotacional, nada hace presagiar un final feliz. La Audiencia Provincial, por otro lado, está en los planes de ampliación de las dependencias de la Hacienda del Estado, pero no es visible la intención de respetar su cotidiana edificación. Y el edificio de Correos se halla huérfano de pretendientes institucionales, pese a su carácter emblemático, y sólo la iniciativa privada podría sacarlo del atolladero. Félix Revuelta, presidente del Logroñés y empresario propietario de Naturhouse, medita su reconversión en hotel de cinco estrellas.

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