«Kafka era un escritor muy malo, pero muy malo muy malo»

-¿La peor influencia que un escritor puede tener es la de Kafka?

-Kafka hace mucho daño. Me parece un escritor absolutamente admirable, un hombre entrañable, al que todos adoramos, pero con peligro de muerte. Pobre del que lo imite, primero porque se nota muchísimo. Además, Kafka era muy mal escritor, pero muy malo muy malo. Por eso no quería publicar nada y pedía que lo quemaran todo a su muerte. Una vez dije eso ante un auditorio y estuvieron a punto de matarme in situ. Pero también dije que levantara la mano el que hubiera leído entero 'El castillo', incluso 'El proceso'. Todo el mundo ha leído lo del gusarapo este, 'La metamorfosis', pero ¿quién ha leído algo más? En los cuentos es fantástico, pero como novelista se quedaba a la mitad. Quizá no tuvo tiempo de evolucionar, se murió a los 40 años. A los 50 a lo mejor Kafka habría sido Thomas Mann, pero nos ha dejado una imagen redentora, como Jesucristo, que hace suyos los pecados del mundo en el terreno literario.

-¿No le da hastío entrar en una librería y ver los estantes llenos de novelas históricas?

-Son modas pasajeras. La novela histórica siempre ha estado en los estantes de las librerías. La Historia es una excusa estupenda para lo que sea. Por ejemplo, para la novela erótica disimulada bajo las costumbres licenciosas del Imperio Romano en decadencia. Pero la novela histórica ha dado cosas tan buenas como 'Guerra y paz' o 'Los miserables'. Es como la novela sentimental, que va desde 'Madame Bovary' hasta última la birria del quiosco. No hay género condenable.

-En su novela analiza la realidad con los ojos de un extraño. ¿Es una actitud vital suya?

-Creo que sí. Los escritores nos convertimos en la medida de lo posible en testigos objetivos e imparciales de la realidad, y esa es nuestra obligación.