La Policía Local procedió ayer a colocar un vallado de seguridad ante la preocupación de los vecinos colindantes. :: MIGUEL HERREROS
LOGROÑO

Parte de la cubierta del 146 de la calle Mayor, propiedad del COAR, se cae por falta de mantenimiento

La crisis paralizó el proyecto con el que el Colegio Oficial de Arquitectos preveía recuperar el edificio tras una década de total abandono

JAVIER CAMPOS jcampos@diariolarioja.com

Martes, 12 de octubre 2010, 11:30

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Años de abandono y falta de mantenimiento que, de golpe y porrazo, el paso natural del tiempo ha vuelto a situar en el mapa de edificios 'condenados' en el Casco Antiguo. El derribo de parte de la cubierta del número 146 de Marqués de San Nicolás (calle Mayor para logroñeses y turistas) el pasado domingo obligaba al Ayuntamiento de Logroño a la instalación de un vallado de seguridad en la esquina con Cofradía del Pez y, al mismo tiempo, instar a su propietario a asumir sus responsabilidades y solucionar el problema de un edificio que apunta a ruina.

El caso no pasaría de ser uno más si el propietario del inmueble en cuestión no fuese el mismísimo Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja (COAR), quien deberá decidir en su próxima junta de gobierno qué hacer con un edificio en el que ya hace algunos años fue necesario sanear un mirador que, dando al patio interior donde ahora se ha registrado el derrumbe, amenazaba con venirse abajo ante su mal estado.

¿Paradójico que suceda siendo el COAR responsable?, pregunta el periodista. «Paradójico, no... Al final es exactamente lo mismo que cuando ocurre en una propiedad de cualquier otro particular: se trata de edificios vacíos sin peligro alguno respecto a su uso al encontrarse completamente cerrados», responde Alfonso Samaniego, nuevo presidente del COAR.

Y es que, pese a todo, se da la circunstancia de que el Colegio Oficial de Arquitectos llegó a solicitar licencia de obra para acometer un proyecto, redactado hace años, que convirtiese el inmueble cercano a la sede colegial en unas dependencias complementarias destinadas a usos como archivo, sala de exposiciones y oficinas. Sin embargo, tal y como reconoce Samaniego, la crisis económica y el consiguiente parón del sector han obligado a toda una institución como el COAR a guardar el citado proyecto de recuperación en el fondo de un cajón.

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A la espera de decidir la actuación más idónea, y con el propio Ayuntamiento pendiente de incoar expediente de oficio, lo único seguro es que, se opte por el apuntalamiento momentáneo o por el vaciado del edificio, las fachadas del mismo deberán ser salvaguardadas de la pala de las excavadoras y de los martillos neumáticos al 'gozar' de un nivel 3 de protección. La actuación, ahora sí, ya no puede esperar más.

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