I. RUBIO
Jueves, 19 de agosto 2010, 11:18
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La tradición se cumple en Nalda durante las fiestas de la Virgen y San Roque, aunque haya sufrido variaciones para respetar la legislación vigente. Es la carrera de gallos, una tradición que ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos. Ya no hay gallos vivos desde que en 1996 tuvieron que ser sustituidos por unos de plástico. Aún así, los vecinos de Nalda siguen amando una tradición que se ha hecho muy popular en toda La Rioja.
En torno a las 18.30 horas, cuando el sol aún pegaba fuerte, los vecinos empezaron a agolparse en las zonas situadas en torno al antiguo campo de fútbol. La música llamaba a acercarse y la gente no pudo resistirse a presenciar un espectáculo que despierta más de una sonrisa entre sus asistentes cuando observan los distintos intentos de los participantes.
Desde el siglo XII
Dicen que esta tradición se remonta al siglo XII, aunque haya otras fuentes que afirman que surgió hace tres siglos. La dinámica del acto no es compleja, pero destaca por la espectacularidad de unos jinetes que manejan a su antojo a los caballos que cabalgan. A cada pasada, los participantes deben levantarse de sus caballos para hacerse con uno de los gallos de plástico que se encuentran colgados en un mástil. A la par que van fallando, los intrépidos concursantes van siendo eliminados de la prueba.
Quince jinetes
La edición de este año contó con 15 jinetes, pero sólo uno de ellos fue el elegido: el cigüeño Aitor Roldán. El de Lardero no es nuevo en esto de conocer la victoria. Hace tres años se hizo con el trofeo y ha ganado tal galardón en tres ocasiones. Eso sí, Aitor no lo tuvo nada fácil ya que tuvo que hacerse con 6 gallos en 6 pasadas, de las cuales dos correspondieron a la disputada final contra Rocío Lázaro. El premio que consiguió fueron 300 euros y un trofeo, que recibió del alcalde de Nalda, Domingo Ruiz.
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Aitor Roldán desvela su secreto: «Enfilar bien el caballo, centrarte en el gallo que vas a coger y engancharlo con todas tus fuerzas». Para el ganador, el momento más difícil está claro: «Coger el gallo». Quizá parezca obvio, pero la respuesta se entiende perfectamente cuando uno se acerca a presenciar la tradicional carrera de gallos.
Tras muchos trotes, todo quedó en eso: en coger unos gallos de plástico colgados de un mástil, que no es poco.
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