Las mujeres alfareñas y de toda España envían cinco mil vendas a través del Taller de Misiones Virgen del Cortijo de Murillo. :: E.P.
ALFARO

Cinco mil tesoros de algodón

Las mujeres de Alfaro confeccionan vendas para las leproserías de Calcuta

E. PASCUAL

Miércoles, 7 de julio 2010, 02:31

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Durante este duro invierno, medio centenar de mujeres alfareñas se han afanado en una de sus aficiones, el punto de aguja. Una a una, con un trabajo incalculable, han ido confeccionando a mano más de 5.000 vendas, cien por cien de algodón. Desde la tranquilidad de sus hogares saben el honroso destino de su afición: las leproserías de Calcuta.

India, junto a la zona amazónica de Brasil, es uno de los lugares donde se refugian los enfermos de hanseniase, de lepra, la llamada enfermedad de la vergüenza en una sociedad que rechaza las leproserías. Allí, una venda que cure las mutilaciones para evitar que surjan úlceras es un lujo. «Son como el agua para cada enfermo», las describió en una conferencia el año pasado la especialista en enfermedades tropicales Antonia López.

Desde hace tres años, conscientes de esta realidad, un grupo de alfareñas, coordinadas por la Asociación de Mujeres de Alfaro (Adema), se dedica a confeccionar pacientemente estos tesoros. «Queremos agradecer a todas las mujeres, tanto las socias de Adema, de la Asociación de Viudas San Ezequiel Moreno y particulares, todo el trabajo dedicado a esta importantísima labor», aplaude María Jesús Galán, presidenta de la Asociación.

Los frutos de este trabajo solidario son más de 5.000 vendas que viajarán en agosto a Calcuta dentro del contenedor lleno de medicamentos y otros productos necesarios que fleta el Taller de Misiones Virgen del Cortijo de Murillo de Río Leza -en los tres años anteriores, Adema las enviaba a través de un grupo de voluntarios de Zaragoza que trabaja en las mismas leproserías-.

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Ante la necesidad de curar las mutilaciones todos los días, su confección a mano y en algodón, con hilo cedido por Adema, las convierte en un tesoro aún mayor pues pueden ser reutilizadas tras hervirlas, algo que no ocurre con las comerciales. La confección de una venda grande, de unos 80 centímetros de longitud, precisa más de diez horas de dedicación a aguja. «Hacen falta de distintos tamaños, porque afecta a personas de todas las edades, además de que hay que cuidar que haya pequeñas para dedos, mayores para piernas.», explica Galán.

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