Entre Europa y Europa, el Naturhouse llama a la puerta del mejor del mundo, el Ciudad Real

Naturhouse y Ciudad Real han hecho este fin de semana cosas parecidas. Los dos han jugado, el domingo, en competición europea. Los dos sacaron buenos resultados, y los dos se encuentran el martes. Pero mientras unos, los riojanos, llegarán a la ciudad manchega en la madrugada del mismo martes tras una paliza de autobús-avión-autobús, los otros, los locales, llevan allí unos días: en avión privado fueron a Eslovenia, y en avión privado regresaron el mismo domingo por la noche.

Es sólo un ejemplo, una señal de las diferencias que hay entre el súper clase del balonmano europeo y el Naturhouse La Rioja. La lista de las distancias no termina, empezando por una plantilla en la que hay más de 10 jugadores que, individualmente, cobran tanto como medio equipo riojano. O sea: con dos sueldos de Ciudad Real haces un Naturhouse. Y si ésa fuera la única ventaja...

Porque Ciudad Real se ha convertido en el mejor equipo del mundo no sólo por una cuenta corriente con muchos ceros, sino por algo más. Otros como el Barça, o el Kiel de otros años, han tenido cuentas incluso más abultadas. Pero les falta algo que sí tiene Ciudad Real: un ansia competitiva y un juego colectivo que sólo se explica por el gran trabajo del tándem Dujshebaev-Raúl González en el banquillo.

Además, Ciudad Real ha ido elaborando un equipazo con talonario, sí, pero también con criterio. Fichando jugadores con calidad y caros, pero también con posibilidades de crecimiento y atendiendo a las necesidades del colectivo. Así es el rival del Naturhouse de esta noche. Grande, y por muchas cosas.

¿Y el Naturhouse? Los jugadores del Naturhouse correteaban ayer por la mañana por las playas de Dunkerque, y se sumergían en las heladas aguas del Mar del Norte para recuperarse de la paliza del domingo. Los sobreesfuerzos como el del partido ante el Dunkerque le cuestan caros a esta plantilla. Si, además, los esfuerzos vienen seguidos de una paliza de viaje, todo se hace más duro.

Porque el equipo franjivino salía ayer de Dunkerque hacia el aeropuerto de Charleroi a eso de las 12 de la mañana, para coger horas más tarde un avión que aterrizaría en Zaragoza hacia las siete. Allí les esperaba su autobús, para llevarles directamente a Ciudad Real. Más de 500 kilómetros, seis horas largas de carretera. Después, esta mañana, el único entrenamiento específico que va a realizar el Naturhouse para preparar este partido. Y luego, a las 20.45, a jugar al Quijote Arena.

No son las mejores condiciones para afrontar un partido que de por sí ya tendría pocas posibilidades de salir bien. Pero es que, además, el Naturhouse estará inevitablemente algo distraído.

Porque todos saben que dentro de cinco días, el domingo, este equipo, este club e incluso esta ciudad van a encarar algo que se presenta como una oportunidad casi única. La ocasión de meterse en las semifinales de la Copa EHF en la primera participación de un club riojano en competición europea.

Es evidente que si el partido no va de un modo inesperado -es decir, a no ser que los riojanos se encuentren metidos en la pomada hasta el final- Jota González acabará reservando a sus piezas más tocadas para el domingo. Y también es evidente que los propios jugadores acaban priorizando, aunque sea de manera inconsciente, cuándo merece la pena un sobreesfuerzo titánico que, a la postre, tiene muchas posibilidades de quedar en nada.

Así llega el Naturhouse a Ciudad Real: cansado, viajado y algo distraído. Es cierto que mayores sorpresas ha visto el deporte, pero al fin y al cabo las sorpresas lo son porque ocurren pocas veces.

El equipo volverá a Logroño tras el choque. Allí, mañana, empieza la cuenta atrás hacia otra gran tarde del deporte riojano, ésa que puede poner al Naturhouse entre los cuatro mejores de la EHF. Un logró que es más factible tras el empate en tierras galas.