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Ha habido un goteo constante de riojanos -muchos niños y adolescentes-, pero sin largas filas. A las tres de la tarde, hora de inicio de la vacunación sin cita previa en el CIBIR, unas 45 personas aguardaban su turno en las inmediaciones del punto de vacunación, los primeros desde una hora antes.
Dentro, el equipo encargado de las logística ultimaba los preparativos en el espacio habilitado en la cafetería del centro de investigación, reconvertida en centro de vacunación hasta que concluya la campaña que permanecerá en funcionamiento de lunes a jueves.
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Irene Martínez Zapata
El ritmo de llegada se ha mantenido con apenas una veintena de personas a la espera, la mayoría logroñeses rezagados o que hasta ahora no habían querido o podido vacunarse, así como adolescentes o menores de 12 años cumplidos. La espera se aligeraba mientras hablaban del calor, del verano o de si sería Moderna o Pfizer, porque antes de salir los primeros, pocos lo tenían claro.
Tampoco Feli Aragón, de 58 años, pero le daba igual el nombre: «Cuando venía he pensado 'madre mía la que me espera', creyendo que habría mucha gente, pero no hay tanta». Cuando le llamaron en su momento, en junio, no pudo ir. Ese día y a la misma hora que había sido citada para la vacuna, tenía que llevar a su nieto a clases de baile y consideró que la vacuna podía esperar. «Luego llamé varias veces por teléfono, pero no me cogieron y dejé de insistir», señala, aunque reconoce no es muy partidaria de la vacuna y no ha puesto mucho de su parte. «Ha sido mi prima la que no ha dejado de insistirme y al final le he hecho caso».
Eran cerca de las tres y media cuando Carlos Bea, de 27 años y estudiante de Grado Superior de Comercio Internacional, se veía forzado a abandonar la fila después de más de media hora de espera. Salían los primeros con el pinchazo y pronto se corrió la voz de que se estaba inyectando Moderna. «No sé qué hago aquí, yo soy de Pfizer. Me pusieron la primera hace tres semanas, pero para la segunda no me llamaron, yo insistí, pero no hubo manera, por eso he decidido venir...», comentaba resignado.
Susana Alegría, de 41 años, respiraba sin embargo aliviada. Todo cuadraba. De vacaciones en su Logroño natal, le llegó la notificación para ponerse la segunda dosis de Moderna en Madrid donde vive. «Allí te citan de un día para otro, y me tocaba el lunes, pero estaba aquí con mis padres». Cuenta que leyó la noticia de esta vacunación libre en el periódico y pensó que era su oportunidad. «Así que llevo una mezcla de los dos sitios », bromeaba mientras avanzaba en la fila acompañada por su padre y su bebé de tres meses.
Esto va «rapidísimo», era el comentario de Julia Méndez, de 42 años y ya vacunada hace semanas, que iba con sus hijas gemelas de 12. «Hemos estado de vacaciones y no nos venían bien las fechas pasadas...». Entre los protagonistas de la fila, padres que acompañaban a sus hijos, gente sola, grupos de amigos y parejas: como Carlos Álvarez y su pareja. Programador en una empresa logroñesa, pasó el COVID en abril y el martes pasado debía haberse puesto la primera y única dosis, pero se le olvidó. «Fue un descuido, así que esta segunda oportunidad no la he dejado pasar», señalaba sin importarle si finalmente el pinchazo iba a ser de Janssen, Moderna o Pfizer. «Me da lo mismo».
La mayoría llegó en coche, otros andando, en autobús o dando un paseo. No había prisas, hasta las 9 de la noche había tiempo. En todos los casos el trámite fue rápido: llegaban, enseñaban su DNI y, sin necesidad de estar empadronado en Logroño, accedían a la salita, donde tres enfermeras y dos administrativas se encargaban de todo el operativo. Luego, como mucho, quince minutos de espera.
La mayoría ni eso. Manolo Gómez se enteró por un grupo de amigos. «No quería, pero aquí estoy, al final lo hago porque en el trabajo me han pedido que me la pusiera», señalaba este empleado de una empresa de mercancías.
Julia Calleja, de 21 años y estudiante de Medios Audiovisuales en Badajoz, llegó con su padre Antonio, ya vacunado. «Pregunté en mi centro de salud si podía vacunarme en Logroño y me dijeron que sí, pero que tenía que llamar por teléfono, pero no me lo cogían, entonces decidí esperar a volver a Badajoz, pero hoy justo me he enterado que me la podía poner aquí, así que nada, he venido y todos mis problemas se han solucionado de repente».
Inmaculada Marco, encargada de vacunación del Hospital San Pedro, hacía un balance positivo del primer día de vacunación sin cita previa en el que mantuvo un buen ritmo de vacunación. «No esperábamos grandes filas, la mayor parte de los riojanos opta por la cita previa y la autocita. Esta 'tercera ventana de vacunación' está pensada sobre todo para gente que se ha quedado rezagada, ha tenido problemas para dejar su puesto de trabajo o gente joven que no se ha metido en la autocita». Según confirma, se va a vacunar con Moderna y «más adelante se decidirá si se cambia».
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