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Lunes, 22 de marzo 2021, 21:42
El fútbol ha estado en la vida de Diego Martínez, entrenador del Calahorra, desde que nació. «Vengo de una familia muy futbolera y creo que me llamo Diego por Maradona, aunque mi padre dice que no», expone antes de recordar que empezó a jugar de portero en el Loyola para después pasar al Agoncillo, de Tercera División. «Siempre estaba más preocupado de hacer crecer al equipo desde mi parcela que mi mejora como jugador», cuenta. «Siempre he intentado dirigir, mandar y de ahí sale esa vocación de entrenar a un equipo», añade.
Su faceta en los banquillos arranca con una propuesta de Miguel Ángel Caro. «Me dice que les eche una mano y que coja un equipo, tenía 17 o 18 años, y lo acepté sin saber que en ese momento iba a descubrir una de las ilusiones más grande de mi vida», relata. Veinte años después, Martínez se muestra encantado.
El riojano cuenta que, además del trabajo que se ve cada fin de semana en La Planilla o donde le corresponda jugar al Calahorra, hay una intensa labor detrás. «Vemos cuatro o cinco partidos cada semana y diseccionamos al rival que nos toque», expone. «Tenemos una cantidad de información exagerada», apostilla.
Martínez asegura sentirse «muy satisfecho» con el perfil de jugadores que se ha encontrado a lo largo de su carrera y reconoce tener muchas amistades surgidas en los vestuarios. Mirando al futuro, el riojano únicamente se pone una meta: «Quiero ser feliz». No se marca más metas que el domingo siguiente. «Para mí era un sueño entrenar en Segunda B y lo he conseguido», sentencia. «A partir de ahí, lo que venga será bienvenido, pero siempre con los pies en el suelo», remata.
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