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Hace un año, un médico valenciano jubilado, Carlos San Juan, lanzó la campaña «Soy mayor, pero no idiota» para reclamar una mejor atención de los bancos a sus clientes de mayor edad. Las entidades financieras habían aprovechado la llegada de la pandemia para cerrar a ... cal y canto las sucursales, abandonando a los ancianos a la intemperie digital. El virus se fue, pero la estrategia continuó. La campaña de San Juan generó una inmediata corriente de simpatía. Tanto el gobierno como las principales entidades financieras aseguraron que recogían el guante. Se comprometieron con mucha solemnidad a buscar una solución.
Un año después, el guante sigue en su sitio. Ni siquiera la administración pública, que debería dar ejemplo y velar por todos los ciudadanos, se muestra amable con las personas mayores. «No vale la buena voluntad. Hay que dar cursos, hay que facilitar el acceso», reclama Juan Sepúlveda, secretario general de la Federación de Pensionistas de CC OO. Sepúlveda está en Logroño para presentar los datos del Observatorio Social de las Personas Mayores que recopila el sindicato. En él se traza un dibujo completo de la situación de este sector poblacional, cada vez más numeroso y cuya expansión plantea retos no siempre bien atendidos.
En España, las personas de 65 a 74 años muestran una notable soltura en el manejo de algunas aplicaciones, sobre todo las de mensajería instantánea (Whats App), pero se dan contra un muro cuando se enfrentan con los trámites de la administración, la banca electrónica y el comercio 'on line'. «La era digital nos ha atropellado. A la hora de comprar por internet, por ejemplo, tenemos miedo, vemos cómo se dan estafas...», apunta Sepúlveda.
Las cifras de manejo de las nuevas tecnologías caen en picado a medida que se asciende por la pirámide demográfica. Mientras que casi siete de cada diez ciudadanos entre los 65 y los 74 utilizan con frecuencia Whats App, la cifra cae al 26% cuando hablamos de las personas que superan los 75 años. Y todavía es menor el porcentaje de osados que se atreven a sumergirse en los oscuros mares de la banca por internet (el 13%). «Dependemos muchas veces de que un hijo o un nieto nos eche una mano», denuncia Sepúlveda.
En La Rioja, los problemas de acceso a la administración pública alcanzan niveles desesperantes, especialmente a la hora de acceder al Instituto Nacional de la Seguridad Social. El secretario autonómico de la Federación de Pensionistas de CC OO, Eusebio Marín, recuerda que se habían reunido con las dos últimas delegadas del Gobierno, María Marrodán y Beatriz Arraiz, para pedir que al menos volviera a darse atención presencial al que lo solicitara. «Marrodán nos dijo que tenía una solución fácil y lo mismo Beatriz Arraiz. Pero van pasando los meses y no se hace nada. Creemos que falta voluntad política». El secretario general del sindicato, Jorge Ruano, ha recordado que en el INSS existe un problema de personal que la administración debe afrontar: «Hay un 25% de plazas que no se han cubierto y siguen sin cubrirse. Es imposible que así se pueda atender ni lo digital ni lo presencial, que es lo que estamos reclamando. Necesitamos defender más lo público para atender al conjunto de la ciudadanía». En cualquier caso, Ruano censura que la propia administración cree «barreras de acceso» para los grupos de mayor edad: «Tiene que haber puentes para facilitar los trámites», expone.
El informe del Observatorio Social de las Personas Mayores de CC OO aborda, además de la brecha digital, cuestiones urgentes como la atención sanitaria, las pensiones y los recursos asistenciales. «El envejecimiento de las sociedades, que va a agudizarse, no es un problema para los mayores, sino un reto para toda la sociedad, para el Estado», resume Sepúlveda.
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