Que cocine Rita

En 'La Gran Familia', en torno al abuelo, interpretado por José Isbert, se sentaban a la mesa padres, hijos y nietos mientras ellas ultimaban el puchero en la cocina. Era una imagen de cine reflejo de la realidad de entonces que poco a poco se ha ido diluyendo. Ni las familias son por lo general tan numerosas ni hay tanto tiempo para dedicarse en cuerpo y alma a los fogones.

Las costumbres han cambiado y en los últimos años en las fechas navideñas cada vez más familias optan por los restaurantes para juntarse y dejar que cocinen otros. Y no solo en Nochebuena y Año Nuevo. «También se ha notado en Nochebuena y Navidad», explica el presidente de la asociación de Hostelería Riojana integrada en la FER, Francisco Martínez Bergés.

En la última noche del año y en el primer día del nuevo ya era habitual trasladar el banquete familiar a un restaurante, pero no tanto en Navidad. Quizá, explica Martínez Bergés, en esta ocasión es que también han abierto más establecimientos porque «la gente necesita facturar y porque es verdad que hemos cambiado los hábitos».

«Antes –cuenta– nuestras madres cocinaban para toda la familia y ahora vamos a que nos lo den hecho. Nadie quiere hacerse responsable de mantener a toda la familia mientras uno o dos trabajan y el resto se divierte».

Por lo demás, el resto de establecimientos hosteleros de la región miran la noche con cierta incertidumbre. Se ve mucha gente por la calle y el tiempo, además, acompaña, pero lo cierto es que cuando los hosteleros miran la caja descubren que «la facturación no es para tanto, ni mucho menos el gasto que aparenta ser», apunta Martínez Bergés. Y es que «hay horas pico en las que sí hay mucha gente, pero también hay muchas horas vacías». Así ocurrió en Nochebuena, mucha afluencia de público, pero se acabó rápidamente».

De cara a Nochevieja, señala el presidente de los hosteleros riojanos, «no se ha vendido todo». No obstante, confía en que continúe el buen tiempo y la gente salga a la calle porque «eso nos ayuda a vender, aunque el gasto no es lo que aparenta». Calcula que se retomarán las cifras de 2019, pero en público, no así los beneficios por la subida de los costes energéticos y de los precios en general. De hecho, «ya vemos muchos locales traspasados, en venta o cerrados», indica.

La situación de los hoteles en estas fechas es muy dispar, explica Demetrio Domínguez, dueño del Hotel Victoria de Arnedo y presidente de la Asociación Riojana de Hoteles, integrada en la FER. Algunos establecimientos que tradicionalmente celebraban cotillones, como el Balneario de Arnedillo, repetirán este año, otros se han sumado a la iniciativa y algunos, como es su caso, han decidido cerrar por vacaciones. «Es una manera de apretarnos el cinturón; además le das vacaciones al personal y eso también es un ahorro emocional». En la decisión también pesa el incremento de los costes energéticos que en muchos casos no se atreven a repercutir en los clientes «con lo cual, la rentabilidad no compensa».

«De niveles prepandemia nada –zanja Domínguez–, se llenan las bocas cuando se dice eso. Ya no solo vale medir viajeros y pernoctaciones, habría que medir rentabilidades». De ahí que, «a día de hoy tendríamos que tener 150 clientes para tener la misma rentabilidad que antes con 100», señala.

• Temas
• Comercio
• Gastroeconomia
• Nochevieja