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IÑIGO MUÑOYERRO
Miércoles, 27 de mayo 2020, 12:32
La sierra riojana de la Demanda oculta en sus profundos barrancos y sus laderas más norteñas parte de los mejores hayedos y robledales de la península. Algunos de los más bellos y extensos están en zona de la sierra de San Lorenzo, coronada por 'dosmiles' que reciben altas precipitaciones de lluvia y nieve durante gran parte del año. Allí nacen los torrentes Matute, Valvanera y Tobía, que confluyen en el Najerilla. Y allí, entre los monasterios de Valvanera y San Millán de la Cogolla, se encuentra la aldea serrana de Tobía, puerta de entrada al hayedo de El Rajao.
Duración: 2h.45' Los horarios detallados deben ser tomados siempre como orientativos, ya que cada persona tiene su ritmo de marcha y una preparación determinada que repercuten en esa velocidad. Están calculados sobre una velocidad media y sin contar paradas. De todas formas, el objetivo de una excursión nunca debe ser cumplir con unos horarios predeterminados o establecidos por terceras personas, sino encontrar un ritmo de marcha adecuado a cada uno y que permita disfrutar del paseo.
Distancia: 10,50 km
Desnivel positivo: 340 m
Severidad del medio: 1
Dificultad orientación: 1
Esfuerzo necesario: 2
Es una reserva natural que ocupa las pendientes laderas de los Pancrudos y protege un extenso bosque mixto de robles, hayas y pinos silvestres. Este otoño de climatología caprichosa ha permitido que llegue hasta estas fechas en su máximo esplendor. Los riojanos conocen y visitan el hayedo. Para el resto de senderistas será un descubrimiento.
Cuenca del río Najerilla, en la sierra de La Demanda. Entre San Millán de la Cogolla y Valvanera.
Nájera. LR-113 a Baños de Río Tobía. Continuar hasta Bobadilla. En la salida, desvío a San Millán y luego a Matute y Tobía. La zona de recreo El Rajao está a 8 km del pueblo. Se alcanza por una pista asfaltada.
No hay bar ni restaurante en Tobía. Sí en Bobadilla, Baños de Río Tobía y San Millán de la Cogolla.
Estamos en la cuenca del río Najerilla, donde tributan sus aguas los arroyos de Matute, Valvanera y Tobía. Todos nacen en las altas cumbres de la sierra de San Lorenzo, unos montes que reciben altas precipitaciones de lluvia y nieve durante el invierno lo que favorece la presencia de grandes manchas de bosques mixtos de hayas y robles.
Atrás queda Tobía, con su fuente e iglesia, entre casas dispersas. Algunas antiguas, muchas con el entramado medieval. Estamos en un pueblo ganadero que vive de las vacas y los caballos. Es antiguo. La primera cita documental data del año 1014, en la donación del rey don Sancho el Mayor al Monasterio de San Millán de la Cogolla. Y el 28 de Mayo de 1040 se inscribía como villa en la escritura de arras del rey García el de Nájera a su esposa doña Estefanía.
El barranco del arroyo Tobía
La carretera (pista asfaltada) se introduce en un bosque cerrado que no se abre hasta llegar al Rajao. Sube paralela al torrente Tobía, un río joven con las orillas cubiertas de avellanos, temblones, alisos, sauces y mimbreras. El refugio forestal aparece (derecha) en el único claro de la excursión. Aparcamos en la zona recreativa con mesas y sillas, entre avellanos, espinos albares y endrinos. Los asadores están clausurados. El refugio es un edificio cuadrado, de una sola planta, con chimenea para hacer lumbre. Está abierto y limpio. No tiene ni luz ni agua.
Letreros indicadores del recorrido de El Rajao. La guía indica que hay que subir de frente, por la pista que se interna entre los rebollos y gana altura con rapidez. El problema es que no permite calentar las piernas. Y al ser este un recorrido para todos los públicos buscamos la comodidad. Por eso es aconsejable echar a andar por la pista que sube paralela al arroyo.
Camino casi oculto por las hojas muertas, sombreado y húmedo que remonta entre una selva de hayas de todos los grosores y alturas. El haya es un árbol que elimina el sotobosque y solo en los calveros medran el acebo, el abedul y el cornejo. El arbolado nos envuelve. Apenas hay sonidos. Los pájaros se ocultan y solo si hemos salido temprano y caminado con sigilo podremos sorprender a algún venado o corzo. La pista sube y se encajona entre las laderas cubiertas de hayas.
La mina del Río
Al rato el tiempo es aleatorio- alcanzamos un cruce. A la izquierda, entre la hojarasca se aprecia la boca de la Mina del Río. Junto a la Mina del Fresno, río abajo proveía de hierro a la ferrería del pueblo. De aquella actividad quedan los muros de la fundición en la salida de Tobía.
Un último esfuerzo y el camino llega a una amplia curva. De frente se divisa la ladera arbolada de los Pancrudos, 'dosmiles' de complicado acceso. El camino se rienta al NE y el aire se vuelve más tenue y seco. Una zona repoblada de pino silvestre para la obtención de madera ocupa un tramo del hayedo. Y pronto aparecen los robles. Rebollos de gran porte salpicados con alguna encina. En las zonas incendiadas prosperan los abedules oportunistas y los cornejos. El sotobosque se cierra con jaras, enebros y rosales. Es el reino del jabalí, que marca territorio con sus cagarrutas negras.
La pista llanea o sube de manera ligera durante kilómetros. Las vistas sobre la ladera opuesta del barranco cubierta de hayas hasta la cima es impresionante. Ni casas, ni hombres ni ruidos. Naturaleza pura. Un desvío a la izquierda que sube a La Pradilla. Estamos en la cota más alta de la excursión. Hora de descender primero entre hayas impresionantes y luego entre robledal más cerrado hasta el refugio. El arroyo Tobía, enmarcado de avellanos, sauces, abedules y álamos temblones corre rumoroso a nuestros pies. Debajo de la casa forestal hay una fuente. Al ser este un bosque visitado por los riojanos, junto a la pista hay dispuestas pequeñas áreas de descanso con merenderos.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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