Sumergirse en Rioja (casi literalmente)
Enoturismo | La Rioja, belleza interior ·
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Enoturismo | La Rioja, belleza interior ·
El turismo del vino ya no son sólo visitas a bodegas y catas, sino que ofrece una experiencia completa que incluye sensacionesAl igual que las uvas son estrujadas como parte del proceso de elaboración del vino y el hollejo, el raspón o las pepitas dejan su impronta en el producto final, quien visita La Rioja con un objetivo enoturístico exprime también al máximo la experiencia y se deja llevar por mucho más que catas y visitas a bodegas. Así, se marcha de la tierra con nombre de vino con olores, sabores, texturas y sensaciones que van mucho más allá de una copa de vino o un paisaje.
Quedan todavía muchos que desconocen que las experiencias que el enoturismo riojano ofrece empiezan a ser abrumadoras y, para muchos, sorprendentes.
Rutas del vino, 195 bodegas de la DOCa abiertas al enoturismo, bodegas centenarias, contemporáneas, familiares, calados, naves de crianza, botelleros eternos, museos, patrimonio, catas maridajes, tratamiento de belleza con vino, participar en la vendimia, en el pisado, viajes en globo... Y viñedos. Más de 65.000 hectáreas de viñas dispuestas a mostrar no sólo su belleza, sino su sabiduría. Y el paisaje, cuya mano mece las cepas y es responsable también de que el Rioja sea Rioja.
El paseo por las más de 600 bodegas que hay en Rioja permite contemplar la evolución de este producto, sobre todo desde que se establecieron las grandes bodegas en el siglo XIX hasta llegar a las más modernas, con espectaculares diseños, ideadas por grandes arquitectos, pero conservando en su interior la tradición que aprendieron de sus abuelos.
La Rioja es líder como destino enoturístico nacional, y eso que el 29,8% de las bodegas han comenzado en este campo en los últimos 5 años, según se extrae del 'Monitor de enoturismo de la DOCa Rioja'. La media de años que las bodegas llevan dedicándose a ello es de 13. El enoturismo forma ya parte de los balances y, de hecho, las inversiones de los últimos años están siendo millonarias. Y eso se nota en la respuesta que los turistas han tenido:las cifras de visitantes aportadas por las bodegas permiten calcular un total de más de 850.000 visitas en 2019, lo que supone un aumento de más de 200.000 visitantes respecto a 2016.
Un buen enoturista debería volver en diferentes estaciones a La Rioja. Todos conocen las viñas en la época de vendimia, momento de mayor actividad y en otoño, cuando los colores se vuelven rojos, verdes y amarillos intensos. Pero una viña nevada es también un espectáculo y el invierno alivia los tumultos de las calles y las bodegas más concurridas. Y lo mismo ocurre en verano.
¿Cuántas bodegas se deben visitar para conocer La Rioja? La respuesta debería ser que casi tantas como las que hay. Una de las cosas que más sorprende al visitante es que cada bodega no es sólo un vino (o varios), es una historia, una familia, un ritmo, un futuro. Uno puede tener que levantar la mirada para alcanzar a ver las infinitas naves de barricas o los depósitos colosales de las más grandes, o tener que agachar la cabeza y juntar los pies para poder bajar a los calados más laberínticos que se puedan imaginar.
El mundo del Rioja es prácticamente infinito, tanto que puede abrumar. La mejor forma de acercarse a él es planificar un recorrido que incluya disfrute, aprendizaje y diversión. Planteamos aquí una visita de tres días, aunque esta puede durar cuanto se quiera.
Primer dia. El primer contacto obligado es la calle Laurel o San Juan de Logroño. Así se puede pasear entre bares que son casi vinotecas donde el visitante podrá ser aconsejado ante tanta oferta. Lo mejor, dejarse llevar y permitir que quienes conocen el producto encuentren el más adecuado a su paladar.
Segundo día. Amedia hora en coche de la capital está un imprescindible de la cultura enológica riojana: el Museo Vivanco de la Cultura del Vino, situado en Briones. Aquí conocerá los métodos de elaboración, la fabricación de barricas, botellas, el transporte, los vinos del mundo, la historia del vino. Antes de comer (con vino) una buena idea puede ser un curso de cata adaptado a su nivel en cualquiera de las bodegas de la zona, donde además dan a conocer en profundidad el proceso de elaboración. Una opción puede ser acercarse hasta Haro, al Barrio de la Estación, un enclave que presenta la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo. La tarde se puede reservar para conocer los viñedos de la zona a pie, en bici, a caballo e incluso en piragua por el Ebro o en globo.
Tercer día . Ya en La Rioja Baja, la ruta del vino Rioja Oriental puede comenzar en Aldeanueva de Ebro, en cuyo museo del vino se realizan visitas guiadas, donde se explica la elaboración tradicional del vino en esta zona de Rioja. Se puede ver también alguna pequeña bodega doméstica.
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Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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