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Un joven asistente al Metaverse Day recorre los decorados de este evento al que estaban invitados las principales marcas del universo cripto. REUTERS
Jóvenes devorados por las criptomonedas

Jóvenes devorados por las criptomonedas

La adicción a invertir en productos de riesgo se abre paso y causa estragos entre los más inexpertos. Eventos como el celebrado en Madrid hace una semana prometen dinero fácil, pero para quien no reprime su impulsividad pueden desatar un infierno

Domingo, 4 de septiembre 2022, 00:08

Desde luego no se puede decir que pasara desapercibido. El MundoCrypto Metaverse Day, celebrado en Madrid el pasado fin de semana con asistencia de 7.000 personas, la mayoría jóvenes, arrastraba desde su convocatoria una sombra de sospecha por tener detrás una empresa sin licencia para captar inversiones. También varios chiringuitos financieros con los que el padre de la criatura, el canario Mani Thawani, se había esforzado en marcar distancias para dejar sin argumentos a sus críticos pero que estaban presentes en el auditorio del WiZink Center; instrumentos todos ellos de una escenografía levantada en el altar de la «libertad individual», el emprendimiento y, sobre todo, el dinero fácil.

Thawani había sorteado las quejas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) alegando que el objetivo de la cita no era hacer negocio, sino enseñar cómo manejarse en el proceloso mundo de las divisas digitales y la tecnología blockchain, un universo donde sólo en España ya ha incursionado el 9% de la población y en el que los usuarios de las plataformas de compraventa de criptomonedas se han multiplicado por once desde 2020. El Defensor del Pueblo pidió abrir una investigación, de la que hizo partícipe a la Comunidad de Madrid, admitiendo a trámite una queja por una actividad cada vez más extendida entre menores de edad y adultos jóvenes, un semillero abonado con promesas de beneficios rápidos. Tres días más tarde se conocía que la organización deberá devolver a todos los asistentes los 49,35 euros cobrados en concepto de reserva por un evento que se promocionaba como gratuito.

Permisividad social. Ver a una persona en las tragaperras causa rechazo, pero si adquiere bitcoins, aunque sea de modo compulsivo, se le supone afán emprendedor y hasta prestigio. «Y no debería ser así, el azar está presente en ambos actos», dicen los expertos

El evento madrileño ha coincidido con la eclosión de un fenómeno, el de la adicción a las criptomonedas, que los expertos detectaron antes de la pandemia pero que en los últimos meses ha avanzado a un ritmo galopante. Es evidente que no todo el que invierte en activos digitales tiene un problema, pero ganar mucho, rápido y de forma fácil -o la posibilidad de lograrlo- entraña un potencial adictivo muy elevado. «Afecta a todas las edades, como corresponde a una actividad que se puede llevar a cabo 'online' y para la que basta un móvil», advierte Consuelo Tomás, psicóloga directora del Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones.

«Así como en la crisis de 2008 muchos adultos se engancharon a la Bolsa, ahora hay una franja de edad, entre 18 y 23 años, que está irrumpiendo con fuerza. Chavales que en algunos casos venían de las apuestas deportivas -y en los que se está produciendo un desplazamiento de su adicción- y otros sin antecedentes de juego que están empezando a invertir de manera compulsiva. Y lo están haciendo sin ningún tipo de conocimientos financieros, buscando unas ganancias inmediatas, ajenos a que estas divisas digitales tienen un componente de azar y no dejan de ser una apuesta».

Créditos rápidos

No es lo mismo ver a una persona en las tragaperras o arrastrando su ebriedad por las esquinas que adquiriendo bitcoins desde un ordenador, porque a este se le presupone cierto prestigio social, incluso un afán emprendedor. Pero la realidad no es así. Al centro de Consuelo Tomás «llegan sólo varones -quizá las mujeres tienden más a buscar asesoramiento- con altos niveles de impulsividad y la creencia errónea de que cuando ganan es por sus conocimientos y cuando pierden culpa de los mercados o del humor con que se haya levantado el magnate de turno. No asumen que este mundo se rige por una volatilidad muy grande, que hay proyectos que son directamente estafas y que igual que te enriqueces de un día para otro la ruina sobreviene con igual rapidez».

Sin límites. Cajero de criptomonedas en un centro comercial de Madrid. efe

Invertir no es apostar, sino hacer un análisis racional, diversificar los productos que merecen nuestra atención para reducir riesgos y, sobre todo, poner unos límites, «Quien queda atrapado en esta dinámica invierte lo que tiene y lo que no tiene, porque incluso pide prestado para seguir invirtiendo, llegando al punto de empeñar objeto personales sin el conocimiento de la familia», desgrana Consuelo Tomás.

Lo sabe muy bien Luis Z., nombre figurado de un chaval de 18 años de Valladolid que acaba de dejar atrás meses de pesadilla, incluidos créditos rápidos que le acabaron asfixiando como una soga «y que te concedían con poco más que mostrar el carné». Perdió 1.200 euros, lo que para una familia humilde y un chaval que aún es bachiller, es un roto importante. Sus relaciones no tardaron en resentirse. «Pasaba los días pegado al móvil y las noches en vela, pendiente de si el bitcoin bajaba o subía, de no perder oportunidades...». Hasta que «todo estalló» y la realidad surgió diáfana. «La situación se me había ido de las manos y comprendí que tenía un problema gordo de verdad. Jamás he sentido alivio más grande que cuando se lo dije a mis padres».

LAS FRASES

«En cuanto tuve la mayoría de edad pedí dos créditos rápidos. Estaba siempre pegado al móvil y en vela a las noches, pendiente de si subía, si bajaba... Terrible»

Luis | Adicto de 18 años

«Estos adictos serán un 5% de los que tratamos, pero es que hay un periodo de latencia. Cuando empezó la cocaína, pasaron 10 años hasta ver consultas llenas»Consuelo Tomás Inst. Valenciano de Ludopatía y Adicciones

Antoni Gual | Centro Bonanova

«No invierten según un análisis racional. Buscan ganancias rápidas y si fracasan, entran en una carrera por recuperar lo perdido a toda costa»

consuelo tomás | instituto valenciano de ludopatía y adicciones

Javier L., 32 años, es ajeno a la biografía de Luis, pero vive en la misma ciudad y tampoco revela su nombre auténtico. En su caso fueron 40.000 euros, un dinero que «desapareció» tras sucumbir a ese canto de sirenas «que prometía duros a cuatro pesetas». Primero perdió todo lo que tenía ahorrado, luego empezó a pedir préstamos animado por un amigo... En cinco meses, su vida se fue por el fregadero. «El problema es que crees saberlo todo y no tienes ni idea de nada. No es que no puedas dejarlo, es que no renuncias a recuperar lo perdido y te vas hundiendo más y más». A su pareja la da por perdida y en cuanto a los amigos... «Bueno, a veces soy yo quien les rehúye porque hacen apuestas deportivas y yo me quiero apartar de eso». Cuando le hablan de eventos como el organizado por Crypto Mundo no alberga dudas: «Pocos ganan, el resto somos carne de cañón».

¿Responsabilidad de quién?

Juan Lamas, director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados FEJAR -22 asociaciones, 30 centros y 8.500 pacientes en tratamiento-, sostiene que la adicción a las criptomonedas es heredera de otras que ya existían y con consecuencias emocionales idénticas. «Imposibilidad de reducción o abandono de una práctica destructiva, niveles de ansiedad muy altos, justificación de la mentira...», enumera con la resignación de quien cree que llueve sobre mojado. «Hemos tardado años en lograr que las apuestas deportivas sólo se publiciten de 1 a 5 de la madrugada, pero se sigue permitiendo la de criptomonedas en redes sociales, el mayor vehículos de comunicación entre los más jóvenes. ¿A quién pretenden engañar?». Idéntica lectura hace Ángel Aranzana, presidente de la asociación de jugadores patológicos Ajupareva, para quien el evento de Mundo Crypto es «una estafa piramidal en toda regla que pone en valor la riqueza sin esfuerzo. ¿Para qué ir al instituto e hincar los codos si en tres horas me puedo llevar 500 euros a casa».

Al detalle

  • 4 millones de personas, el 9% de la población española, ya han invertido en criptomonedas, según el portal alemán Statista. Los usuarios de las plataformas de compraventa de moneda digital se han multiplicado por once desde el primer trimestre de 2020, añade un estudio reciente del agregador financiero Fintonic.

  • 19.000 dólares es la cotización del bitcoin, la criptomoneda más conocida. Llegó a estar a 70.000.

  • Emoción La adicción empieza como cualquier juego. Ganar recompensa a la parte del cerebro que busca placer

«Invertir no es apostar», resumen en el Centro Bonanova de Barcelona, donde advierten que jugar con probabilidades aleatorias es algo asimétrico, y quien llega de fuera tiene todas las de perder. Para el psiquiatra y director de la clínica, Antoni Gual, los artículos susceptibles de crear adicción no son bienes ordinarios de consumo y como tales necesitan ser regulados . «Y 'regulados' no significa prohibidos, sino que teniendo en cuenta su capacidad adictiva la sociedad debe protegerse para que su uso no genere problemas estratosféricos. Y las critomonedas no son una excepción», alerta.

Cuando Mani Thawani apela a la «libertad individual», Gual no reprime una reflexión: «Siempre es igual, yo apelo a la responsabilidad de los demás, de manera que si se producen problemas es porque el individuo no lo ha gestionado correctamente. Y esto es de una hipocresía brutal, porque si yo pongo en el mercado productos que crean adicción no puedo desplegarlos libremente y encima hacer publicidad de los mismos. Desde un punto de vista ético, esto no debería ocurrir en una sociedad avanzada, porque el beneficio se lo llevan unos pocos, pero los costes sociales, económicos y en términos de salud, repercuten en todos». La preocupación de Gual es genuina: entre sus pacientes «hay uno que perdió un millón de euros, alguien atrapado en un proceso depresivo del que le estaba costando salir y a quien lo ocurrido le ha supuesto un retroceso terrible».

«No es vicio, es enfermedad»

Consuelo Tomás calcula que los adictos a las criptomonedas han experimentado un aumento del 150% en los últimos tres años. Gual refrenda este alza -en el caso de Bonanova son el 5% de los pacientes que reciben atención-, pero alerta de los periodos de latencia que lleva aparejada cualquier enfermedad. «Cuando estalló la cocaína, tardamos diez años en percibir un crecimiento de la demanda asistencial. Y mucho me temo que con esto pasará lo mismo, los problemas crecen, pero la petición de ayuda no llega hasta después de un largo proceso de sufrimiento personal y familiar».

Todas las adicciones, ya sean tóxicas o comportamentales, se rigen por el mismo patrón: «la pulsión por invertir más y más tiempo y dinero y una pérdida de control. Y esto vale lo mismo si hablamos de esnifar cocaína que de comprar criptomonedas, tener adicción al sexo o jugar al Tarot. Siempre viene acompañado de interferencias en el ámbito personal o social -la familia, el colegio, el trabajo-, pero a diferencia de otras, engancharse a este comercio digital tiene una mayor aceptación en la sociedad y goza de una permisividad más grande», explica Consuelo Tomás.

Centro de las críticas. 7.000 personas acudieron en el WiZink Center al evento organizado por Mundo Crypto. europa press

No es un vicio, coinciden los expertos, «sino un trastorno psicológico que desencadena situaciones que escapan al control». Y la vía de entrada a este calvario es múltiple: amigos a los que ha ido bien, comportamientos que has visto en el seno familiar, publicidad engañosa que se apoya en rostros conocidos para transmitir imagen de éxito, influencers, youtubers... «En una sociedad como la nuestra donde prima conseguir dinero y cuanto antes mejor, la tentación es demasiado poderosa. Si encima ves equipos que lo anuncian en sus camisetas -el Atlético de Madrid acaba de firmar el mayor contrato de patrocinio de su historia con una plataforma trading de criptomonedas por 42 millones al año durante cinco temporadas-, ¿qué puede salir mal?».

Al igual que sucede con otras adicciones, el mayor desafío al que se enfrentan los profesionales es que la persona enganchada reconozca tener un problema, porque hasta el último momento todos creen poder controlar la situación. «Es es el mayor hándicap. Los problemas familiares y económicos tienen que estar muy exacerbados para que estallen en la cara y no quede otro remedio que rendirse a la evidencia», asegura Tomás. Sólo entonces se puede dotar a estas personas de las herramientas necesarias para atar en corto a la fiera y que no les devore.

Del cartón de bingo al bitcoin, «cambia la facilidad de acceso»

Viejos problemas acaban aprovechándose de la enorme facilidad de acceso para alumbrar auténticas epidemias. Tragaperras, loterías, apuestas deportivas... incluso la Bolsa. Hay personas capaces de convivir con un hábito y otros que desarrollan comportamientos compulsivos y quedan atrapados en una dependencia terrible. «En el fondo, seguimos hablando de la abuela jugando al bingo, lo que pasa es que antes ella tenía que esperar a que el casino organizase una quedada, mientras que ahora hay maquinitas que te permiten comprar y vender criptomonedas, por no hablar de todo lo que hay circulando por internet», ilustra Antoni Gual.

En todas las conductas adictivas hay un ingrediente de accesibilidad que es fundamental -abunda el psiquiatra-. Cuando una persona tiene la posibilidad de sumergirse en algo las 24 horas del día, las consecuencias son desastrosas. «Cuando había rape, el problema del tabaco no existía, pero llegó la máquina de hacer cigarrillos, los precios baratos y la publicidad, y la adicción a este producto se disparó a escala planetaria».

En Madrid, la pasada Semana Santa había un cartel en la estación de Atocha que iba de andén a andén y donde se publicitaba una plataforma para invertir en criptomoneda, critica Consuelo Tomás. Bitcoins, ethereum, cardanos... «Ya no es que se pueda hacer de forma anónima a través del móvil, es que cada vez son más los centros comerciales de grandes capitales donde proliferan cajeros para comprar activos digitales. Lo que está pasando -admite- es de juzgado de guardia».

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