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Cuando los datos también juegan

Cuando los datos también juegan

El ‘Big Data’ se incorpora al deporte como medio para mejorar el rendimiento o evitar lesiones

Michael McLoughlin

Domingo, 15 de febrero 2015, 01:59

En la previa del encuentro que enfrentó a Alemania con Portugal en el extinto Mundial de Brasil, Jérôme Boateng, uno de los mandamases de la zaga germana, recibió en su smartphone una disección de los movimientos de Cristiano Ronaldo, a sabiendas que anular al astro madridista tendría sobre los lusos un efecto similar al del microondas sobre la mantequilla. Este informe es uno de los tantos de los que dispusieron los que a la postre fueron campeones en Maracaná elaborados por un programa informático que procesa toda la información que se genera en torno a un partido de fútbol.

Todo gracias a una serie de cámaras y sensores que escrutan lo que ocurre en el terreno de juego para proporcionar pistas sobre la posición o la velocidad de cada rival, entre otros aspectos. «En un partido se pueden llegar a registrar 60 millones de datos», asegura Félix Fleck, ingeniero de SAP, la firma responsable del invento. En el caso de los teutones les sirvió para mejorar la circulación del balón tras percatarse que cada vez que uno de sus jugadores recibía se consumían de media 3,4 segundos, tiempo que se redujo a una tercera parte poco después reforzando su vistosa y efectiva filosofía de toque.

El Big Data, que ya ha servido para cosas tan sorprendentes como adelantarse al avance de la gripe gracias a las consultas en Google o Wikipedia, se ha incorporado en los últimos años paulatinamente a diferentes deportes ayudando a predecir el rendimiento de ciertos jugadores o incluso a evitar lesiones.

La última gran empresa en subirse a este carro ha sido Disney, que lidera un proyecto junto a investigadores de la Universidad Tecnológica de Queensland que analiza 400 millones de registros para conocer la forma de actuar de los equipos y dar respaldo empírico a las intuiciones de los entrenadores. «Siempre se han intentado hacer estos análisis, lo que ocurre es que la tecnología permite ahora hacerlos en tiempo real y crear enormes archivos históricos para hacer grandes comparaciones», agrega Fleck.

Estas bases de datos también podrían servir en un futuro a «clubes que apuesten por la cantera» para «crear patrones a partir de entrenamientos, formación y fichajes efec- tivos». En España, algunos clubes como el Barcelona han comenzado a aplicar estas técnicas. La idea de conjugar datos masivos y deporte ya se vio en la gran pantalla con Moneyball, película protagonizada por Brad Pitt y que narraba la historia de Pecota, el algoritmo que creó Nate Silver para valorar las actuaciones de los profesionales del béisbol y predecir los desempeños futuros de bateadores y lanzadores. Silver, el oráculo estadístico que clavó la victoria estado por estado de Barack Obama en 2008, abandonó el New York Times y fichó por la ESPN, donde dirige FiveThirtyEight, un blog consagrado a las historias de deportes, política o economía basadas en datos.

Aunque tenis, golf o baloncesto han comenzado a escrutar sus virtudes, la Fórmula Uno ha sido donde el Big Data ha tenido más recorrido por el indudable factor tecnológico del gran circo del motor. Los expertos coinciden en que la mayor presencia de sensores y otro tipo de medidores en los partidos -la FIFA, por ejemplo, prohíbe su uso en los encuentros- permitirá «una mayor precisión de los resultados».

Implementación en la NBA

La NBA es una de las competiciones que se ha puesto a la vanguardia y franquicias como Los Ángeles Clippers o Miami Heat ya han comenzado a experimentar con estas herramientas.

Uno de las figuras más activas en este campo es Vivek Ranadivé, un empresario indio, quien curiosamente no había tenido contacto con el baloncesto hasta 2009 y, tras una serie de escarceos, cuatro años después compró los Sacramento Kings.

El plantea llevar un modelo estadístico que inventó pensando en las inversiones en Wall Street a las franquicias y convertir la NBA en una gran red social en tiempo real y aprovechar cada dato de los aficionados para crear experiencias a medida en todo lo que rodea al partido. Ranadivé ha insistido en muchas ocasiones sus planes para aplicar el 'Big Data' tanto en el campo como fuera de ello para optimizar al máximo el negocio.

Aprovechando la infraestructura de la que disponen los estadios para la retransmisión de los partidos, han surgido plataformas como DataFX, que a la larga serán capaces de facilitar proyecciones sobre la posesión estimada de cada jugador o el acierto esperado ante determinados defensores o en determinadas zonas del campo.

Otro de los programas empleados es SportVU, basada en tecnologías utilizadas en el rastreo de misiles. Con una red de seis cámaras toma las coordenadas de los jugadores, los árbitros y el balón hasta en 25 ocasiones por segundo, lo que ofrece una base de datos inmensa al final de cada partido. Registros que, por ejemplo, en el caso de James Harden, el barbudo escolta de los Rockets, permitieron al cuerpo técnico percatarse de que cuando realizaba tiros desde el costado derecho o penetraba por la izquierda con un determinado número de botes su efectividad era mucho mayor.

«En esos casos, se podrían conocer qué pautas hay que dar a un jugador para que su rendimiento y sus decisiones sean mejores», explica Wolfram Rozas, de IBM, empresa que trabaja con los Leicester Tigers, equipo de rugby inglés.

Los jugadores entrenan con una serie de sensores capaces de tomar referencias sobre el estado físico, la velocidad del impacto o el número de golpes que reciben en determinadas partes del cuerpo. A partir de ese volumen de datos, imperceptibles de la manera tradicional, se crean tendencias que permiten adelantarse al incidente hasta en el 50% de los casos. «Se puede identificar estados físicos en los que aumente el peligro y diseñar entrenamientos específicos», remacha.

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