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Michael McLoughlin
Sábado, 14 de febrero 2015, 07:21
No fueron los primeros en crear un terminal sumergible, pero si que han sido los que apostado con más decisión por hacer de esa característica una de las señas de identidad de muchos de sus 'smartphones', algo que posteriormente ha sido tanteado por otros fabricantes. ... La resistencia al agua es uno de los puntos fuertes del Z3, del M2 Aqua (el primer gama media en gozar de esta propiedad) así como gran parte de la familia Xperia de Sony, incluyendo versiones anteriores de su teléfono estrella y varias tabletas capaces de 'bucear' hasta los 1,5 metros de profundidad durante treinta minutos consecutivos.
La única condición para los baños es que las esclusas que estos dispositivos tienen en sus laterales estén bien cerradas para que el líquido rey no acceda al interior de la máquina dejando su reparación en un 'casi imposible' y a más de uno probando trucos como el del arroz y demás recetas que flotan por internet.
Pero, ¿cómo comprobar que es resistente al agua? ¿Y cómo saber si el móvil que llega al servicio técnico ha sido dañado por un descuido del usuario o se trata de un defecto 'congénito' desde que salió de la cadena de montaje? Sony ha enseñado a este periódico el proceso que realiza para comprobar la estanqueidad del terminal. Lo primero es revisar los 'chivatos', unos indicadores colocados bajo las tapas laterales que en caso de entrar en contacto con la humedad cambian el blanco por el color rojo.
Con esta prueba y tras revisar que no se hayan sufrido daños físicos que puedan haber dañado las capacidades del móvil, se procede a identificar el terminal bien por el modelo o bien por el código IMEI ('International Mobile System Equipment Identity', una especie de DNI de cada teléfono).
Las burbujas, esa es la cuestión
Hechas las primeras comprobaciones, se sumerge el móvil. En lugar de hacerlo en agua, se utiliza Novec 7300, un líquido muy especializado que no afecta a los circuítos cuando entra en contacto con los mismos. Previamente han extraído el aire del interior del terminal.
El objetivo, que una vez al fondo de la urna se vuelva a 'hinchar' el móvil en cuestión. Si no ocurre nada, la responsabilidad cae en el usuario. Si, por el contrario, las burbujas comienzan a brotar de algún punto hacia la superficie se interpreta que se debe a un problema en la fabricación y se reemplaza el terminal.
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