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Iker Cortés
Domingo, 15 de noviembre 2015, 07:27
En su afán por hacer de los sistemas informáticos algo cada vez más estilizado y estético, Apple decidió hace unos años adoptar para sus dispositivos electrónicos y ordenadores portátiles una nueva generación de discos duros: eran los llamados SSD, unidades de estado sólido. En realidad, ... y como sucede a menudo con la compañía de la manzana, el concepto no era algo novedoso, pues los primeros sistemas de almacenamiento basados en memoria flash empezaron a surgir en 1995 y desde hace unos pocos años cualquiera podía instalarlos en un PC, pero de un tiempo a esta parte sus precios, su capacidad de almacenamiento y su rendimiento han empezado a acercarse al de los discos duros tradicionales o HDD.
Sus ventajas están ahí. Los discos de estado sólido cambian los platos y los cabezales de lectura y escritura de los HDD por un tipo de memoria llamado NAND, evitando las partes móviles y mecánicas. La mejor forma de entenderlo es imaginar un disco duro compuesto por varias tarjetas como las que utilizan las cámaras fotográficas. Al eliminar de la ecuación las partes móviles, son unidades mucho más resistentes y duraderas a los golpes. Los SSD son también más silenciosos y más eficientes en cuanto al rendimiento energético. Pero si hay un aspecto en el que sobresalen este tipo de unidades es en el de la velocidad, tanto a la hora de escribir datos como a la hora de acceder a su lectura. Así las cosas, un disco HHD tardaría unos 12 milisegundos en encontrar la información que se busca y comenzar la trasferencia, frente a los 0,08 milisegundos que tarda un SSD. Así las cosas, los discos SSD se han convertido en la opción ideal para instalar el sistema operativo y los programas que más utiliza el usuario, de cara a acelerar los procesos del ordenador.
El modelo Q300 llega en versiones de 120 (79 euros), 240 (119 euros), 480 (199 euros) y 960 GB (399 euros). Todos los modelos alcanzan velocidades de 550 MB/s de lectura secuencial y 530 MB/s de escritura secuencial, con 87.000 IOPS de lectura aleatoria 4K y 83.000 IOPS de escritura aleatoria 4K. Su consumo energético llega a los a los 5,1 W en uso y 1,1 W en reposo.
El modelo Q300 Pro llega en versiones de 128 (119 euros) -es la que hemos probado- , 256 (159 euros) y 512 GB (279 euros). Su velocidad es algo superior, alcanzando los 550 MB/s de lectura secuencial y 520 MB/s de escritura secuencial, con 92.000 IOPS de lectura aleatoria 4K y 63.000 IOPS de escritura aleatoria 4K. Este modelo consume 3,3 W de consumo en uso y 0,125 W de consumo en reposo.
Las diferencias son llamativas. Mientras un ordenador con un disco duro tradicional tarda entre 10 y 15 segundos en arrancar con un sistema operativo como Windows 10, la diferencia con un disco duro SSD como el Q300 Pro de Toshiba se reduce a los 5 segundos. Y lo mismo puede decirse de aquellos programas instalados en la unidad de estado solido. Tanto es así que incluso hay quienes están utilizando este tipo de unidades para sustituir la que por defecto viene en sus consolas. La diferencia en tiempos de carga es abrumadora, tal y como Digital Foundry ha ido desvelando en sus pruebas. La última de ellas la ha hecho con 'Fallout 4', uno de los juegos más esperados del año. En PlayStation 4, algunas escenas del juego tardan en cargarse el doble de tiempo en HDD, pasando de 32 segundos de espera a 16 en el caso de usar una unidad de SDD. La diferencia en Xbox One, donde el usuario puede usar una unidad externa conectada vía USB, es similar, eliminando además unas bajadas de rendimiento que tienen también que ver con una mala optimización del código y que, es de esperar, Bethesda subsanará en posteriores parches.
Entonces, ¿por qué no instalar todos los programas en la unidad SSD? A diferencia de los discos duros tradicionales, la memoria NAND posee una serie de limitaciones. La más llamativa es que en estas memorias no se pueden sobreescribir los datos. Es decir, los datos antiguos deben ser eliminados antes de que se puedan escribir datos en ese mismo espacio y el gran problema es que eliminar esos datos no se puede hacer un número infinito de veces, así que a partir de un determinado número de borrados, la escritura y la lectura de datos va perdiendo velocidad. Por eso es recomendable mantener un espacio de la unidad en torno al 15% libre e instalar solo aquellos programas imprescindibles para no deteriorar su velocidad. A todo ello hay que sumar que este tipo de unidades de almacenamiento es más cara. Por citar un ejemplo, el modelo SSD más bajo de la serie Q300 de Toshiba, de 120 gigas, tiene un precio de alrededor de 67 euros, frente a los 37 euros que cuesta un HDD de 500 gigas; mientras que el Q300 de 960 gigas tiene un precio de 399 euros.
Y pese a todo son una opción más que viable para todo tipo de usos multimedia. De hecho, en el caso de Toshiba, tanto en las series Q300 como Q300 Pro, la compañía está haciendo hincapié en que las unidades están dirigidas a jugadores, diseñadores gráficos y quienes necesiten un rendimiento de nivel profesional.
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