Un hombre lee en una tableta

Para dormir, mejor el papel que la pantalla

Un estudio afirma que la lectura en tabletas y lectores electrónicos con retroiluminación altera los ciclos circadianos y afecta a la calidad del sueño REM

Michael McLoughlin

Martes, 23 de diciembre 2014, 00:26

No es raro ver a más de uno trastear con la tableta o el móvil en la cama mientras aguarda a que el sueño le acabe venciendo. Sin embargo, estos dispositivos, cada vez más comunes en la mesilla de noche, pueden acabar produciendo trastornos en ... el descanso diario. Y es que un estudio publicado este lunes por investigadores estadounidenses aseguran que para dormir, es mejor el papel que la pantalla.

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La responsable de esta alteración no es otra que la conocida como 'luz azul' -iluminación de ondas cortas- que brotan de estas pantallas. Los responsables del texto recogido en el último número del Prans (Proceedings of the National Academy of Sciences) han observado, durante un periodo que comprendía dos semanas, la calidad del descanso de varias personas a las que hicieron leer libros impresos y publicaciones en formato electrónico cuatro horas antes de irse a dormir.

Según los resultados del estudio aquellos que utilizan dispositivos electrónicos estaban menos atentos a la mañana siguiente debido a que la noche anterior tardaban una hora de media más en conciliar el sueño ya que su sensación de somnolencia se reducía notablemente por los estímulos lumínicos de tabletas y lectores de tinta electrónica retroiluminados. "La exposición a esa luz inmediatamente antes de acostarse también aumenta el estado de alerta en ese momento", afirma el documento, que recoge también que se disminuye el tiempo total de sueño REM.

Efectos adversos

Este experimento, liderado por Anne-Marie Chang (investigadora del Brigham and Women's Hospital de Boston), corroboró que el uso de estos dispositivos en esos momentos también repercute en la producción de melatonina, la sustancia que induce el sueño.

"Sus ritmos circadianos (reloj biológico interno) se retrasaba y estaban menos despiertos al día siguiente que aquellos que leyeron libros impresos", afirma. Chang y sus colegas alertan de las consecuencias de mantener estas costumbres. "Tienen efectos biológicos que pueden perpetuar la deficencia del sueño y alterar los ritmos circadianos, algo que influye en el rendimiento, la salud y la seguridad", remachan, haciendo especial referencia a los jóvenes en edad de formación.

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