Una captura de 'Metro 2033 Redux'.

'Metro 2033' vuelve a la vida

4A Games se apunta a la moda de las remasterizaciones y da un lavado de cara a los dos videojuegos basados en el universo del escritor ruso Dmitry Glukhovsky

Iker Cortés

Domingo, 14 de diciembre 2014, 07:45

Desarrolladoras y distribuidoras han aprovechado la llegada de PlayStation 4 y Xbox One para dar un lavado de cara a ciertos títulos y sacar nuevos réditos de ellos. 'The Last of Us' o 'GTA V' son dos de los grandes éxitos que se ... han apuntado a la moda de las remasterizaciones. Pero también hay trabajos menores, tanto en ventas como en pretensiones, que se han dejado llevar por el impulso de la nueva generación. Es el caso de 'Metro: Redux', que alberga los dos videojuegos diseñados en torno al universo al que ha dado vida el escritor ruso Dmitry Glukhovsky, 'Metro 2033' (2010) y 'Metro: Last Light' (2013), ambos con gráficos muy mejorados -el primer título luce muy bien- y a un precio más que competitivo.

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En esta ocasión nos centraremos en la primera entrega, basada en la ópera prima de Glukhovsky. La historia, que se desarrollará siempre en primera persona, pone al jugador en la piel de Artyom, un joven nacido en la red de metro de Moscú tras la guerra y el apocalipsis nuclear que se ve obligado a emprender un viaje en busca de ayuda por toda la red del transporte suburbano moscovita. Nada más empezar, el juego te ofrece dos modos para enfrentarte a la historia: Espartano y Sigiloso. El segundo es más complicado pero, sin duda, acerca al jugador mucho más al clima de la historia ya que lo obligará a pelear por cada bala y cada filtro y convierte el juego en un 'survival horror'.

Con una trama relativamente pobre, es la ambientación y la atmósfera las que se erigen como verdaderos pilares del desarrollo del título. Bastan quince minutos deambulando por los túneles, a oscuras, con la única ayuda de una linterna de carga manual, para empezar a 'palpar' la humedad, a sentirse solo, frágil, apenas preparado para lo que se avecina. El juego no hace nada por quitarte esa sensación, no hay tutorial que valga, sólo algunas indicaciones sueltas entre carga y carga, pero todo es austero, sórdido y racionado, como el contexto del juego en sí.

Es, por tanto, un comienzo complicado y, por momentos, incómodo. Las armas, al principio, parecen inútiles, torpes, con una mala cadencia disparo, una carga lenta y poco precisas... Cada enfrentamiento parece el último y, por si fuera poco, las balas escasean. Tras llegar a la primera estación, uno por fin se puede relajar y adquirir armas y potenciadores: silenciadores, cañones más poderosos, miras telescópicas, culatas estabilizadoras, más cargadores... Este es, en resumen, la tónica que seguirá el juego: fases de enfrentamientos y descanso en territorio amigo. Es una pena, en este sentido, que los personajes no jugadores que irás encontrándote a lo largo del juego apenas te guíen por lo que vendrá después.

Lo cierto es que a partir de aquí, el juego se hace más divertido. Las armas son ahora más fáciles de manejar, se pueden utilizar con el sigilo en mente y empiezan los enfrentamiento en campamentos con humanos. Así las cosas, tras una curva de aprendizaje un tanto abrupta, cuando el jugador se da cuenta de que ya es él quien domina el juego y el inventario. Es en este punto donde entra en juego el uso de las máscaras de gas, necesarias para salir a la superficie. Y es que el aire de Moscú es irrespirable, lo que obliga al jugador a ataviarse con una escafandra cuyo filtro deberá reemplazar a menudo. Correr, saltar o recibir fuego enemigo harán que el filtro se consuma antes, lo que aporta un toque muy estratégico al título. A partir de aquí, además de ser cauteloso y concienzudo, el juego exigirá de nosotros rapidez. Los enfrentamientos en estaciones humanas son muy gratificantes y cuentan con el sigilo como pilar. Es fácil quedarse sin filtros y los puntos de autoguardado a veces pueden dar al traste con una partida por quedarte sin ellos justo en ese momento. Todo ello contribuye a esa atmósfera opresiva que agarra al jugador por el cuello y no lo suelta hasta que vuelve a territorio amigo. Pulsar el botón de agacharse y mover uno mismo el cuello en sintonía con la acción de la pantalla es todo uno. El único falló que localizamos durante nuestras sesiones de juego llegó en un punto del título en el que no se accionaba un momento 'scriptado' lo que nos obligo a reiniciar el capítulo.

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Un apartado gráfico sensacional

Con cuatro años a su espalda, lo sorprendente de 'Metro 2033' es que mantenga tan bien el tipo. 4A Games ha hecho un trabajo magnífico llevando el título a la nueva generación de máquinas -también está disponible para Windows y ayer mismo salió para Linux y SteamOS, mientras que la versión para Mac llegará a finales de mes-. Valga como ejemplo el efecto de condensación en la máscara, claustrofóbico como pocos. Los efectos de iluminación, muy buenos ya en el original, son ahora sensacionales. Evidentemente, no se puede esperar la calidad de un First Person Shooter de nueva hornada, pero el resultado es muy bueno. Por otro lado, las voces en castellano están a un gran nivel y la música y la narración pausada, al estilo 'Max Payne', armonizan completamente con el 'timing' del juego.

'Metro 2033' ofrece una experiencia de juego medio peldaño por debajo de la tecnología actual, quizás con alguna mecánica ya superada. Sin embargo, su atmósfera profunda, su ambientación bolchevique de la posguerra, su sabor bizarro y su frío intenso te hacen sentir algo que muy pocos juegos logran. Aquí el usuario no encontrará el glamour de 'GTA' ni la pirotecnia de los 'Call of Duty', pero cuando se meta en la cama se dará cuenta de que tiene los riñones fríos como la vía del metro, fruto de la tensión con la que se vive el juego.

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