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Michael McLoughlin
Domingo, 16 de noviembre 2014, 12:35
«El presente es de ustedes, pero el futuro, por el que tanto he trabajado, me pertenece». Nikola Tesla (Smiljan, 1856 - Nueva York, 1943) parece que se fue pensado que el tiempo le convertiría en un triunfador a título póstumo. Todo ello a pesar de que durante su tramo final, la vida de este hiperactivo inventor discurrió entre la locura y el poso de sus contundentes derrotas ante Thomas Edison o Guillermo Marconi, que le arrebataron la 'patria potestad' de la electricidad y la radio, respectivamente, sumergiéndole en un ostracismo que se prolongó a lo largo de las décadas.
«Él no dejó detrás ninguna gran empresa que mantuviera vivo su legado. Tampoco tuvo discípulos o herederos que se ocupasen de lo mismo como hizo Edison con Herny Ford y General Electrics», afirma Miguel Angel Delgado, comisario de la exposición de la Fundación Telefónica (Fuencarral 3, Madrid) que desde el pasado jueves hasta el próximo mes de febrero revisita las múltiples facetas de este ecléctico personaje.
«La gente aún no sabe que desde que se levanta y pone la luz o enciende cualquier aparato todo eso es posible porque Tesla inventó un sistema de generación y distribución de electricidad», explica.
Además de ser el descubridor de la corriente alterna, también parió una serie de máquinas que sentaron la base para algunos de los aparatos presentes en el día a día de cualquier persona. Así pues le corresponde la paternidad del motor de inducción, un primitivo prototipo para el despegue vertical, el primer barco de vapor teledirigido o el generador eléctrico. Piezas con las que se puede interactuar en el escenario central del recinto que trata de emular su laboratorio de Colorado Springs. También hay espacio para una de sus mayores estridencias: la idea de fabricar un 'rayo de la muerte', con la que se ganó una portada de la revista Times.
Un impresionante ajuar que echó a andar gracias a su gato. «Sentí el impulso de acariciar a mi Macak. Era una cortina de luz y mi mano producía una lluvia de chispas lo bastante ruidosas como para que se oyeran alrededor», se puede leer en sus escritos sobre aquella tarde que descubrió al electricidad.
Negacionista de la teoría de la relatividad de Albert Einstein, el genio del sombrero de copa contaba entre sus mejores amigos con Mark Twain, que en momento de penuria económica, se ofreció a hacer las veces de comercial con sus inventos a este lado del océano.
El escritor estaba especialmente obsesionado con una plataforma vibratoria con fines terapéuticas que le acabó provocando efectos laxantes por un uso excesivo. En la lista de traidores, además de Edison y Marconi, estaba el multimillonario J.P. Morgan que le cortó el riego financiero cuando conoció su intención 'sistema Mundial de transmisión inalámbrica de energía'.
Refugio en la 'cultura pop'
Ha sido la cultura pop la que ha servido durante muchos años como refugio de Tesla . Cómics, videojuegos, series y películas vivieron de su figura. Y es que su existencia, de principio a fin, fue una larga compilación de 'clichés' que han servido para crear un personaje deslumbrante con una cara oscura. «En las últimas décadas se convirtió en una caricatura de sí mismo.
Sus problemas mentales fueron a más y hacia declaraciones que hacían olvidar sus inventos más serios», lamenta Delgado, que acaba de lanzar su tercer libro sobre este creador ' Tesla y la conspiración de la luz'. «En su propia vida parece un personaje de ficción. Tiene todos los ingredientes para contar una historia muy inspiradora».
Y es que Delgado al igual que María Santoyo, también comisaria de la exposición, descubrió a Tesla en las páginas de los libros de Paul Auster. «Tenía que comer con un montón de veinte servilletas, estaba obsesionado con el número 3 y se entregó al celibato para poder investigar tranquilo a pesar de su éxito entre las mujeres», recuerda la madrileña, al hablar del proyecto que prepara Disney y las otras películas que le han tenido como protagonista.
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