A la búsqueda de vida en Marte

Equipado con siete instrumentos, uno de ellos de origen español, este rover todoterreno tratará de resolver cuestiones que van desde cómo se formó el planeta hasta comprobar si alberga algún tipo vida en la actualidad, pasando por asuntos como por qué perdió su atmosfera o a dónde fue a parar el agua que surcaba sus dunas.

«De las respuestas a estas y muchas otras preguntas podemos sacar información muy útil que resulta aplicable a nosotros y a nuestro planeta», explicaba el pasado jueves en una charla con los lectores de Gizmodo el ingeniero José Antonio Rodríguez-Manfredi, jefe del Departamento de Instrumentación en el Centro de Astrobiología. Este departamento es el responsable de MEDA, una completa estación ambiental con varios sensores que registrarán la temperatura, la velocidad y dirección del viento, la presión atmosférica, la humedad relativa y la forma y tamaño del polvo en la superficie marciana. El artefacto es la evolución lógica del REMS, un conjunto de sensores también liderados por el CAB, que se implementó en el Curiosity.

Dice Rodríguez-Manfredi que el dispositivo «supone un salto cualitativo tremendamente importante no solo por la ciencia que pretende llevar a cabo sino también por el esfuerzo tecnológico. Todas estas mejoras las hemos extraído de las lecciones que hemos aprendido de REMS», resumía. Así, el nuevo instrumento caracterizará los ciclos diurnos y estacionales de las propiedades del polvo ambiental, así como la respuesta temporal a los cambios y fenómenos meteorológicos. Además, también medirá la radiación ultravioleta, visible e infrarroja. También se ha tratado de mejorar la protección del instrumental frente a los impactos en el aterrizaje, que hace dos años dieron al traste con uno de los sensores del REMS.

Otros instrumentos

Aún falta un año para cerrar el diseño del vehículo -«Ahora estamos empezando la fase de ajuste de los instrumentos y el rover», explicó el el ingeniero-, pero ya se han presentado el resto de instrumentos que irán a bordo del rover. Quizá el más curioso de todos ellos es Moxie, una herramienta experimental que absorbe el dióxido de carbono de la atmósfera marciana y lo separa para obtener oxígeno puro, algo imprescindible si de colonizar el planeta se trata.

La MastCam Z será la encargada de enviar las espectaculares imágenes del paisaje marciano. Se trata de una cámara panorámica estereoscópica con capacidad para hacer zoom. Además, también podrá analizar minerales. No será, sin embargo, la única cámara con la que cuente el nuevo rover. El objetivo de la Supercam es, sobre todo, ir al detalle. Esta cámara de alta definición puede determinar la presencia de compuestos orgánicos en rocas, una labor para la que ni siquiera requiere acercarse al objeto de la foto en sí, ya que puede hacerlo a una distancia considerable.

Implementada en el extremo de un brazo articulado, estará PIXL, una máquina de rayos X capaz de analizar la composición química de las rocas mediante espectrografía en busca de posibles restos de de vida. Sherloc hace lo propio pero con un haz de láser ultravioleta.

Finalmente, está el Rimfax, otro equipo experimental cuyo propósito es realizar un escáner del subsuelo de Marte, con una precisión de centímetros, para determinar su estructura morfólogica. Más allá de buscar «posibles trazas de vida determinando y caracterizando la habitabilidad del planeta», Rodríguez-Manfredi explicó que el rover también está preparado para recoger muestras, con el objetivo de que en futuras misiones se puedan llevar a la Tierra. Solo así se podrán resolver los misterios que encierra Marte.