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Iker Cortés
Martes, 22 de abril 2014, 11:15
Aguantó el envite de la Atari Lynx y la Game Gear con la cintura propia de quien no es el más guapo de la clase -la carcasa blanca y generosa con las dimensiones similares a las de un ladrillo de 90 mm de ancho, 148 ... mm de altura y 32 mm de fondo, su peso de 394 gramos, los botones morados y la pantalla monocroma de 160x144 pixeles y sin retroiluminación no eran, lo que se dice, el colmo del 'sex appeal'- pero sí el más listo y resolutivo.
Técnicamente muy inferior a los ingenios portátiles de Atari y Sega, que lucían poderosas pantallas en color retroiluminadas y potencia a raudales por aquel entonces, el éxito de Game Boy radica en cuatro aspectos: llegó la primera -seis meses antes que la propuesta de Atari y un año y medio antes que la de Sega-, a un precio contenido de 15.000 pesetas (unos 91 euros), fue consciente de sus limitaciones -las cuatro pilas AA que alimentaban la máquina de Nintendo eran suficientes para el chip Z80 de 8 bits, sus 8kB de SRAM y de VRAM y sus cuatro canales de sonido, garantizando 15 horas de juego frente a las escasas 3 o 4 horas de sus competidores- y tuvo un catálogo de juegos memorable, empezando por el poderoso 'Tetris', que se regaló con la consola.
No era un título nuevo, pero Henk Rogers, el intermediario responsable de las negociaciones, convenció a Nintendo de que si 'Super Mario Land' contentaría a los chavales necesitaban de otro juego potente para ampliar el espectro de jugadores con la nueva portátil y en ese punto el título del programador ruso Alexey Pajitnov parecía clave, pues ya había encandilado a todo tipo de jugadores en todo el mundo. ¿El resultado? Posiblemente una de las exclusivas más celebradas de la 'Gran N', más allá de los 'Zelda', 'Pokemon' y 'Mario'.
Fue el inicio de una historia que cumple ahora 25 años. El creador de la máquina fue Gunpei Yokoi, artífice detrás de las Game & Watch de Nintendo, aquellas maquinitas que en sus versiones más sofisticadas contenían hasta dos y tres pantallas que se podían plegar y que resolvían cada juego en un par de escenarios estáticos. Se vendieron más de 40 millones de unidades, por eso no es de extrañar que Nintendo pidiera a Yokoi que fuera un paso más allá y elaborara una máquina portátil a la que se pudiera insertar cartuchos, de tal forma que los juegos fueran intercambiables, como los de una consola de sobremesa. Fiel a la filosofía de Nintendo -¿o era la filosofía de Yokoi?-, se apostó por hacer uso de tecnología barata, no tan potente para que el consumo fuera mínimo y cuya eficacia estuviera más que probada. Lo importante, claro, serían los juegos.
El 21 de abril de 1989, la portátil llegaba al mercado japonés y lo hacía con un éxito rotundo, pues se agotaron las primeras 400.000 unidades puestas a la venta. El éxito se repetía, meses más tarde, en Estados Unidos. Lo más sorprendente es que su ciclo de vida continuó hasta 2005 a lo largo de diferentes versiones.
Las seis encarnaciones de Game Boy
Así en 1996 se presentó Game Boy Pocket, más pequeña y más ligera que la original, aunque idéntica en características. Un año más tarde salió a la venta, aunque de forma exclusiva en Japón, la Game Boy Light, que incluía un sistema de retroiluminación que permitía jugar a oscuras aunque reducía la autonomía de las pilas a 12 horas.
El color llegaría en 1998 con el lanzamiento de Game Boy Color. Sharp había diseñado para la nueva máquina una versión del Z80 que corría a 8 Mhz -el doble que la original- y que tenía una paleta de 32.768 colores, siendo capaz de mostrar 56 diferentes en pantalla, con cuatro sombreados para cada color. Contaba también con el doble de memoria y un puerto de infrarrojos.
La revolución, y eso incluye también el cambio de formato de los cartuchos, llegó con la Game Boy Advance en 2001, una máquina que montaba un procesador ARM de 32 bits y contaba con unas características técnicas similares a las de Super Nintendo. Además, la nueva consola tenía un formato apaisado, contaba con dos gatillos superiores y disponía hasta de un reproductor MP3. Por si fuera poco, la Advance seguía siendo compatible con los cartuchos antiguos.
En 2003, Nintendo recuperaba el formato concha que tantos beneficios le había reportado en los ochenta con las Game & Watch. Lo hacía con Game Boy Advance SP. La nueva consola no era más que un rediseño de la Advance que contaba con un sistema de iluminación frontal e incorporaba por vez primera una batería de litio intercambiable con una autonomía de 18 horas, que se quedaban en 10 si se usaba la iluminación.
Dos años más tarde, Nintendo daba a luz Game Boy Micro, el último modelo y todo un prodigio de la miniaturización: 50 mm de ancho, 101 de largo y 17,2 de ancho, y un peso de 80 gramos. Y aunque en el camino volvió a recuperar la tan ansiada retroiluminación, la pantalla era algo más pequeña y la consola perdía la compatibilidad con los juegos de Game Boy y Game Boy Color.
Ventas
Las ventas combinadas de todos los modelos llegaron a los 118 millones de unidades en todo el mundo, siendo la tercera plataforma más vendida de la historia, solo por detrás de Nintendo DS y de la PlayStation 2 de Sony. Su creador, en cambio, solo asistió a los primeros años de éxito de la máquina. Yokoi murió a los 56 años de edad, en un accidente de tráfico, un año después de presentar su dimisión en Nintendo, tras el fracaso de uno de sus productos, la Virtual Boy.
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