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Escena uno: las llevaba a su casa en Valdemoro con engaños de una oferta de trabajo, las sometía a golpes y fuerza, las desnudaba, violaba y escupía. Durante la agresión sexual las llamaba «zorra» y «perra», según la sentencia que le condenó a más de ... medio siglo de prisión. Lo hizo con seis mujeres hasta que le capturaron. Escena dos: en los supermercados Lidl, un presidente del comité de empresa llamó «zorra» a una empleada, que luego presentó una demanda por acoso que llegó al Tribunal Supremo. Escena tres: con un «comportamiento violento e intimidante» un hombre «provocaba continuas discusiones» con su pareja y la llamaba «zorra», «estúpida» o «gilipollas» para mermar su «autoestima» y crear «un ambiente de terror», según la sentencia de la Audiencia Provincial de León. Escena cuatro: una hija detalló, en un juicio contra su padre en Madrid, que golpeaba e insultaba a su madre: «zorra» y «puta negra» era lo más repetido. «Puta, zorra, te voy a matar», decía el agresor.
Estas son las últimas cuatro sentencias de 15.000 en las que la palabra zorra se emplea para insultar a una mujer, siempre en ambientes de violencia machista, disponibles en el archivo del Consejo General del Poder Judicial. El agravio zorra se usa además dentro de un contexto de amenazas. Cuando un hombre «propinó reiteradamente puñetazos y golpes en la cara» a su pareja, hasta hacer que cayera al suelo, donde le dio patadas y la levantó del pelo, llegó la Guardia Civil y delante de los agentes el hombre proseguía: «Eres una perra y una zorra, como digas algo te voy a matar». Lo decía con ánimo de vejar, según los hechos probados para el Supremo, y para evitar que denunciara.
Los agresores que acompañaban sus acciones de la palabra zorra eran de distintos países, tanto españoles como de procedencia latinoamericana y africana. Esta forma de injuria sirve para vejar pero también para amedrentar: «Llamándola puta, guarra y zorra -para a continuación, con intención de menoscabar su integridad física, propinarle diversos golpes en la cara y en la cabeza-, la amenazó con matarla. Tras recibir los golpes ella se dio cuenta de la peligrosa situación y decidió ceder a todo lo que le pidiera. El acusado le bajó los pantalones y la ropa interior y la penetró vaginalmente. Después la obligó a hacerle una felación. Él eyaculó y ella vomitó. La culpaba a ella de lo sucedido y la insultaba. Ella le daba la razón y le pedía perdón», describe el Supremo otra situación donde se impone el insulto como preludio a la agresión física.
Ante la elección de la canción 'Zorra' para representar a España en Eurovisión, una plataforma feminista, la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, aseguró que la letra «frivoliza» y «banaliza» la «violencia contra mujeres y niñas», ya que es «usada frecuentemente por los maltratadores cuando golpean a sus víctimas», algo que se comprueba al revisar las sentencias. La plataforma también advirtió que se «alientan y refuerzan mensajes y estereotipos» vejatorios.
Junto a definir al «mamífero cánido», la Real Academia Española tiene a zorra por prostituta, con sinónimos de puta, furcia, ramera, fulana o pelandusca, que son aplicados sólo en femenino, es decir, son insultos hacia las mujeres. En hombres se refiere a alguien taimado, pícaro o ladino. En situaciones de violencia de género, la palabra zorra también ha sido registrada en el mundo judicial como parte de la intimidación para hacerse con el control del móvil, una de las alertas rojas en las relaciones sentimentales adolescentes. «Tras llegar a la casa, el acusado mostró una actitud celosa y posesiva con su pareja», reza otra sentencia del Supremo. «Al verla mirando el móvil, le gritó, con ánimo de menospreciarla: ¿con quién estás ligando? Guarra, deja el puto móvil. Zorra, cínica, asquerosa».
Aunque la cantante de Nebulossa proclama como una reivindicación que, habiendo sido insultada con ese epíteto y una vez «empoderada», se ha convertido en una «zorra de postal», las feministas sostienen sin ambages que «zorra es un insulto machista». Y prosiguen: «La interpretación de que es una palabra válida para referirse a las mujeres, y 'empoderante' para ellas, banaliza y normaliza su vinculación con la violencia».
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