Secciones
Servicios
Destacamos
sergio garcía
Domingo, 26 de septiembre 2021, 00:19
Las pupilas de Erik Hernández parecen alojadas en cuévanos, rodeadas de ojeras grises que crecen con cada día que pasa. Vive en la zona cero del cataclismo que sacude estos días La Palma, «la cuarta casa más próxima al volcán». Él fue el encargado de ... dar aviso al Centro Coordinador de Emergencias (CECOPIN) de que el Cumbre Vieja había entrado en erupción. Aunque fue de los primeros desplazados, su hogar aguanta en pie. Al menos, la mayor parte. «El garaje se me vino abajo como consecuencia del peso de la arena y las cenizas que se depositaron encima. «Lo viví con una mezcla de emoción y nervios, porque sabíamos que iba a ocurrir, pero se esperaba más hacia el sur. Ver aquello bullendo sobre tu cabeza, no se me olvidará jamás», relata con la vista velada el joven, que logró escapar «con dos mudas y el buzo del trabajo» que, cinco días más tarde, sigue llevando puesto. «Sólo lo he podido lavar una vez, cuando nos visitaron los Reyes».
Erik es técnico del EIRIF, unidades helitransportadas con base en La Palma, La Gomera y El Hierro, creadas por el Gobierno canario como apoyo a los medios insulares en la lucha contra los incendios forestales. 36 hombres y mujeres -de un total de 120- a las órdenes de Miguel Ángel Martín Blanco, el coordinador de un equipo dividido en brigadas de 9 miembros que son la punta de lanza de una actuación centrada, al menos ahora que no hay incendios, en evacuar a los afectados y acompañarles en el duro trance de rescatar sus enseres personales; de retirar en apenas 15 minutos los bienes que resumen toda una vida de esfuerzo y de afectos.
Desde que a las 15.12 horas del domingo pasado comenzó la erupción, su terreno de juego es la desolación humana. Una situación a la que no son ajenos los propios bomberos, algunos de los cuales se cuentan entre los que lo han perdido todo. Uno incluso ha recibido la baja, incapaz de sobrellevarlo. En el control de Tazacorte, desde donde parten para los acompañamientos, sus caras lo dicen todo. Ancianos con problemas de movilidad, ya sea encamados o en silla de ruedas, ataques de ansiedad... lidiar con alguien que descubre con pánico que ha perdido las llaves de casa, impidiéndole despedirse del marco de su vida. Lo resumía el jueves Remedios Armas desde estas páginas: «Mi casa quizá no fuera ninguna maravilla, pero era mía».
También el abandono de mascotas, que en el fragor de la huida no han sido localizadas o no se dejan coger. «No puedes hacer nada por retrasar lo inevitable», describe Miguel Ángel, «y te enfrentas a una constante noria de emociones». Así quince veces al día. Veinte. «Ayudar a alguien siempre produce un subidón, pero luego interiorizas que posiblemente sea la última vez que ven su hogar. Es demoledor».
Lo hacen contrarreloj, porque el volcán -que ha entrado en una fase más explosiva, aunque arroja menos lava- nos recuerda de manera constante que estamos en sus manos. La pluma irguiéndose casi 5 kilómetros en el cielo gris, mientras la colada incandescente se divide en dos frentes: uno de 500 metros de ancho derramándose sobre Todoque, poniendo cerco a su iglesia, avanzando muy lentamente; el otro dirigiéndose a Montaña Rajada, un poco más rápido. Dos kilómetros separan al primero del mar, aunque no hay garantías de que vaya a precipitarse en el agua.
«La lengua de lava -explica Nieves Sánchez, investigadora del Instituto Geológico y Minero de España- sigue recibiendo muchos aportes, pero necesita pendiente para deslizarse y ganar mucho en altura para moverse. Su velocidad dependerá de los componentes que la integren, el material que libere el cráter y la orografía». Sánchez habla del volcán como de un chico travieso que no puede evitar ser como es. «Es una erupción fisural de carácter estromboliano, con una fractura donde se concentran seis puntos de emisión que arrojan a la atmósfera lava y piroclastos», ese picón molesto que lo impregna todo desde hace días, mientras el tremón (vibración) que regurgita la cámara magmática solapa los seísmos.
«Nada te prepara para algo así», confiesa Erik, el bombero. Su trabajo tiene una parte profesional y otra emocional, «la más dura», ya que su 'campo de batalla' lo habitan familiares y amigos. «Dejamos ésta aparte, porque hay muchas vidas en juego. Hay que cortar carreteras, gestionar el estrés de la población, ayudarles a recuperar sus bienes personales y ponerles a salvo. No sólo de la erupción propiamente dicha, sino de la columna de gases, que causa irritación de los ojos, de las vías respiratorias», y cuyos efectos están todavía por verse.
Sus compañeros no son novatos. Quien más quien menos, ya sabe lo que es enfrentarse a incendios como el de Jedey en 2016 -muy cerca del Cumbre Vieja-, que se cobró la vida de Fran Santana durante una maniobra nocturna. O los fuegos de Gran Canaria de hace dos años, «donde el avance de las llamas superaba con mucho el rendimiento de las labores de extinción», de Tijarafe y Garafía, con cientos de evacuados. O hace sólo un mes, el 'viento caliente' que se propagó entre las viviendas de El Paso, localidad ahora de nuevo golpeada por el infortunio».
«Pero esto lo supera todo», confiesa desconsolado Ayoze Carmona, motosierrista grancanario, que no logra quitarse de la memoria aquel hombre que se vino abajo después de dejar atrás su casa, sentenciada, cuando se dirigía con la camioneta a vaciar la de su hermano. De la misma opinión es Jennifer, 28 años, que lo mismo maneja una antorcha de goteo o un tendido de mangueras con autobombas, que siente debilidad por las familias numerosas. Para Álvaro Gil, malagueño, el drama lo resume un anciano de Todoque que se derrumbó, impotente, y al que tuvo que sentar en una silla de ruedas y dar un poco de agua. «Me abrazó como si me conociera de toda la vida, rendido». Todos tratan de mostrar empatía, de transmitir fortaleza a los damnificados, «pero cuando te metes en la cama es como hundirse en un pozo profundo. Un nudo en la garganta que pasa factura», desliza Carmona.
Radiografía. El magma que expulsa el cráter ha cubierto ya más de 190 hectáreas, destruyendo hasta el momento 400 edificaciones y kilómetros de carreteras, según el seguimiento por satélite del programa Copérnicus. Los dos frentes de lava tienen un ancho de 600 metros.
Fenómeno geológico. Se calcula que el reservorio de magma contiene 11 millones de metros cúbicos, que emiten a diario hasta 9.000 toneladas de dióxido de azufre a la atmósfera.
«No hay cultura de prevención de emergencias -lamenta Erik-. La gente no comprende que lo primero que debe llevarse es la documentación, las medicinas, las joyas de valor y luego ya vendrá el resto». Para el anecdotario están esos vecinos que, bloqueados por la magnitud del desastre, sólo aciertan a llevarse el álbum de fotos, los pendientes de la abuela o una maceta con flores. «Bueno, por no hablar de los que dejan atrás las escrituras del piso pero vacían la nevera de bebidas alcohólicas, embutidos o incluso se llevan hasta juguetes sexuales».
Entre los cometidos del grupo EIRIF está también la vigilancia para evitar conatos de incendio. Una circunstancia, al menos, en la que tienen el santo de cara por una conjunción de factores. El primero, la humedad elevada del combustible (la erupción estuvo precedida de lluvias). Además, la erupción arrancó con tal violencia, que cuando una chispa caía al suelo la columna de gases que salía del cráter, hambrienta de aire, la chupaba de inmediato, sofocando cualquier fuego antes de que prendiese. Estos gases disminuyen asimismo la concentración de oxígeno, lo que dificulta la propagación del fuego. Por último, las miles de toneladas de cenizas y arenas vertidas han sepultado todo lo que era susceptible de arder.
Noticia Relacionada
Pero Miguel Ángel está lejos de sentirse tranquilo. Todos los días, durante más de 14 horas, se enfrenta a la ímproba labor de no dejar cabos sueltos. Desde el puesto de mando donde se citan Emergencias, Guardia Civil, Policía Local y la UME, coordina todos los vuelos que se realizan por la zona, ya sean tripulados o no. «Tenemos dos helicópteros y un avión sobrevolando la zona, compartiendo espacio con decenas de drones, unos con fines científicos y de vigilancia del incendio, y los que son para multimedia y televisión (estos últimos sometidos a prohibiciones intermitentes). «Les marcamos puntos de despegue, altitudes máximas y radio de acción, evitando que choquen entre sí. En este sentido, el equipo Pegasus del instituto armado trabaja para la detección y derribo de las aeronaves no autorizadas. El afán de algunos vecinos por exprimir el tiempo que les queda y el de algunos informadores por saltarse los controles en pos de la noticia ha hecho saltar las alarmas. «El primer día los hubo que subieron hasta el mar de lava. Pero eso se acabó. No ha habido que lamentar desgracias personales y no estamos dispuestos a que eso cambie». No en su turno.
El Consorcio de Compensación de Seguros, entidad pública empresarial adscrita al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, ha recibido las primeras solicitudes de indemnización por la erupción volcánica en La Palma, correspondientes a 33 viviendas (la cifra de edificaciones destruidas roza las 400), 5 automóviles, un comercio y una industria.
El Consorcio recuerda que el fenómeno geológico sí se cuenta entre los supuestos llamados 'riesgos extraordinarios', como ocurre con los embates del mar, las inundaciones, los terremotos o las tempestades de viento con rachas superiores a los 120 km/hora. La entidad recuerda que el requisito para acceder a esas ayudas es que el bien dañado esté asegurado y la póliza en vigor. «No es el caso del 80% de mis vecinos», aseguraba esta semana un damnificado de Todoque.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.