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Furión ha trotado por media Europa. Pero, por desgracia, ese feliz recorrido por el viejo continente se vio truncado hace apenes unos meses cuando un automóvil se lo llevó por delante en Bulgaria. La pata derecha de este caballo blanco de sangre árabe y origen ... portugués se quebró. Y con ella también se rompió el sueño de Zhixian Xu, su propietario, empeñado en viajar y conocer mundo a lomos del corcel. Han sido numerosos los medios de comunicación que han dado cuenta de su empecinamiento en partir desde Santiago de Compostela para llegar a Shandong, su tierra natal, ubicada en la costa china. Un viaje de más de 10.000 kilómetros plagado de cordilleras y desiertos, conflictos geoestratégicos y bandas criminales de todo tipo.
Sin embargo, el protagonista de esta historia niega este empeño hercúleo y afirma que su ambición resultaba mucho más modesta. «Quería ir desde la costa occidental de Europa a la oriental, no regresar a casa», apunta, al tiempo que confiesa que esa idea se apoderó de su voluntad una noche que contemplaba el cielo estrellado. «A mí también me gustaría saber por qué me ocurrió, pero no puedo contestarlo en una frase y eso me sorprende, así que entonces decidí ponerme en acción».
Cuando ni siquiera el instigador de la aventura conoce sus razones, resulta difícil explicar este empeño quijotesco. Tan sólo se sabe que este ingeniero de 35 años se formó en la ciudad Italiana de Génova y que, antes regresar a Extremo Oriente, decidió hacer el Camino de Santiago y llegar a uno de los extremos de ese continente que lo ha fascinado. También se antoja curioso por qué un día decidió cambiar su nombre oriental por otro de sabor vasco. Así, Zhixian comenzó a llamarse Unas. «Decidí hacer mi vida más fácil», arguye. Una medida que le eximía de repetir un nombre que podría antojarse impronunciable para muchos de aquellos que se encontrara en su recorrido. Él afirma que proviene de 'unas veces' y da por concluida esta lacónica explicación.
El peregrino oriental había ahorrado alrededor de 10.000 euros durante su estancia en la ciudad transalpina y viajó hasta Portugal para adquirir el animal, un bello corcel al que bautizó como 'Furión' y con el qué decidió poner en marcha ese periplo de más de 3.500 kilómetros. Aunque no tan osado como el de cubrir la distancia entre el Atlántico y el Pacifico, también se antojaba un reto desorbitado para un jinete sin experiencia, hasta el punto de que intentaron disuadirlo en Galicia, pero no tuvieron ningún éxito. Zhixian, alias Unas, llegó a la ciudad jacobea, donde se convirtió al catolicismo y solicitó el bautismo, e inició su hazaña a paso ligero.
12.000 euros
han costado los cuidados médicos que ha recibido Furión
Ni siquiera su propia familia entendía el propósito. «No me apoyaban», admite el joven y señala que tan sólo después de seis meses, en los que atravesó el norte de España y penetró en Francia, su padre se percató realmente de lo que estaba haciendo. Pero la incomprensión de los suyos parece haberse compensado con la acogida que encontró allí por donde cabalgaba. «La gente ha sido amistosa en general y me ha ofrecido la oportunidad de conocer sus propias vidas», reconoce. En cualquier caso, se antojaba una hazaña para alguien que no tenía ninguna experiencia, aunque él no cree que se tratara de una aventura tan descomunal. «¿Demasiado largo? Es una cuestión de distancia y carga, no de longitud», aduce. «Hay una diferencia entre correr una maratón en dos horas o andar durante dos días».
Pero la buena fortuna que le había acompañado durante todo su periplo se disipó al llegar a las cercanías del Mar Negro, en el otro extremo de Europa. La rotura de la extremidad del caballo frustró su objetivo cuando se hallaba cerca de culminarlo y exigió adoptar medidas rápidas y urgentes. Tradicionalmente, este tipo de lesiones comportaba el sacrificio del ejemplar que las sufría, pero, en la actualidad, los animales pueden ser intervenidos y, tal y como sucede con los humanos, reponerse mediante la introducción de piezas metálicas. Entonces descubrió que el lugar más adecuado era la clínica veterinaria de Grosbois, en Francia, especializada en cirugía equina. Pero había un problema. No disponía de los fondos suficientes para hacerse con un vehículo y volver sobre sus propios pasos. Así que solicitó ayuda y las muestras de solidaridad fueron asombrosas. No tardó en conseguir el transporte adecuado y el caballo pudo ser operado con éxito.
Unas ha permanecido cerca de su montura, acampado cerca del centro veterinario, hasta que un buen samaritano le facilitó una habitación en la que alojarse. Atrás han quedado sus jornadas de viaje, las noches al abrigo de tiendas plantadas a la salida de las urbes, comprar viandas en los supermercados en ruta y beber en las fuentes públicas. Ahora, su objetivo es que Furion, el Rocinante del siglo XXI, recupere su forma habitual y, sobre todo, pagar la factura del hospital, que asciende a unos 12.000 euros.
Las aportaciones de cientos de colaboradores conmovidos por su percance parecen cercanas a conseguir ese fin. Tal y como señalan en su cuenta de Instagram (@furion_unas), el alta es inminente. ¿Y volver al camino? «No, ahora mi intención es regentar una granja en Europa», confiesa el Quijote oriental.
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