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JAVIER GUILLENEA
Viernes, 27 de diciembre 2019, 20:05
Cuando una grúa comenzó a alzar aquellos trastos oxidados y a apilarlos en un solar del centro de Barcelona hasta formar una altura de cuatro pisos, más de uno vio confirmadas sus previsiones. Ada Colau, la alcaldesa, había perdido definitivamente el norte con la ocurrencia ... de meter a vivir a gente en contenedores. Pero pasaron los meses, no muchos, y aquella desangelada estructura fue tomando forma hasta convertirse en un apañado edificio de viviendas que no desentonaba con los de alrededor.
«Al principio hubo muchas críticas, pero después se han ido acallando», afirma Lucía Martín, concejala de Vivienda de Barcelona, en vísperas de que, a mediados de enero, los nuevos inquilinos del número 8 de la calle Nou de Sant Francesc, a pocos metros de la Rambla, estrenen sus pisos de 30 y 60 metros cuadrados. Serán los primeros beneficiarios del programa Aprop (Alojamientos de proximidad provisionales), con el que se pretende alojar temporalmente a familias sin vivienda que se hallan a la espera de recibir un piso público.
La propuesta de utilizar contenedores de barco reciclados fue acogida con escepticismo por quienes veían en el proyecto una manera de embutir a gente sin recursos en barracones o latas de sardina. El pequeño tamaño de los pisos recordaba además a las «soluciones habitacionales» que tantos disgustos le costó en 2005 a la entonces ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, cuando lanzó la propuesta de poner en el mercado VPO de 25 o 30 metros para jóvenes. «Compararon lo que íbamos a hacer con pisos colmena», recuerda Lucía Martín.
El inmueble. El edificio cuenta con equipamientos comunitarios en la planta baja y tres alturas, en las que se reparten doce apartamentos.
Otros proyectos. El Ayuntamiento de Barcelona tiene proyectado construir otros dos edificios con contenedores en Sant Martí y en Sant Montjuïc. Se prevén crear 92 alojamientos.
Gentrificación. Los inmuebles estarán ubicados en zonas céntricas de la ciudad y no en el extrarradio, como suele suceder con este tipo de proyectos. Se quiere luchar así contra la gentrificación que se está cebando con el centro de Barcelona.
Solares vacíos. El hecho de que los alojamientos sean transportables permite hacer uso de solares actualmente vacíos, en espera de que se construyan los equipamientos para los que están reservados.
La idea no era nueva. En otras ciudades del mundo ya se han levantado edificaciones con contenedores, aunque los resultados no siempre han sido satisfactorios. En Ámsterdam existe todo un barrio fabricado con este sistema en el que residen cientos de estudiantes; en el puerto de Copenhague se han erigido apartamentos para universitarios y en el barrio londinense de Ealing varios cientos de familias de pocos recursos residen en contenedores adaptados para viviendas.
La principal queja es el aislamiento, algo esencial en unas estructuras fabricadas con acero corten. En Reino Unido, la comisionada para la Infancia, Anne Logfield, elaboró el pasado mes de agosto un demoledor informe en el que sostiene que los contenedores marítimos reciclados son «extremadamente fríos en invierno y muy calientes en verano». La experta, que examinó los bloques edificados en su país, advirtió de que este tipo de soluciones generan «incivismo, condensación, humedad y plagas en el suelo», lo que tenía consecuencias negativas «en el crecimiento de los menores».
Estas conclusiones fueron utilizadas como ariete para arremeter contra el proyecto de Barcelona, que había sido presentado como el heredero de «un tipo de vivienda que ya funciona con éxito en otros lugares del mundo». «Se han estudiado y analizado iniciativas similares en ciudades como Copenhague, Vancouver, Ámsterdam o Londres», afirmó el Ayuntamiento antes de la publicación del informe, que se titulaba 'Casas desoladas'.
En su defensa, Lucía Martín recalca que las viviendas de Londres y las de Barcelona «no tienen nada que ver». «El hecho de que nos hayamos fijado en otras experiencias no quiere decir que hayamos hecho lo mismo. Nosotros hemos aprendido de lo de allí», sostiene la concejala. El resultado, asegura, es que los de la capital catalana «son hogares confortables, con calefacción y ascensor».
El proceso comenzó en unos terrenos del municipio de Selva del Camp, donde 16 viejos contenedores marítimos empezaron a ser habilitados como viviendas. «Trabajar con estos elementos no es garantía de precariedad o de falta de calidad, ni tampoco de que la tenga», sostiene David Juárez, arquitecto de Straddle3, autor del proyecto junto con Yaiza Terré y Jon Begiristain, del estudio donostiarra Eulia. Para él, se trata de un «material de construcción que se podría equiparar a cualquier otro», aunque es cierto que presenta algunas características especiales: «Son más ecológicos, baratos y rígidos, que es su inconveniente principal».
«En Londres lo hicieron en plan pobre y les salió bastante cutre», afirma David Juárez, que no ha querido repetir los errores de sus predecesores británicos, empezando por el aislamiento. «Cada pared lleva dentro cinco centímetros de lana de roca, con lo que son diez centímetros los que separan un apartamento de otro. También tienen dentro una doble placa de yeso reforzado y por fuera otra de ocho centímetros de lana de roca y el acabado exterior, a lo que hay que añadir una fachada de policarbonato», enumera.
Son en total doce pisos, todos con calefacción de suelo radiante. Ocho de ellos tienen 30 metros cuadrados y están destinados a personas solas o parejas. El resto, de dos habitaciones, son de 60 metros cuadrados y están pensados para familias. El edificio, que ha costado al erario 940.000 euros, se ha levantado en un solar reservado a vivienda pública. «En el momento en que este suelo se necesite, las viviendas se pueden desmontar rápidamente», indica Lucía Martín.
Apilar las cajas metálicas y transformarlas en un edificio llevó cuatro meses, mucho menos que en una construcción tradicional. Cuando recuerda las quejas con las que fue acogido aquel montón de hierros, David Juárez no oculta su malestar. «Critican los contenedores reciclados y no el uso masivo de hormigón, que necesita un gasto brutal de energía para ser fabricado», se duele.
El juicio inapelable llegará de manos de las familias que dentro de pocas semanas comenzarán a residir en el inmueble hasta que se les entregue una vivienda definitiva. Entonces se verá quién tiene razón, si los que auguran un desastre como el de Londres o quienes, como la concejala, insisten en que son «hogares dignos». «Algunos viven en pensiones subvencionadas por el Ayuntamiento y otros en casas de familiares y amigos o en habitaciones alquiladas», explica Lucía Martín. Serán ellos, los ocupantes de los contenedores, quienes tengan la última palabra. Y digan si aquello es una caja o una casa.
El reciclaje de contenedores marítimos para ser utilizados como vivienda es una práctica muy extendida en todo el mundo, aunque no tanto en España, donde todavía perdura la cultura del hormigón y el ladrillo y se observa con recelo otro tipo de estructuras. Las cajas metálicas no solo se utilizan como alternativa para paliar la escasez de casas, sino que son demandadas por personas que quieren hacerse una primera o segunda vivienda, aunque para ello deben contar antes con un terreno donde instalarla. Además de la rapidez de construcción y de ser más económica, la arquitectura con contenedores presenta la gran ventaja de que es mucho más ecológica que la tradicional, donde hay un «uso exagerado de recursos como el agua», explica un arquitecto de la empresa fabricante de casas contenedores Imod Haus. Frente a estas ventajas, uno de los inconvenientes de este tipo de estructuras es su estrechez y su rigidez, que hace necesario adaptar el proyecto arquitectónico a sus dimensiones. En algunas ciudades se han construido, con mayor o menor fortuna, verdaderas urbanizaciones con este sistema.
Alternativas de uso por el mundo
Inmueble construido con contenedores en la ciudad portuaria canadiense.
Edificio en Ealing destinado a personas con pocos recursos. El mal aislamiento es solo uno de sus problemas.
En el puerto de la capital danesa se han levantado viviendas para universitarios.
El barrio de Keetwonen alberga un millar de viviendas-contenedores destinadas a estudiantes.
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