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Campillo en el salón de su casa de Santomera, en Murcia. R. C.
«Vivimos en la ilusión de que no somos animales que tenemos que respirar aire y beber agua»

Antonio Campillo

Filósofo
«Vivimos en la ilusión de que no somos animales que tenemos que respirar aire y beber agua»

En tiempos convulsos como el actual, con desgarros de guerras, crisis de las democracias y advertencias de que vamos hacia 'un infierno' en la Tierra, propone con astucia y realismo escuchar los consejos de los griegos. El primero: la mesura, la justa medida. Vive rodeados de limoneros

Sábado, 20 de enero 2024, 13:05

Le encantan a Antonio Campillo (Santomera, 1956), filósofo y sociólogo, estos versos de Antonio Machado: «Es el mejor de los buenos / quien sabe que en esta vida / todo es cuestión de medida: / un poco más, algo menos...». Catedrático jubilado de Filosofía de la UMU, de 2013 a 2017 presidió la Red española de Filosofía y es autor de celebrados ensayos, el más reciente 'Grecia y nosotros. La herencia griega en la era global' (Abada Editores). Los dulces que se comen en su casa los elabora él. No le ha salido ni una cana.

- ¿Qué tal el arranque de 2024?

- Con muy malos augurios.

- ¿Por dónde empezamos?

- A escala internacional, varias guerras en curso. Me tiene muy perturbado la de Palestina, la masacre que está teniendo lugar y la impunidad con la que actúa Israel con apoyo de Estados Unidos. Sudáfrica ya se ha decidido a denunciar a Israel ante el Tribunal Penal Internacional por genocidio, y es un paso importante que al menos un país se haya atrevido a hacerlo; Israel parece que tiene carta blanca, nadie se atreve a pararle los pies. La guerra de Ucrania sigue recrudeciéndose también, con Rusia volviendo a intensificar los ataques...; se demuestra que ni las grandes potencias, como EE UU y China, pueden controlar los estallidos de violencia, pacificar los conflictos, y es un hecho que la ONU está desautorizada, no tiene capacidad de intervención.

- ¿Qué más le inquieta?

- Se está produciendo una involución en los sistemas políticos. Desde el final de la Guerra Fría hubo un proceso de democratización de los países del Este, en antiguas dictaduras militares y en países africanos cuyos conflictos cesaron. Vimos procesos de democratización en muchos lugares, y no sólo aumentó el número de democracias formales, sino incluso los procesos de democratización o mejora de las decisiones democráticas en muchos países. Pero el proceso se está invirtiendo, produciéndose una autocratización de los sistemas políticos, incluso en democracias consolidadas como EE UU, Brasil, Hungría o Rusia. Las democracias formales están, cada vez más, involucionando hacia sistemas autoritarios. Y esto tiene que ver con el auge de los movimientos de derecha y extrema derecha, un fenómeno preocupante que estamos sufriendo en democracias de Europa y América.

- ¿Auge que irá a más?

- La Unión Europea va a tener elecciones en junio, y es muy probable que la derecha y la extrema derecha tengan mayoría absoluta en el Parlamento Europeo. Esto indica un claro retroceso civilizatorio desde el punto de vista político. España se ha librado por los pelos de tener un gobierno de ese tipo, como lo tienen ya otros países europeos, pero estamos en la cuerda floja. Hay un gobierno de coalición progresista, pero muy frágil. Desde el punto de vista geopolítico y de calidad democrática, la situación no es nada halagüeña.

Universo paralelo

«Nunca ha habido tanto negacionismo y tantas teorías delirantes. Tantas personas que huyen de la realidad»

- ¿Sobre qué cree que nos advirtió claramente 2023?

- Fue el año más caluroso de la historia desde que tenemos registros. Es evidente, desde el punto de vista científico, que corremos hacia la alteración del clima terrestre, de las corrientes oceánicas, de todos los equilibrios de la biosfera terrestre que pueden tener efectos catastróficos.

- ¿Dice usted que pueden?

- Bueno, ya los están teniendo. En los últimos 20 años se ha doblado el número de desastres naturales en el mundo: incendios, sequías, inundaciones..., con todos los impactos sociales que conllevan en cuanto a desplazamientos de la población, muertes, conflictos...; estamos asistiendo a cada vez más tensiones por el agua, por los recursos, y hemos visto el desastre que fue la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático [COP28], que se celebró en Dubái, un estado petrolero, y que estuvo presidida por Sultán al Jaber [ministro de Industria de Emiratos Árabes], quien llegó a declarar que no está demostrado por la ciencia que el cambio climático esté producido por los combustibles fósiles. Se alcanzó un acuerdo bastante descafeinado, lo cual ha demostrado hasta qué punto las cumbres del clima no cumplen su función; al contrario, los combustibles fósiles siguen contando con muchísimas subvenciones públicas. Esta es la gran amenaza sobre la que advierte cada día el secretario general de la ONU, António Guterres, diciendo que vamos hacia un infierno climático.

Rebelión científica

- ¿Los gobiernos se lavan las manos?

- Los presidentes de las grandes potencias emisoras, EE UU y China, no fueron a Dubái. No se están tomando las medidas necesarias para frenar este desastre, y muchos de los propios científicos, a los que no se hace caso, se están convirtiendo en activistas sociales. Asistimos a una especie de rebelión científica, impulsada por la conciencia ciudadana de muchos científicos que están saliendo de sus laboratorios para alertar a la opinión pública. ¿Y sabe con qué consecuencias? Con la de que se está empezando a perseguir a los científicos que alertan sobre el cambio climático, poco menos que como a terroristas, a delincuentes. Fíjese en nuestro país, donde se debate sobre cualquier cosa como si se fuese a acabar el mundo, mientras sobre lo que realmente sí que nos podrá conducir al fin del mundo, apenas hay debate ni público, ni político.

- ¿Y esto qué refleja?

- La disonancia entre los problemas reales que vivimos, a los que tenemos que enfrentarnos, y el espacio mediático y de la opinión pública, que genera una especie de universo paralelo bastante desconectado del universo real, de los problemas reales. Esto también es un signo de nuestro tiempo; se dice que vivimos en la sociedad del conocimiento, de la información..., pero nunca ha habido tanto negacionismo, tanto conspiracionismo, tantas teorías delirantes, tantas personas que huyen de la realidad y que se refugian en estos universos paralelos que fomentan la industria del entretenimiento y las redes sociales.

Rebelión científica

«Se está empezando a perseguir a los científicos que alertan sobre el cambio climático como a terroristas»

- Habla usted de la nueva caverna de Platón.

- Sí, a veces he utilizado la metáfora de la caverna de Platón. Él hablaba de los prisioneros que estaban encerrados en una caverna y que sólo veían sombras proyectadas por una hoguera sobre una pared; y ellos pensaban que ese era el mundo real. Hoy, la caverna de Platón es la Red, este mundo virtual en el que vivimos y al que estamos todos conectados. Y creemos que ese es el mundo real, el mundo de lo virtual y de la Inteligencia Artificial.

- La imparable sacralización de la tecnología.

- Desde su origen, el ser humano es un ser tecnológico: la invención del fuego, las herramientas, los alimentos cocinados... No se entendería la historia de la humanidad sin la de las técnicas que nos han hecho humanos. El lenguaje, a fin de cuentas, es también una técnica aprendida. La tecnología nos ha acompañado siempre, y nos ha dotado de la capacidad de distanciarnos del medio físico inmediato. Pero la novedad del mundo contemporáneo, por lo menos desde la Revolución Industrial, desde la proliferación de las máquinas, es que la maquinización ha permitido que esa distancia del medio se acelere muchísimo. Por ejemplo, vivimos en entornos urbanos, en ciudades, e ignoramos de dónde vienen los alimentos, la ropa, la energía...; nos desconectamos. La tecnología genera lo que se ha llamado la tecnosfera diferenciada de la biosfera. Hemos generado una tecnosfera muy potente que nos distancia del medio físico y nos hace creer que podemos prescindir del medio físico, que no somos animales que tenemos que respirar aire, beber agua, comer plantas. Se genera esa ficción. Incluso, los transhumanistas creen que podemos convertirnos en una nueva especie transhumana o sobrehumana. Se empieza a conceder a la tecnología un poder de trascendencia de la condición humana similar al que las religiones tradicionales concedían a la ascética. Realmente, hay quienes creen que por medio de la tecnología vamos a resolver todos los problemas; que la tecnología nos va a salvar.

Silencio

«Sobre lo que realmente sí que nos podrá conducir al fin del mundo apenas hay debate ni público, ni político»

- ¿De qué cree usted que tiene la responsabilidad?

- Los que nos dedicamos a la filosofía, a la cultura en general, tenemos la responsabilidad de intentar cambiar esa religión dominante, de alertar a la gente de la necesidad de pisar tierra, de reconocer nuestra condición de seres terrestres, de seres vivos que dependemos de la biosfera terrestre, y que si la destruimos estamos destruyendo nuestras propias condiciones de vida.

El método de la mesa redonda

- La necesidad de líderes.

- Las democracias actuales se han vuelto muy plebiscitarias. Las hemos reducido a votar a un líder, otorgándole una especie de poder carismático, salvador. Y esto es también una ilusión política. Vivimos en sociedades complejas, donde los problemas son múltiples e interconectados, y donde los saberes son también muy diversos y, por tanto, son muy necesarias la especialización y la experiencia. Gobernar las sociedades contemporáneas exige un alto grado de cooperación entre profesionales de muy distintos campos. Ya vimos cómo con una emergencia sanitaria como la de la pandemia, fue necesario contar con el conocimiento de muy diferentes profesionales para intentar gestionar algo que puso patas arriba todo el sistema. Pues lo mismo ocurre con los temas del cambio climático... La política debería funcionar mediante el denominado método de la mesa redonda. El político debería ser un simple moderador en una mesa redonda donde hubiera profesionales de distintos campos y personas afectadas por un problema concreto, de manera que la toma de decisiones fuese realmente democrática. Lo que no puede ser es que un político se considere un iluminado por el hecho de que lo han elegido, y se le ocurra tomar decisiones delirantes que van, incluso, contra la evidencia científica. Otro tema es el de que los poderes públicos deben estar al servicio de los ciudadanos, y no de las grandes corporaciones que no son democráticas y cuya finalidad es aumentar su cuenta de beneficios.

Límites

«No puedes consumir el mundo a costa de tus descendientes, es como si les legaras una casa destruida por tu voracidad»

- ¿Qué deberíamos tener muy presente de la herencia griega?

- La conciencia del límite, de la finitud de la condición humana; y más hoy, que vivimos en el extremo contrario, en el tiempo del crecimiento ilimitado, del deseo sin límite, convencidos de que todo puede ser. El éxito de la tecnología consiste en prometer que todo es posible, en alimentar la ambición humana y la desmesura en todo, produciendo una huida hacia adelante que es autodestructiva. Los griegos proponían, como ideal ético, como ideal político, la mesura, la proporción, la justa medida, el equilibrio entre los distintos elementos. Los humanos, decían, somos los mortales, frente a los inmortales que eran los dioses. Aceptar nuestra finitud significa aceptar, por ejemplo, no solo que somos mortales, sino que formamos parte de una cadena generacional en la que se incluyen los antepasados, de los que hemos heredado un mundo habitable. Yo, que tengo dos hijas y tres nietos, pienso mucho en ellos. Tú no puedes consumir el mundo a costa de tus descendientes, es como si les legaras una casa incendiada o destruida por tu voracidad. Tenemos que autocontenernos como individuos y como sociedad.

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