Más de una cuarta parte de las barcazas y botes estrechos se han convertido en las residencias principales de sus propietarios. Ione Saizar

Ecos del munido

La vida en la Venecia británica

La herencia de la Revolución Industrial ·

Más de 35.000 barcazas o botes estrechos navegan a lo largo de más de 3.000 kilómetros de canales en Inglaterra y Gales

Sábado, 7 de diciembre 2024, 18:17

Es una mañana horrible, fría, oscura, de lluvia intensa. Nos esperan vagones de trenes abarrotados antes de sumergirnos en el metro, que un político británico del XIX tachó de inhumano. El objetivo es emerger ante las sedes de Google y del diario 'The Guardian', en ... una zona del norte de Londres regenerada para construir la estación del tren Eurostar.

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Callejeamos en dirección al Museo del Canal de Londres y, al salir del edificio por el lado que da al Regent's Canal, aparece amarrado un bote largo y estrecho. Es el 'Dreamcatcher', la vivienda de Sara y Mark, dos sexagenarios que atrapan cada día su sueño de libertad navegando por los canales. El espacio interior es compacto. Se siente el calor de una estufa y la amistad de una taza de té.

Más de 35.000 barcazas, o botes estrechos, navegan por más de 3.000 kilómetros de canales en Inglaterra y Gales, según la contabilidad de un ente voluntario, el Canals & Rivers Trust (CRT), que cuida de los cauces, otorga licencias de navegación y de amarre, inspecciona los botes y provee servicios a los navegantes: suministro de agua y gas, evacuación de residuos...

Nunca ha habido tantos botes como ahora. Los canales fueron esenciales para transportar mercancías y materias primas en la Revolución Industrial. En el London Canal Museum se ilustran las variedades de barcos utilizados y el uso de caballos o tractores para tirar de las cargas de carbón, grano o hielo desde el 'towpath' de uso público, o camino de sirga en el derecho español .

Según el CRT, en la actualidad más de una cuarta parte de las barcazas y botes estrechos se han convertido en las residencias principales de sus propietarios. Algunas de las viviendas flotantes que se han construído están valoradas en más de un millón de euros. Hay quien paga miles de euros por amarrar su barco cerca del trabajo. Otros los compran -los precios ovcilan entre 50.000 y 120.000 euros- porque no pueden adquirir una casa.

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Sara Adams y Mark Onslow, que se conocieron en un espacio de citas en internet cuando ambos habían perdido a sus parejas, viven en el 'DreamCatcher' porque les gusta navegar y por la independencia que les da residir en un bote. A ella no le gusta la gran ciudad y siempre la ha atraído el agua. «Este debe ser el último lugar en el que puedes ser libre», afirma.

Mark, que vive entre barcos desde niño, trabajó en la Royal Navy, estudió ingeniería mecánica y electrónica y ahora gana rentas haciendo reparaciones en las áreas que visitan. Planear con antelación es fundamental para gestionar la barcaza, que tiene una licencia de «crucero continuo». No tiene que pagar por el amarre, pero está obligado a mantenerse en movimiento regular, sin permanecer más de 14 días en un mismo vecindario.

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El 'Trust' regulador vigila a estos genuinos navegantes de los canales para asegurarse de que cumplen la norma de estancias temporales, sin dejar de valorar el papel que juegan en los canales. Su experiencia les da una perspectiva de la seguridad de los caminos que bordean el cauce, o de posibles problemas en instalaciones que facilitan el régimen de navegación.

Hay quien paga miles de euros por amarrar su barco cerca del lugar de trabajo

Licencias por las nubes

La decisión del Gobierno de Rishi Sunak de retirar la subvención de más de 700 millones de euros a la organización que supervisa los ríos y canales ha disparado el coste de las licencias y unas quejas que, para Mark, no están del todo justificadas: «Londres se está llenado de botes porque son baratos. Nosotros pagamos una licencia de 1.650 euros por año». «Hay gente que quiere vivir en Londres en un barco, pero en otras zonas hay mucho espacio para amarrar los botes», indica. Es el caso de un amigo de la pareja, que se ha alejado hacia el este y con acceso a la plataforma de internet, Starlink, creada por Elon Musk, para ejercer su oficio de diseñador gráfico en el bote, que ahora también es su oficina.

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Sara y Mark parten hacia su nuevo destino. Un día pueden dirigirse hacia la bahía rectangular y poco profunda de The Wash, en Lincolnshire, o a Stoke Bruene, donde hay otro museo de barcos de canal. Lo que no varía es el plácido sonido del motor del bote, que avanza con parsimonia a una velocidad que no llega a los cinco kilómetros por hora.

Los canales son atractivos para los turistas y también para los residentes, que utilizan los caminos laterales para acudir al trabajo y se convierten en lugares de paseo en días festivos. En el Regent's Canal hay una concentración muy bella de barcos en la dársena conocida como Little Venice, la pequeña Venecia.

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