Rafael Clemente
Vermú de domingo ·
Apasionado por el espacio desde pequeño, sostiene que explorar otros mundos «es inherente a la naturaleza humana»Rafael Clemente
Vermú de domingo ·
Apasionado por el espacio desde pequeño, sostiene que explorar otros mundos «es inherente a la naturaleza humana»Será porque lleva más de cincuenta años dedicándose a la divulgación científica por lo que la conversación con Rafael Clemente resulta didáctica y amena. Ahora, este ingeniero industrial, fundador y primer director del Museu de la Ciència de Barcelona (actual CosmoCaixa), publica 'Más allá de ... la Tierra' (Libros Cúpula), una nueva obra en la que repasa la historia de la exploración espacial salpicándola de anécdotas y pequeñas lecciones de física «para que los más jóvenes aprendan algo, por ejemplo que los cohetes vuelan hasta Júpiter a motor parado por las leyes de Newton y las de Kepler, no van con los motores encendidos y haciendo ruido, como en las películas de Hollywood».
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-¿Algún día nos tomaremos el vermú del domingo en la Luna?
-Ese día está muy lejano todavía. Lo que quizá no lo esté tanto es que se pueda tomar en un hotel con vistas que gira alrededor de la Tierra. Un par de empresas ya han enviado a la estación espacial unos módulos inflables con el fin de experimentar la posibilidad de crear hábitats adecuados para las personas. No falta mucho para que envíen un módulo acoplable a la estación espacial que pueda recibir astronautas, incluso turistas, y así, cuando la estación espacial se descarte y se haga caer, ese módulo continúe orbitando por su cuenta. Esto quizás sea realidad en menos de cinco años.
-Si para entonces le tocara el bote del Euromillón, ¿sería uno de esos turistas espaciales?
-Me temo que ya no tengo edad, no me aceptarían como turista, ja, ja, ja. Se me ocurren mejores maneras de gastar ese dinero.
-Su pasión por el espacio le viene de pequeño.
-Sí. Yo soy de esa generación que vio el lanzamiento del Sputnik, que vio a Gagarin, a Glenn, a Tereshkova, la primera mujer, y que después vivió la carrera hacia la Luna, esa que muchos que ni siquiera habían nacido en esa época niegan ahora. Desde entonces, he estado recogiendo información, estudiando y siguiendo esos progresos, y todo esto se ha materializado en unos cuantos libros sobre el tema.
-Ligaría mucho de joven señalando las estrellas y diciendo: «Mira, ahí está Altair».
-Ja, ja, ja. No te creas, el efecto ese dura los diez minutos que estás con el telescopio, y yo bailaba muy mal. Gracias por el supuesto, pero no era así.
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-¿Cuál es ese aliento que nos lleva a explorar otros mundos?
-Es inherente a la naturaleza humana: desde que el hombre salió de las cavernas ha tenido la necesidad de ir un poco más allá del horizonte. Cuando al alpinista británico Mallory le preguntaron por qué quería subir al Everest, respondió: «Porque está ahí». Esa necesidad culminó cuando la humanidad fue capaz de abandonar la Tierra y poner el pie en la Luna, pero ahí terminaron las posibilidades hasta hoy. El viaje a Marte está aún muy lejano, por lo que se ha sustituido la presencia humana por la de robots que transmiten a la Tierra lo que ningún humano ha podido ver todavía.
-En alguna de esas exploraciones, la NASA encontró en Marte señales de vida microscópica en el pasado.
-No hay una confirmación definitiva, y probablemente no se pueda tener esa confirmación hasta que se examinen 'in situ' muestras del terreno marciano y ver allí qué se encuentra en esos restos. Por supuesto, las pruebas a favor de la existencia de una vida primitiva en Marte son muy altas: en el pasado remoto ha tenido agua y una atmósfera en la que las temperaturas eran mucho más acogedoras que ahora, porque Marte es prácticamente una Antártida, pero en desierto de arena.
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-Entonces hay vida extraterrestre.
-No, yo no digo que haya vida extraterrestre, digo que hay una alta posibilidad. Esa posibilidad existe en Marte, y también en Europa, satélite de Júpiter, y en Encélado, que gira alrededor de Saturno; esos dos son los mejores candidatos en este momento para encontrar vida, no ya fósil, sino vida realmente activa. Además, hay otros sitios, como Titán, con una atmósfera y una química que podría recordar a como fue la Tierra primitiva. O Ganímedes.
-Si la hay, no será como en las películas.
-Estamos hablando siempre de vida muy elemental, microscópica. Además, solamente en la Vía Láctea hay 100.000 millones de estrellas, y aunque no todas poseen planetas habitables o con capacidad para desarrollar vida, su número es tan alto que, estadísticamente, es lógico pensar que algún sitio se han dado las condiciones de la vida, y si se dan las condiciones para la vida, la vida aparece tarde o temprano. Otra cosa completamente distinta es encontrar vida inteligente en el universo. Algunos dicen que ni siquiera en la Tierra [risas].
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-En contra de la carrera espacial se argumenta que ese dinero se podría emplear en solucionar los problemas de nuestro planeta.
-El dinero que se invierte en ese tipo de actividades es una ínfima parte de lo que se gasta en otras de menor trascendencia, por lo tanto el problema no es la disponibilidad de ese dinero, sino la distribución, lo que se hace con él. Además, la inversión en actividades espaciales genera gran cantidad de beneficios indirectos. Por ejemplo, piensa que el GPS que pones en tu coche para encontrar el camino funciona gracias a una inversión multimillonaria en satélites de navegación. ¿Estaríamos dispuestos a renunciar a ese y otros muchos avances? Pues no lo sé.
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