Pablo Malo
Pablo Malo
Quienes tienen una moral muy estricta resultan más peligrosos que los amorales porque estos últimos son solo el 1% de la población. En el otro lado hay gente que cree que hace el bien y usa su poder para ello, generando auténticas barbaridades». Una conversación ... con el psiquiatra Pablo Malo (Erandio, 1958) ilustra sobre la cara oscura de los grandes principios. Hace un par de años, publicó 'Los peligros de la moralidad' (Ed. Deusto), donde ya ponía el dedo en la llaga sobre los riesgos de ampliar a todos los aspectos de la vida principios que deberían limitarse a ámbitos muy determinados.
Publicidad
El problema es que no se hace así, sino justamente al contrario. Y tenemos tendencia a dividir a todo el mundo en 'nosotros' y 'ellos', lo que equivale a decir 'buenos' y 'malos'. De esa forma, colocados en la posición de superioridad moral que nos da ser los buenos, ¿qué tenemos que debatir, negociar o simplemente hablar con los malos? Hay demasiada moral, dice este psiquiatra en una larga conversación tras su jornada laboral en un centro de Osakidetza, el sistema vasco de salud.
- Los asesinos de Patricia Highsmith eran amorales. ¿Hay mucha gente que lo es?
- No. El problema es el contrario, el exceso, la hipermoralidad que metemos hasta en la sopa. ¿Por qué en un anuncio de una marca de artículos para el afeitado se habla de la 'masculinidad tóxica'? Un amoral es un psicópata que no se frena ante sus intereses y no tiene sentimiento de culpa. Probablemente tienen algún defecto en su cerebro. La naturaleza es amoral: es el ser humano quien distingue entre lo bueno y la malo. Por suerte, solo un 1% de la población está compuesto por psicópatas. Así que no es un gran problema.
- ¿Cuál es entonces?
- Que la mayoría de las grandes matanzas no las han hecho psicópatas, sino gente normal convencida de que hacía el bien.
- En ese sentido, suele hablar de militantes de grupos terroristas, como ETA entre nosotros, que cuando hablaban con sus hijos diferenciaban perfectamente entre el bien y el mal. O esos jefes de campos de concentración, padres y esposos ejemplares en la vida fuera del campo.
- Los humanos dividimos el mundo entre 'nosotros' y 'ellos'. Y no aplicamos las mismas normas morales. 'No matarás' es un principio que aplicamos a los nuestros, pero si lo haces con los otros puedes ser un héroe. Son comunidades morales diferentes.
Publicidad
- ¿Toda moral es relativa? Porque sin llegar al asesinato vemos a gente que se queja de la persecución o el asedio a algunos grupos pero lo veía muy bien años atrás cuando se hacía a otros.
- Hay un tribalismo moral. Y eso crea una doble vara de medir: la misma cosa con los nuestros está bien pero si lo hacen los demás está mal. Esto es la mente humana: lo hace la izquierda y la derecha. Todos caemos en esos sesgos.
- La moral cambia con los años y las culturas. Si es una construcción, ¿debería estar sometida a debate?
- Es un instrumento para la cooperación y eso no es igual ni en todos los grupos humanos ni en todas las épocas. Hay una base común pero se aplica de forma diferente, según las circunstancias.
Publicidad
- ¿Y la superioridad moral? Hay mucha gente que se cree superior porque entiende que sus valores son más justos, igualitarios o democráticos.
- Las creencias morales se diferencian de creencias de otro tipo en que se ven como universales y objetivas. Por eso llevan en sí el germen de la intolerancia. Creemos que algo de valor universal y que es objetivo debe ser seguido por todo el mundo. Cuando tú crees que tienes la verdad estás legitimado para todo. La moral es un instrumento de control social y como te señalen con el dedo por un tema moral estás perdido porque el poder que eso tiene es superior al político o el económico.
- En el ámbito de la política hay mucha superioridad moral…
- Los partidos buscan algo en lo que basar esa postura. Por eso todos los temas se llevan al terreno del bien y el mal. Y entonces ya no hay conversación. Dividimos temas complejísimos, llenos de matices y ángulos (desde el cambio climático a la inmigración o la problemática trans) en bueno y malo y se acabó el debate.
Publicidad
- ¿Y las víctimas? También se sitúan, al menos algunas, en ese puesto superior.
- Quien consigue ser víctima ha ganado. La gente cree que las víctimas son superiores moralmente. Hay verdaderas olimpiadas del victimismo. Por ejemplo, hasta ahora las mujeres eran víctimas, ahora lo son los trans. Existe una jerarquía en todo ello. Y una vez que eres víctima ya nadie te puede llevar la contraria. Por eso todo el mundo quiere conseguir ese rol, porque desde ese momento ya has ganado.
- ¿Qué papel tiene en todo esto la tolerancia? Presumimos de ser una sociedad muy tolerante, pero los discursos políticos y el contenido de las redes sociales no dice exactamente eso.
- Es un valor de boquilla. Estamos cada vez más lejos de eso. Antes era más fácil que gente con ideas diversas quisiera hablar. En EE UU ya se ha llegado al punto de que es muy difícil que se emparejen dos personas que votan a distintos partidos. Las convicciones morales llevan con ellas el germen de la intolerancia. Por eso deberíamos ser más escépticos, asumir que podemos estar equivocados. Pero eso es una utopía.
Publicidad
- Podríamos hablar de los linchamientos, que en las redes sociales muchas veces se hacen desde el anonimato.
- Es muy fácil porque no tiene consecuencias. Antes un daño podía extenderse a un grupo pequeño, ahora se expande a nivel nacional e incluso internacional. Estamos en un punto en que la justicia la aplican las redes y nos cargamos el sistema judicial. Hemos llegado al extremo de que alguien llama al jefe de otra persona para que lo echen de su trabajo por lo que ha escrito en una red social. Vamos a respetar el Estado de Derecho, en vez de eliminarlo. Por no hablar de la persecución a la que cualquiera se puede ver sometido. Hemos asistido a episodios en los que lo que dijo alguien cuando tenía 14 años se utiliza en su contra cuando tiene 25. ¿Y la rehabilitación del delincuente, y su reintegración en la sociedad? Si se trabaja para lograrlo con quienes están en la cárcel, ¿lo olvidamos para quien solo ha dado su opinión?
- Opiniones que muchas veces son expresadas en un ámbito privado. Recordemos aquel 'la azotaría hasta que sangrara' que dijo un político en una conversación con otra persona.
- El contenido de chats privados se hace público para descalificar al contrario, para situarlo en el lado malo. ¿No puedes decir lo que quieras en una conversación privada? El caso es descalificar… Hay que separar lo privado de lo público.
Noticia Patrocinada
- Con frecuencia, quienes encabezan los linchamientos son líderes sociales o políticos. ¿Qué transmiten quienes lo hacen?
- Lo hacen para conseguir una ventaja. Hay ámbitos en los que no te puedes diferenciar apenas en tus propuestas así que lo haces en el terreno moral. Por ejemplo, no te puedes distinguir de otros grupos respecto de la esclavitud porque nadie la apoya. Pero miremos qué sucede con los trans, donde se ha creado una comunidad de oprimidos y otra de opresores. Eso lo ha hecho el movimiento 'woke' y ahora los partidos quieren presentarse como víctimas o defensores de las víctimas mientras los otros son los opresores. Cuando alguien está oprimido, con frecuencia la razón fundamental es que es pobre pero una cierta izquierda se ha olvidado de las clases. Ahora mismo, votan izquierda las élites y muchos trabajadores votan a la derecha.
- Suele decir que en el fondo todos necesitamos algo parecido a una religión, un grupo con el que sentirnos identificados. ¿Eso sucede sobre todo en quienes se sitúan en los extremos del arco político?
Publicidad
- Se moviliza más la gente de los extremos pero eso es humano. Igual la gente que no lo hace ya tiene una religión. La izquierda, que es más atea, es la que más sigue algo parecido a una religión. Lo 'woke' lo es, sin el componente sobrenatural. Un individuo puede vivir sin religión, pero un grupo no. Un grupo necesita algo que lo una. Al quedar sin religión se ha sustituido por otras cosas, que generan intolerancia tal y como antes pasó con la Iglesia. Ahora nos venden la narración. Y el problema es que la sociedad occidental ha perdido la suya. La religión era una narración, y en este momento no tenemos nada que nos una.
- ¿Quién define ahora nuestros valores?
- En lo 'woke', los activistas como los trans. Luego hay un nuevo antirracismo que no tiene nada que ver con el de Martin Luther King. Es algo que viene del postmodernismo. Marcuse ya justificó que el oprimido tiene derecho a la violencia contra el opresor. Lo estamos viendo. Y hay una subversión de los valores: la censura, como juzgar a alguien fuera de los tribunales, es bueno. Y existe quien equipara creencias con la ciencia. Juzgamos a personajes de hace 2.000 años con nuestros valores pero aceptamos sin problemas lo que hace hoy mismo gente de otra cultura aunque se salte esos valores nuestros. Le podría poner muchos ejemplos de esto pero le daré uno: en un colegio de un país europeo un grupo de padres musulmanes se opuso a que sus hijos recibieran clases de educación sexual y se ha aceptado con normalidad. Si eso lo dice aquí mismo Santiago Abascal, lo crucifican. El asunto es que el Islam tiene el escudo de haber sido víctimas. En cuanto lo eres ya nadie se mete contigo.
Publicidad
- ¿Es más peligroso alguien con una moral muy estricta o un amoral?
- Como le decía antes, los amorales, por peligrosos que sean, no suponen más que el 1% de la población. El peligro lo tiene gente con poder que cree que hace el bien y no es así. Cuando piensas que tu rival es el diablo, ya no puedes hablar con él. ¿Cómo vas a hacerlo?
- De nuevo, el diablo, la religión, ahora que tan poca gente practica una de las clásicas.
- Porque muchos se toman la política, el feminismo, el cambio climático… como si fueran una religión. Y si no crees sus principios, eres un hereje. Es un lenguaje absolutamente religioso. Todo se toma como si fuera un credo.
Publicidad
- ¿Hasta qué punto es arriesgado ser un hereje?
- Hay una mayoría de temas de los que ya no se puede hablar. Quien tiene la verdad no debate. La ciencia busca la verdad; la religión cree que la tiene, y se acabó la discusión. ¿Por qué no podemos hablar de todo siendo adultos? En muchos aspectos, en el mundo hay un ambiente similar al de los años treinta. Estamos jugando con fuego.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.