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Primer reloj adquirido por el Banco de España en 1783, obra del inglés Thomas Windmills, que firma la esfera. V.C.
El valor del tiempo: los mejores relojes del Banco de España

El valor del tiempo: los mejores relojes del Banco de España

El Banco de España cuenta en un catálogo la historia de sus relojes, entre ellos un 'bracket' inglés que adquirió en 1783 y el icónico que adorna el monumental edificio de su sede central frente a la Cibeles

Jueves, 20 de abril 2023

El tiempo es oro y aún reluce más entre las paredes del Banco de España, donde el perfecto engranaje de un reloj se revela como precisa metáfora del rigor, el orden y la exactitud burocrática que han de imperar en tan alta institución financiera. En cierto modo esos exigentes valores dan sentido a la historia del reloj más icónico del Banco, el que remata la torre de su sede central, ese emblemático chaflán que hace esquina entre la plaza de Cibeles, la calle Alcalá y el paseo del Prado. Resulta que en el siglo XIX era más que habitual que los accionistas llegaran tarde a las juntas generales del Banco al fiarse de la hora que marcaba el reloj de las parroquias locales.

Ante el desbarajuste se pidió a los socios que se guiaran por el reloj más cercano al Banco, pero tampoco dio resultado, así que sus gestores decidieron ser prácticos e incorporar su propio reloj a la arquitectura del edificio. Ya nunca hubo impuntualidad. Ese viejo guardián del tiempo es el mismo que lleva sellando las horas en el corazón de la Villa y Corte desde el 1 de enero de 1891, cuando se inauguró el actual cuartel general del Banco. Con una sola interrupción: Filomena, con sus 10 grados bajo cero, logró rendir al mecanismo por congelación, algo que ni siquiera habían conseguido las bombas de la Guerra Civil.

Ese simbólico reloj forma parte del catálogo razonado que ha presentado este jueves el Banco de España, un detallado repaso a la historia de 142 ejemplares (la colección entera alcanza las 215 piezas) que han marcado los tiempos del organismo en todas sus sedes durante los últimos 240 años. Con ayuda de la conservadora del Banco de España, Yolanda Romero, y la autora del catálogo, la historiadora Amelia Aranda, una de las mayores expertas en historia de la relojería, presentamos una selección de diez de esos relojes con cuerda para rato:

El reloj del chaflán del Banco de España

V.C.

Junto con el que da las campanadas en la Puerta del Sol, es el reloj más simbólico de la capital por su esfera dorada y su especial ubicación frente a la fuente de Cibeles, tradicional punto de encuentro de madrileños y visitantes que quedan «bajo el reloj del chaflán del Banco de España». Su razón de ser, como han leído antes, fue el empeño de los gestores del Banco para que sus accionistas lo utilizaran como referencia para llegar puntuales a las juntas generales, lo que también se extendía a la hora de entrada de sus propios empleados.

El reloj forma parte del edificio desde su inauguración en 1891. El mecanismo, que es el original y ocupa una habitación entera bajo la torre, fue fabricado en Londres por el relojero David Glasgow, que nunca pisó Madrid. Glasgow contrató al relojero local Ramón Garín para la instalación y puesta en funcionamiento de su ingenio. La historiadora Amelia Aranda, responsable de la colección de relojes de Patrimonio Nacional y autora del catálogo razonado de los relojes del Banco de España, subraya el mérito de Garín, que además se encargó de reparar y corregir desperfectos en el engranaje. Garín percibió 3.431 pesetas y 25 céntimos por la instalación del reloj y el Banco le pagaba 1 peseta y 50 céntimos al día por su mantenimiento.

Resulta curioso que Glasgow, al que el Banco eligió entre cinco propuestas, aseguró en su 'pliego de condiciones' que su reloj no sufriría ninguna alteración ni por el viento, ni por la nieve «ni por la trepidación del tránsito de carruajes». Efectivamente no fue el intenso tráfico rodado de Madrid el que silenció a este privilegiado testigo del tiempo, sino las heladas de Filomena, que congelaron su corazón. La única vez en 132 años que lo han podido callar.

El primer reloj adquirido por el Banco en 1783 por 1.500 reales

V.C.

Este severo reloj de sobremesa inglés, conocido en España como 'bracket, fue el primero adquirido por el Banco Nacional de San Carlos, como se llamaba en su origen el Banco de España, en 1783, solo un año después de que se fundara la institución. La pieza fue comprada por 1.500 reales de vellón por consejo del primer director del Banco, Francisco de Carrabús, gran aficionado a la relojería.

Obra del relojero Thomas Windmills, es el tipo de reloj que daba la hora en las casas de las familias más leídas, viajadas y prósperas de Inglaterra. A Yolanda Romero, conservadora jefa del Banco de España y promotora del catálogo, le gusta reseñar que esta maravilla dio las horas en las salas y despachos del Banco de España con las mismas sonerías que aún conserva. «El reloj atesora su maquinaria original y los sonidos son los mismos que escuchaban los empleados del Banco en el siglo XVIII, hace 240 años. Y eso tiene su encanto», dice Romero. La caja del reloj, muy sencilla, está fabricada en caoba.

El reloj de la biblioteca

V.C.

Es uno de los llamados 'relojes arquitectónicos' del Banco de España, aquellos que están alojados en la propia estructura del edificio. Fue fabricado en Madrid hacia 1891 por Ramón Garín, el relojero que montó el célebre reloj del chaflán.

La pieza, del tipo ojo de buey, ocupa una de las paredes esmaltadas en blanco de la actual biblioteca del Banco de España, un espacio diáfano y con un toque moderno que contrasta con la seriedad del resto del edificio. La esfera, de latón y rodeada por un marco metálico policromado imitando madera, presenta las horas en números romanos, con el IIII en lugar del IV, algo habitual en muchos relojes por una cuestión de «equilibrio visual», como apunta Amelia Aranda, «para que al mirarlo no se confunda con el VIII» que, por simetría, está a su misma altura.

El reloj del patio de operaciones

V.C.

Adquirido por el Banco de España en 1934, marca las horas del corazón del Banco, la Sala de Operaciones, donde estos días acuden muchos inversores a comprar Letras del Tesoro. La monumental pieza de 6,5 metros de altura ocupa el centro del gran hall, es de estilo 'art dèco' y tiene cuatro relojes para que se pueda ver con facilidad la hora «desde el mayor número de sitios posibles», como recogía el arquitecto José Yarnoz, autor de la primera ampliación del Banco que incluía este 'patio'.

El cuerpo, de perfil cuadrangular, está construido con un sencillo entramado de hierro y ladrillo, revestido de mármol. Las cifras horarias están elaboradas en bronce dorado. En su momento, el reloj de las cuatro esferas costó 5.000 pesetas.

El reloj con dos rubíes de José de Hoffmeyer

V.C.

Este reloj de sobremesa firmado a mediados del siglo XIX por José de Hoffmeyer y Jiménez es uno de los mejores ejemplares de fabricación española que incorpora un calendario perpetuo a imitación de los elaborados por la renombrada dinastía de relojeros franceses Brocot. Hoffmeyer, relojero de la reina Isabel II, se casó en Bilbao con Josefa Zubeldia en 1843 y seis años después fue nombrado relojero real por Isabel II.

En el frente se observan tres esferas de esmalte blanco (hora, calendario lunar y barómetro) y dos termómetros. Lo que más llama la atención de este reloj «con una caja muy sencilla y una maquinaria excepcional», según Amelia Aranda, es su escape visto, es decir la posibilidad de ver el corazón del reloj que los Brocot 'sacaron' del interior de la máquina a la esfera, patentando su invento. Las piedras aplicadas al escape son dos pequeños rubíes de color granate. Al estar permanentemente rozando con los dientes metálicos del mecanismo se necesitan piedras que no se deformen, como el rubí. Es uno de los más valiosos ejemplares de la colección.

El Atmos, el reloj que funciona con gas

V.C.

La marca comercial Atmos se identifica con la firma suiza Jaeger LeCoultre. La originalidad de este reloj reside en que no necesita que se le dé cuerda: toma la energía de una cápsula herméticamente sellada que contiene gas. Puede funcionar durante muchos años sin intervención humana, pero para recambiar la cápsula de gas hay que enviar la pieza a la Casa suiza. El primer reloj de la marca Atmos fue diseñado en 1928 por el ingeniero suizo Jean-Léon Reutter y en 1935 Jaeger-LeCoultre se hizo cargo de la producción del mismo.

El French, el reloj que ocupaba el despacho del gobernador

V.C.

En un inventario en 1851 en el despacho del gobernador, cuando el Banco ocupaba un edificio en la calle Atocha, se menciona un reloj inglés de sobremesa fabricado por French. James Moore French (conocido en España como Santiago Moore French) fue un relojero irlandés con tiendas abiertas en Londres. Tras su muerte, el relojero leonés José Rodríguez de Losada, que había trabajado en su taller, continuó comercializando la marca en España.

La caja de madera de caoba de este reloj tiene forma de pedestal sobre cuatro pequeñas patas de bronce dorado que simulan garras de león. La esfera, de metal plateado, contiene las cifras horarias en números romanos (de nuevo el IIII en lugar del IV). Fue fabricado entre 1808 y 1838.

Reloj de sobremesa de Peña y Sobrino

V.C.

La Casa Peña y Sobrino, relojeros de la Casa Real, firma este reloj de sobremesa con guarnición (los dos candelabros) de 1860. La caja fabricada en bronce dorado está decorada con dos figuras de amorcillos que sostienen un óvalo que cobija las esferas y las máquinas del reloj. El dial superior marca las horas y el inferior contiene un calendario perpetuo (incluso con los años bisiestos), semanario, meses y fases de la luna. Que se sepa, en 1974 estaba ubicado en la Sala de Visitas del gobernador.

Reloj de pared 'cartel' del siglo XIX

V.C.

A mediados del siglo XIX se empiezan a recuperar estilos pasados y uno de los más imitados, por la riqueza de sus cajas, fue el estilo Luis XIV, y en concreto los muebles Boulle, por el escultor y decorador francés André Charles Boulle, uno de los diseñadores más famosos de la corte del Rey Sol.

Este pequeño reloj de pared (llamado también reloj cartel) está colocado sobre una ménsula, pero puede separarse de ella y convertirse en un reloj de sobremesa. La caja, de estilo 'neuchateliano, está rematada por una alegoría de la Fama en bronce dorado tocando la trompeta.

El más moderno, que ya es un clásico

V.C.

Este es uno de los cuatro relojes 'esclavos' (impulsado por un reloj emisor o patrón) del Banco de España. La pieza, conocida como reloj de paletas, podía considerarse como el último grito de la tecnología antes de la llegada de las pantallas digitales. Este concretamente es de 1960 y ocupa una de las paredes del despacho de la conservadora del Banco de España, Yolanda Romero.

Da la hora y los minutos, el día de la semana, el día del mes y el propio mes. Muchos de estos relojes fueron fabricados y comercializados por la Unión Relojera Suiza (URS), firma fundada en España en 1923 para representar en nuestro país a las fábricas relojeras helvéticas. Sus iniciales se pueden apreciar en la esquina inferior derecha, junto al mes. «Este reloj tiene un claro valor funcional ya que, aún hoy, muchos trabajadores siguen utilizándolo como referencia de sus horas de entrada y salida», cuenta Romero. «Hasta hace poco era un reloj moderno, pero ya lo podemos considerar una pieza histórica, por eso la hemos incluido en el catálogo», apostilla Amelia Aranda.

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