Tania Llasera | Comunicadora
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Tania Llasera | Comunicadora
«Con los complejos se convive»Quienes sigan a Tania Llasera (Bilbao, 1979) en sus redes sociales ya sabrán de su cruzada a favor de los postulados del «body positive», que apuesta por la aceptación del propio cuerpo, incluso si no es «perfecto» según el canon de belleza establecido por la ... industria de la moda y los estándares de la sociedad. Conversamos una soleada mañana, mientras desayuna una tosta de aguacate en una terraza, y se lamenta de que todos los avances que este movimiento había conseguido en la validación de los llamados «cuerpos no normativos» estén sufriendo un retroceso. Su mensaje es claro: «hay que aprender a abrazarse y aceptarse», dejar de obsesionarnos con la perfección física y apostar por la personalidad que nos hace únicos.
- ¿Qué riesgos entraña ser esclavo de la imagen?
- Muchísimos. Lo vemos a diario en las redes sociales. Ningún ser humano está preparado para verse al espejo o en la pantalla del móvil las 24 horas al día. Siempre acabamos encontrándonos defectos.
- Eso tenía un nombre…
- Se llama dismorfia. Muchas chiquitas jóvenes, nativas digitales, se obsesionan con pequeños rasgos de su físico y sienten que es perentorio que se los 'arreglen', como si algo en ellas estuviera roto.
- ¿Se ven feas?
- Viven obsesionadas con el canon de belleza que ahora es tener pecas, foxy eyes (ojos achinados de mirada felina), pómulos pronunciados, labios de negra y curvas a lo Kim Kardashian.
- ¿Y se desfiguran hasta conseguirlo?
- Sin ánimo de enjuiciarlas, muchas veces lo que 'se arreglan' es el rasgo que más personalidad les agrega. Hay una uniformización bestial y global. Al final, vamos a acabar todas con la misma cara, el mismo cuerpo y la misma vida.
- ¿Le gusta a usted lo que ve cuando se mira al espejo?
- No todo, lógicamente. Hay cosas que preferiría que no estuvieran. Pero intento no obsesionarme y no venirme abajo con lo malo. Tengo una barriga que sonríe porque hay una cicatriz de una cesárea que me ha dado dos críos preciosos y tengo unas tetas muy bien puestas, en parte porque he cogido peso. Todo tiene su causalidad y su efecto.
- A mí me gustaría tener menos kilos, menos canas y menos arrugas.
- Y a mí, pero de nada vale fustigarse. Con los complejos se convive. Es una mochila que llevamos todas.
- ¿Los hombres lo siguen teniendo más fácil?
- Las mujeres hemos tenido mucha más presión en ese aspecto.
- Pero el mercado de la estética y la cosmética ha encontrado un nuevo filón en ellos.
- Me encanta que se cuiden, verlos maquillados, depilados y con las uñas pintadas. Pero a las mujeres se nos ha vendido siempre todo tipo de productos para alcanzar el ideal de belleza y juventud. Se nos ha hecho creer que, si no eras bella y joven, no eras válida.
- Y seguimos sin reparar en la magnitud del engaño.
- Por eso, por una parte, me alegro de que la estética sea algo universal, sin género. Pero no de que la dictadura de la «bellecitis» también les esclavice a ellos. Hombres y mujeres deberíamos unirnos para rebajar los estándares de belleza en pro de la salud mental y física.
- ¿Nos juzgan con severidad y nos juzgamos con dolor?
- Nos falta autoestima. No sé si es porque estamos en una sociedad católica en donde hay mucha culpa, mucha victimización y mucho juicio exterior que no has pedido y que te llega igualmente.
- ¿Qué hace usted si por la calle le dedican un buen piropo?
- Decir «¡gracias, qué buen gusto tienes!»
- ¿Y si se meten con su físico?
- Me gustaría saber qué contestar, pero siempre me quedo bloqueada.
- ¿Cómo mantiene a raya a los haters en sus redes?
- Si me hacen gracia, les dejo que me insulten un par de veces y luego les bloqueo.
- ¿Le resultó complicado aceptar los cambios en su cuerpo después de la maternidad?
- He seguido el mismo patrón que mi madre. Era modelo de Miss Pirelli y tenía un físico impresionante. Al ser madre le cambio de forma radical. Pero sigue siendo una mujer bellísima. La belleza no tiene nada que ver con los kilos.
- ¿No habíamos superado ya lo de los cuerpos no normativos?
- Habíamos avanzado en la validación de la diversidad. Lo curvy empezaba a ser bien visto. Pero hemos vuelto al culto a la extrema delgadez y a ese heroin chic que encarnaban, en los años 90, modelos como Kate Moss, que consiste en estar famélica y tener mala cara.
- Es la cara Ozempic. Actrices y famosos han descubierto el secreto de la eterna delgadez gracias a los pinchazos de semaglutida.
Esas cosas se ponen de moda, pero son trenes que pasan muy rápido y no sabemos, a la larga, qué efectos van a tener en nuestra salud. Si alguna vez adelgazo, será a la vieja usanza. Haciendo ejercicio y comiendo menos helados y galletas.
- El estrés también engorda.
Y comer sano es cada vez más caro y la vida cada vez más dura. Hay que tener un marido que gane más de cinco mil euros al mes para poder ser una 'tradwife' (esposa tradicional) y vivir una 'slow life' (vida lenta).
- ¿Como RoRo?
Me gustaría saber cómo es su vida realmente. Esas mujeres blancas, de clase media alta, que quieren ser perfectas cocineras y amas de casa y 'hacer felices a sus maridos', forman parte de un movimiento que aboga por volver a la forma de vida y la estética de los años 50.
- ¿En qué feminismo milita usted?
En el que cree que no deberíamos dejar que nos dividan. Deberíamos de ser más listas y apoyarnos más entre nosotras. La sororidad es una palabra que está muy manida y es muy cansina. Pero todas somos hermanas y estamos igual que jodidas.
- Se lo preguntaré de otra manera. Para usted, ¿qué es ser mujer?
Biológicamente hay dos géneros predeterminados por la capacidad reproductiva. Pero si hay personas que nacen hombres y se sienten mujeres, yo las acojo. Si tienes el privilegio de nacer hombre en una sociedad machista, tránsfoba y heteropatriarcal, y aun así decides convertirte en una mujer 'de segunda', tienes más derecho que nadie a reivindicarte como tal.
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