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María G. Astorga
Lunes, 26 de agosto 2024, 00:02
En el verano de 1970, la tranquila isla de Wight se vio invadida por una multitud de 'hippies' y entusiastas de la música. Con apenas 100.000 habitantes, la isla se transformó en epicentro de la contracultura. El Isle of Wight Festival comenzó el 26 ... de agosto y acogió la última gran actuación del mejor guitarrista de rock de la historia.
Pasada la medianoche del 31 de agosto, Jimi Hendrix apareció en el escenario con su Stratocaster de 1968, la famosa 'Black Beauty', su mejor compañera. La impaciencia dominaba a la multitud. Con chaqueta de terciopelo rojo y una bandana en la cabeza, el Salvaje Ángel Azul -como quería ser llamado- comenzó con una versión electrizante de 'God Save the Queen'. Le acompañaba Mitch Mitchell en la batería, Billy Cox en el bajo, y David Gilmour en el audio. Pero fue su interpretación de 'Machine Gun' la que dejó a la multitud sin aliento. Con este tema llevó su guitarra hasta límites inimaginables, como solo él sabía hacerlo. Hizo vibrar el alma de la guitarra con una intensidad que parecía reflejar la turbulencia interna de Hendrix y anticipar el cercano final de su vida. Murió apenas tres semanas más tarde.
El multitudinario festival supuso un epitafio para el ideal 'hippy', que meses antes recibía un golpe con el trágico Altamont Festival. La guitarra eléctrica y el blues nunca serían los mismos tras Hendrix. Su despedida del escenario, silenciosa y melancólica, fue el fin de su carrera y de una era. Morían los años 60 y llegaban los rebeldes 70.
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