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La pobreza infantil en España, la tasa más alta de todos los socios europeos, sigue sin levantar cabeza. El año pasado puede calificarse como un ejercicio nefasto. Más de uno de cada tres menores de este país, unos 2,3 millones, vivía al término de ... 2023 en riesgo de pobreza y un millón largo había cruzado el umbral y bregaba a diario con la miseria y la exclusión social. Así lo certificaron ayer los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), obtenidos de la Encuesta anual de Condiciones de Vida.
Los menores de 16 años que viven en casas con ingresos que, según los meses, transitan entre un lado y el otro del límite de la pobreza, en las que la mayoría de los miembros carecen de trabajo o en las que se sabe muy bien qué significa la carencia material severa alcanzaron el 34,3% de los niños y adolescentes españoles. Se trata de la tasa más alta de pobreza infantil en una década, desde el 36,3% de 2014, en el corazón de la gran crisis económica de este siglo.
Los menores atrapados en la necesidad y las carencias han subido 2,1 puntos en un solo año, lo que supone un empeoramiento del 6,5% en doce meses. Como explica la ONG Educo, defensora a ultranza de que todo niño vulnerable de este país debería contar con una beca comedor en su colegio, esto no son meras cifras. Significa que un 7% de las menores de 16 años, algo más de 550.000 niños españoles, se crían en tal grado de precariedad que sus familias tienen serias dificultades para darles de comer algo de carne o de pescado, proteínas en definitiva, al menos una vez cada dos días. Es la peor radiografía del riesgo de desnutrición desde hace quince años. En 2004 solo estaban en esta situación límite el 1,9% de los chicos, la tercera parte que ahora. El grupo de edad que parece esquivar con más éxito el riesgo de pobreza es el de los jubilados, que están seis puntos mejor que la media.
De hecho, el riesgo de pobreza y de exclusión social entre el conjunto de los españoles está en uno de sus momentos más bajos de la última década, en el 26,5%, tras haber superado el 30% durante la gran crisis. No obstante, en 2023 volvió a subir medio punto sobre el año anterior, que marcó la mínima del decenio, arrastrado por el muy serio empeoramiento de los españoles más pobres, los que carecen de lo indispensable. Dos de las tres situaciones que pueden conducir a la exclusión social, tener una renta familiar por debajo del 60% de la media del país o vivir en un hogar con la mayor parte de sus miembros en edad de trabajar en el paro o con trabajo ocasional fueron incluso ligeramente a mejor que el año pasado. Posiblemente ayudados por la subida del salario mínimo y las mejores tasas de empleo de la serie histórica, que han permitido que los ingresos medios anuales por persona subiesen un 8,3% en un año, hasta los 14.082 euros, lo que supone un máximo histórico.
Sin embargo, la tasa general empeoró porque la tercera situación, en la que están quienes carecen de las cosas más básicas, pasó del 7,7% de los españoles al 9% en solo doce meses, con un aumento de la pobreza severa que rozó el 17%. En este grupo están quienes carecen de al menos siete de los trece criterios con que se define la pobreza, entre los que están no poder comer carne o pescado casi nunca, no llegar a final de mes o no poder enfrentar gastos imprevisto, vestir con calzado o ropa vieja y vivir entre muebles estropeados, padecer pobreza energética, no saber lo ques es tener dinero para el ocio o impagar con frecuencia las letras, el alquiler o la hipoteca.
La carencia de lo básico según el INE amenaza con alcanzar a uno de cada diez españoles, pero son muchísimos más quienes tienen que hacer muchos números para lograr salir adelante. La encuesta de condiciones de vida concluye que son el 9,3% de los españoles quienes aseguran tener «mucha dificultad» para llegar a fin de mes, medio punto porcentual más que en 2022, con un 6,4% de empeoramiento.
Esos son los que habitualmente no llegan, pero casi cuatro de cada diez llegan con lo justo. Son, de hecho, el 37,1% que admite ir al límite. No tienen capacidad alguna para afrontar gastos familiares imprevistos, no al menos sin recurrir a créditos que luego no saben cómo pagar. Eso sí, parte de los que van muy justos se las ingenian para organizarse unas vacaciones anuales de una semana en algún lugar. Quienes no lo consiguieron, el 33%, descendieron en medio punto.
Por territorios, el mayor riesgo de pobreza y exclusión social se detecta en Andalucía, Canarias y Extremadura y las autonomías con menos pobres fueron País Vasco y Navarra.
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