Tom Cruise: sin dobles ni cartón y siempre sonriente pero distante
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Sin dobles ni cartón, el actor protagoniza sus propias escenas de riesgo, en público y en privado. Su último espectáculo: caer del cielo en las Olimpiadas de ParísLa mejor manera de convertirse en personaje es no abandonarlo. Como los monarcas, siempre sonriente pero distante, Tom Cruise se ha dosificado para que nadie deje de ver en él al héroe de acción que cayó del cielo en el cierre de las Olimpiadas de ... París.
El actor cumple con su obligación de promocionar las películas en los 'talk shows' de más audiencia, no regatea selfies ni sonrisas con sus fans, pero reserva su vida privada lejos del escrutinio público. No hay fotos de familia a lo Bratt Pitt con Angelina y su prole, ni discusiones en los aviones, que prefiere pilotar. Aún así, lo poco que han contado sus parejas, vinculadas a acuerdos de confidencialidad, y la curiosidad que despierta su compromiso con la Iglesia de la Cienciología, que cree en la reencarnación de extraterrestres, añaden un halo de misterio a la curiosidad del público.
A su primera esposa, Mimi Rogers, la conoció en esa secta considerada peligrosa en Francia, con líderes condenados por fraude en EEUU, pero a las siguientes, -Nicole Kidman y Katie Holms- les ha aterrorizado tanto que han recurrido a abogados para mantener a sus hijos alejados, dadas las alegaciones de explotación de menores y abusos sexuales que la salpican. Cruise le arrebató a Kidman la tutela de los dos niños que adoptaron, a los que crió en su casa de Clearwater (Florida), sede de la organización, para que estuvieran firmemente adheridos a la cienciología. Bella, de 31 años, se casó con uno de sus miembros en una ceremonia oficializada por esa iglesia, a la que no acudieron sus padres. «Como madre, solo puedo amarlos y respetar sus decisiones, particularmente ahora que ya son mayores», declaró la actriz australiana, con la que la hija mayor del actor dice hablar «de vez en cuando».
En vistas de eso, su segunda esposa preparó estratégicamente el divorcio, que presentó en Nueva York en lugar de California, tras consultar con un abogado sobre qué estado le ofrecía más protección. Dada su discreción, centrada en «proteger» a la niña de siete años, se desconocen los términos que puso sobre la mesa, pero en apenas once días el actor firmó el acuerdo de 400.000 dólares anuales por la manutención de la única hija biológica que se le conoce, Suri. Le cedió la tutela y casi no la ha vuelto a ver desde entonces. En abril cumplió los 18. La Iglesia de la Cienciología previene a sus miembros de relacionarse con quienes abandonan el redil. La niña ha heredado su sonrisa de cine y la belleza de su madre, pero ni siquiera ve sus películas.
Cruise, de 62, criado católico por sus raíces irlandesas -además de inglesas y alemanas-, nació en Syracuse (Nueva York), donde tuvo una infancia turbulenta, con un padre abusador que los trasladó a Ottawa cuando entró a trabajar para las Fuerzas Armadas Canadienses. A pesar de que su madre era maestra de educación especial, tuvo dificultades de aprendizaje y pasó por 15 colegios en 14 años. Su pasión de actor nació en cuarto, gracias a la clase de dramatización y los musicales escolares, pero no floreció hasta los 18, cuando se mudó a Nueva York y luego a Los Angeles para hacer carrera en el cine.
No tardó mucho. En 1981 debutó con Brooke Shields en 'Endless Love' (El Lago Azul), cuya banda sonora, cantada por Diana Ross y Lionel Richie, fue número uno en las listas mundiales y estuvo nominada para los Oscar, los Globos de Oro y los Grammy. A partir de ahí todo fueron éxitos de taquilla con los mejores directores, desde Martin Scorsesse, a Steven Spielberg, pasando por Francis Ford Copola, Oliver Stone y Stanley Kubrick, siempre con títulos antológicos: Risky Business, Top Gun, El Color del Dinero, El Hombre de la Lluvia, Nacido el 4 de julio, Unos Cuantos Hombres Buenos, Entrevista con el Vampiro, Mision Imposible, Eyes Wide Shut, Magnolia, Los Otros, Vanilla Sky, Minority Report, Austin Powers, El Último Samurai, La Guerra de los Mundos…
Cruise es uno de los actores mejor pagados, porque su fichaje es una garantía de éxito. Su saga de Misión Imposible nunca falla. Ya en el año 2000 fue la más taquillera del año, con una recaudación de 547 millones de dólares, solo en EEUU, y van siete.
Detrás de esa personalidad tenaz y obsesiva, manipuladora, según algunos, hay un personaje que despliega una paciencia infinita, pero que también es capaz de explotar en la vida real como en el cine. Así se le oye en una grabación filtrada del rodaje de Mision Imposible: 7 en la que le echa una bronca monumental a dos miembros del equipo, que no estaban respetando la distancia de seguridad del Covid. «¡No quiero escuchar disculpas!», les grita atronadoramente. «¡Se las podéis dar a la gente que está perdiendo sus casas porque nuestra industria está parada!».
Ese atisbo de empatía, en uno de los hombres más poderosos de Hollywood, co propietario de los estudios de United Artists junto a la Metro-Goldwyn-Mayer, también se dejó entrever hace unos meses cuando entró al club Oswald's de Los Ángeles para celebrar el 50 cumpleaños de Victoria Beckham. Delante suya, un fotógrafo tropezó y cayó al suelo. El actor frenó en seco, le ayudó a levantarse y hasta le colocó la cámara al pecho. Luego entró en el exclusivo recinto, donde dicen que acabó marcándose unos bailes al estilo de Risky Business, aunque no fuera en calzoncillos y calcetines.
El protagonista de Nacido el 4 de Julio ha tenido papeles memorables, como el del líder motivacional de Magnolia, pero ha encontrado la horma de su zapato en los de acción. Desde niño los vecinos se alarmaban al verle a punto de saltar desde el tejado. Hoy lo hace desde aviones y acantilados. Rara vez utiliza un doble, el riesgo es el motor de su vida. «Lo hago por los espectadores, quiero entretenerlos», dijo en entrevista con David Letterman.
Lo suyo es la gran pantalla. Durante la pandemia aguantó dos años el estreno de Top Gun hasta que reabrieron las salas de cine, en contra de las presiones de los productores, que abogaban por una plataforma digital. El cine que él hace hay que verlo en pantalla grande, como él ve la vida.
Cada una de esas espectaculares escenas desde las que se lanza de un avión requiere al menos a uno o dos cámaras que caminan marcha atrás y se lanzan al vacío, segundos antes que él, para seguir grabándole sin perder la continuidad de la toma. En el aire disponen de cinco o seis segundos para abrir los paracaídas, a arriesgo de un enredo mortal. Si hay que repetir la toma en ese momento de la puesta de sol, toca esperar al día siguiente. Seis segundos de acción al día, eso es todo. Así de complicado es grabar el tipo de películas que protagoniza. En 2018, durante la grabación de «Mision Imposible: The Fallout», se rompió un tobillo y decidió seguir corriendo para no tener que repetirla. «Cuando acabé la toma les dije: Está roto, llevadme al hospital. Y todo el mundo se puso a hacer llamadas para arreglar sus vacaciones», contó a la BBC. El rodaje se detuvo durante seis meses.
Su entrada en el estadio State de France, a donde saltó desde la grada más alta, era peccata minuta para lo que hace habitualmente, y con todo requirió meses de preparación. Ya en marzo la revista Vanity Fair le fotografió en las colinas de Hollywood, sin imaginar que estaba pregrabando el video que conecta su salida en moto del estadio para llevar la bandera olímpica hasta Los Ángeles, sede de las próximas olimpiadas. De la ciudad de las luces, a la de las estrellas de cine. Tom Cruise es Hollywood.
Las motos siempre han sido su pasión. Velocidad, riesgo, flequillo al aire. El pelo fue lo único que se le movió en ese aterrizaje parisino. Días antes se le había visto en las gradas con esa sonrisa perpetua que desafía al tiempo y provoca el espejismo de que nunca envejece. Se fotografiaba pacientemente con el equipo de gimnastas estadounidenses, en otra muestra de que los malos modos nunca se extienden al público. Cruz vive para sus fans.
Lo hace mayormente en Inglaterra, donde a veces se encaja una gorra hasta las orejas y se camufla en el metro a hora punta para mezclarse con la multitud, pese a la inquietud de sus guardaespaldas. A veces lo reconocen, y a veces no. Más fácil le resulta mezclarse en la oscuridad de una sala de cine cuando se apagan las luces. Le encanta ver las películas en sus templos y ser testigo de las reacciones del público.
La paz también la encuentra en las montañas que disfruta escalando. No lo hace en grupo, «sino con un tipo fuerte que pueda tirar de ti si te resbalas», contó a Letterman. La entrevista televisiva más famosa de su carrera fue cuando anunció en el show de Ophra Winfrey que estaba enamorado de Katie Holmes y se subió de pie al sofá dando saltos de entusiasmo. La escena se hizo viral y es, todavía hoy, fuente de memes y gifs, aunque él asegura que no fue consciente de lo que estaba haciendo.
En aquel entonces necesitaba combatir los rumores que se habían desatado tras su divorcio con Kidman. El romance de tres años con Penélope Cruz, de los que la actriz ha hablado poco, pareció más una coartada que un flechazo. A la española le sirvió para afianzarse en Hollywood, y al hombre más sexy del mundo -según la revista People-, que un día quiso ser monje franciscano, para ahuyentar los rumores de homosexualidad por los que demandó al Daily Mail -y ganó. Cuando tu imagen genera cientos de millones de dólares, hay cosas con las que no se puede jugar. Toca sonreír a la cámara y agitar la mano.
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